Principios del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento físico NSCA (Color). G. Gregory HaffЧитать онлайн книгу.
para determinar el grado de osificación de los huesos de la muñeca izquierda (89, 186, 205-207). La osificación se refiere al proceso por el cual unas células llamadas osteoblastos depositan hueso nuevo. Mientras que la edad esquelética aporta la forma más exacta y fiable de determinar la madurez, los problemas del coste, el equipamiento especial, las limitaciones de tiempo y la necesidad de experiencia en la interpretación de las radiografías hacen este método poco realista para la mayoría de los especialistas que trabajan con jóvenes.
Un método alternativo para evaluar la edad biológica, creado por Tanner (206), consiste en la valoración visual del desarrollo de las características sexuales secundarias identificables: desarrollo mamario en las chicas, desarrollo genital en los chicos y aparición del vello púbico en ambos sexos. La clasificación de Tanner discrimina cinco estadios: el estadio 1 representa el estado preadolescente e inmaduro, y el estadio 5 significa la maduración sexual completa. Aunque ciertas limitaciones metodológicas son aparentes en los estadios de Tanner (131), sus mayores restricciones conciernen a la naturaleza invasiva del procedimiento y a la preocupación inherente de niños y padres. Por consiguiente, esta técnica no se debe usar por los especialistas en la fuerza y el acondicionamiento físico, y solo se hará cuando sea necesario y por parte de médicos cualificados y apropiados. Para la mayoría de los especialistas, el medio más realista y factible para calcular la edad biológica es a partir de evaluaciones somáticas (131). La edad somática refleja el grado de crecimiento de la estatura general o las subdimensiones más pequeñas del cuerpo (p. ej., longitud de las extremidades). Las técnicas disponibles para el especialista comprenden el análisis de la curva del crecimiento longitudinal, los porcentajes y predicciones de la altura final del adulto, y la predicción de la edad a partir del pico de velocidad de crecimiento (PVC), que se define como la edad en la que la tasa de crecimiento es máxima durante el estirón de la pubertad. Las mediciones del crecimiento son relativamente fáciles de recabar, no son invasivas y precisan un equipamiento mínimo. En algunos casos, tal vez sea apropiado medir el crecimiento somático cada tres meses (131).
La sensibilidad a las diferencias individuales en la capacidad, competencia técnica y experiencia pasada es muy importante para evaluar a los niños en la sala de pesas. Una chica de 14 años de madurez precoz tal vez esté lista para entrenar en un deporte como la halterofilia, mientras que un chico de 14 años y maduración tardía puede no estar listo para las exigencias de un ejercicio resistido con grandes cargas. Por lo demás, la edad de entrenamiento de los niños (el tiempo que el niño ha seguido un programa de entrenamiento resistido formal y supervisado) influye en las adaptaciones al entrenamiento resistido; la magnitud de las mejoras en cualquier medición vinculada a la fuerza se verá afectada por el grado de adaptación que se haya producido. Por ejemplo, un niño de 12 años con dos años de experiencia en entrenamiento resistido (con una edad de entrenamiento de dos años) tal vez no logre las mismas mejoras en la fuerza durante un período dado de tiempo que otro niño de 10 años sin experiencia en entrenamiento resistido (con una edad de entrenamiento igual a cero). También es importante que los especialistas evalúen y monitoricen la competencia técnica de los jóvenes, ya que dos niños con la misma edad de entrenamiento tal vez presenten diferentes valores de competencia técnica y desarrollen su competencia a distinto ritmo. Los especialistas en la fuerza y el acondicionamiento físico deben tener en cuenta todas estas variables e individualizar el diseño del programa de entrenamiento basándose en la competencia técnica, la edad de entrenamiento y el nivel de madurez de cada niño. Al crear un programa de entrenamiento resistido para jóvenes, los especialistas en la fuerza y el acondicionamiento físico también deben considerar las necesidades psicosociales únicas de cada niño como individuo y luego diseñar, aplicar y revisar los programas de acuerdo con dichas necesidades. Por ejemplo, todo especialista en la fuerza y el acondicionamiento físico necesita usar distintas destrezas interpersonales para entrenar a niños sin experiencia con una edad de entrenamiento baja y con poca confianza en sí mismo frente a un adolescente con experiencia y muy competente al que, simplemente, le falta motivación.
Durante el período de pico de velocidad de crecimiento, los atletas jóvenes tal vez corran más riesgo de sufrir lesiones (143). El pico de velocidad de crecimiento suele darse en torno a los 12 años en las mujeres y en torno a los 14 años en los hombres. Las alteraciones del centro de masa, los desequilibrios musculares y la relativa tirantez de las unidades musculotendinosas que se produce en los huesos en rápido crecimiento son factores de riesgo potenciales de lesiones por uso excesivo en niños durante el estirón de la pubertad (154, 213). Los especialistas en la fuerza y el acondicionamiento físico tal vez no necesiten modificar los programas de entrenamiento (es decir, reforzar los patrones de movimiento de gran calidad, trabajar las restricciones a la flexibilidad, corregir los desequilibrios musculares o disminuir el volumen o intensidad del entrenamiento, o ambos) durante períodos de rápido crecimiento. Si un atleta joven refiere dolor o molestias durante un estirón, el especialista en la fuerza y el acondicionamiento físico debe considerar la posibilidad de una lesión por uso excesivo antes que etiquetar esas quejas como «dolores de crecimiento»; por eso, tras consultar con los padres o tutores del niño, transferirá el niño a un médico.
Crecimiento muscular y óseo
A medida que los niños crecen, la masa muscular aumenta a ritmo constante durante los años de desarrollo. Al nacer, aproximadamente el 25% del peso corporal del niño es masa muscular, y al llegar a la adultez este porcentaje aumenta hasta un 40% (136). Durante la pubertad, los acusados incrementos de las concentraciones hormonales (p. ej., testosterona, hormona del crecimiento y el factor de crecimiento insulinoide) en los chicos causan un marcado incremento de la masa muscular y el ensanchamiento de los hombros, mientras que en las chicas el aumento de la producción de estrógenos provoca un aumento de la deposición de grasa corporal, el desarrollo de las mamas y el ensanchamiento de las caderas. Aunque la masa muscular siga aumentando en las chicas durante la adolescencia, el incremento ocurre a un ritmo más lento que en los chicos debido a diferencias hormonales (136). Durante este período de tiempo el aumento de la masa muscular en ambos sexos se debe a la hipertrofia de las fibras musculares individuales y no a hiperplasia (136). El pico en la masa muscular ocurre entre los 16 y los 20 años de edad en las mujeres y entre los 18 y los 15 años en los hombres, a menos que se vea influido por el ejercicio resistido, la dieta o ambos aspectos (136).
La mayor parte de la formación de hueso ocurre en la diáfisis (centro de osificación primaria), que es el cuerpo central de los huesos largos, y en el cartílago de crecimiento (centro de osificación secundaria), que se localiza en tres lugares en los niños: en las láminas epifisarias de crecimiento, en la superficie de las articulaciones y en las inserciones apofisarias de las unidades musculotendinosas. Cuando las láminas epifisarias se osifican por completo, los huesos largos dejan de crecer (figura 7.1). Aunque los huesos se suelen comenzar a fusionar al comienzo de la adolescencia, las chicas por lo general alcanzan la madurez ósea completa dos o tres años antes que los chicos. La edad varía considerablemente, pero la mayoría de los huesos se fusionan antes de los 20 años.
Una inquietud concreta sobre los niños es la vulnerabilidad del cartílago de crecimiento o los traumatismos y el uso excesivo (103). Las lesiones en los cartílagos de crecimiento tal vez interrumpan el riego sanguíneo y el aporte de nutrientes, y causen trastornos permanentes del crecimiento (p. ej., atrofia esquelética, hipertrofia esquelética, defecto de alineación del hueso). Los traumatismos por caídas o esfuerzos repetitivos excesivos que causan una rotura de ligamentos en el adulto tal vez provoquen una fractura de la lámina epifisaria en un niño. Como el pico de incidencias de fracturas de las láminas epifisarias en los niños es paralelo al período del pico de velocidad de crecimiento, parece que los preadolescentes tal vez corran menos riesgo de fractura de las láminas epifisarias que los adolescentes que están dando el estirón (145). Se ha sugerido que las láminas epifisarias de los niños más pequeños son más resistentes y fuertes a las fuerzas de cizallamiento, que tal vez sean la causa de las lesiones del cartílago de crecimiento (145). El riesgo potencial de lesión en las láminas epifisarias durante el entrenamiento resistido se debatirá más adelante en este capítulo.