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Los magos de Hitler. Jesus HernandezЧитать онлайн книгу.

Los magos de Hitler - Jesus Hernandez


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fraude y chantaje. Finalmente, el juez tomó una decisión salomónica, condenando al polaco a una multa de 250.000 coronas y a Hanussen a ser expulsado de Austria durante diez años.

      El mago se trasladó entonces a Praga, junto a Martha Farra. Actuaron durante dos meses en el teatro Divadlo. En junio recibieron una oferta de Budapest y acudieron a la capital húngara. Pero allí se confirmó que, desde que había regresado de su gira, Hanussen no tenía la suerte de su parte; Martha se enamoró de un artista húngaro cuyo nombre artístico era «Mister Rex». Ambos huyeron al norte del país, donde actuarían formando un dúo. Hanussen les denunció por haberse llevado consigo el material que ella utilizaba en sus

      actuaciones; el juez le acabaría dando la razón y el mago lo pudo recuperar.

      Para el adivino, las calamidades parecían no tener fin. El arzobispo de Budapest declaró blasfemas las actuaciones de Hanussen, después de que hubiera hipnotizado a un voluntario, haciéndole creer que era Jesucristo en la cruz. Fue durante su estancia en la capital húngara cuando Hanussen conoció a una artista de circo de veintitrés años y de origen italobritánico, Rose Presl, a quien le propuso convertirse en la nueva Martha Farra. La joven aceptó y durante tres meses se dedicó a aprender los trucos de su predecesora. La relación entre ambos sería enfermiza; Rose era inestable emocionalmente

      y enseguida cayó en las redes del mago, sufriendo una fuerte dependencia psicológica. Eso posibilitó que Hanussen la llevase al límite de su resistencia, sometiéndola a auténticas torturas que luego se repetirían en el escenario.

      En septiembre de 1923, Martha Farra II hizo su debut en un teatro de la ciudad alemana de Breslau. Aunque la joven apenas pudo resistir la dureza de las pruebas a las que fue sometida, ya que resultó herida durante el número de la cama de clavos, el estreno fue un éxito. El difuso componente erótico del espectáculo, en el que la nueva Martha parecía ser una esclava sexual que obedecía ciegamente las órdenes de su señor, parecía excitar las pasiones más inconfesables del público.

      A partir de ahí se inició una gira de seis semanas que llevaría a la pareja por las principales ciudades alemanas, además de Bruselas. Quizás porque era la época de la inflación galopante en Alemania, Hanussen gastaba sus ganancias en cenas lujosas, ropa cara y mujeres de compañía, antes de que ese dinero perdiese rápidamente su valor. Por su parte, Martha dio muestras de su inestabilidad emocional, intentando en una ocasión cortarse las venas con unas tijeras.

      En noviembre de 1923, la pareja actuó en el circo Busch de Berlín, lo que suponía su consagración. Hanussen debió de leer en la prensa la noticia del intento fracasado de golpe de estado que Adolf Hitler y sus partidarios habían llevado a cabo en Múnich. Es seguro que en ese momento el clarividente mago no pudo vislumbrar que ese personaje resultaría determinante en su vida.

      Tras sus actuaciones en la capital germana, Hanussen y Martha continuaron su gira haciendo escala en la ciudad eslovaca de Bratislava y de ahí viajaron a Königsberg, en la Prusia oriental. Luego se dirigieron a Memel, una ciudad que había pertenecido a Alemania pero que, tras su derrota en la primera guerra mundial, había pasado a formar parte de Lituania. En Memel, el mago fue acusado de fraude por quien le había contratado; la policía decidió investigarle y acabó decretando su expulsión de Lituania, siendo el segundo país, después de Austria, en el que tendría vedada su entrada.

      la gira norteamericana

      En enero de 1924, Hanussen recibió una oferta para actuar en Nueva York, en el prestigioso teatro Hippodrome, para iniciar después una gira de ocho meses por otras ciudades norteamericanas. Es probable que sus problemas en Austria y Lituania, así como la hiperinflación que entonces azotaba Alemania, acabasen de convencer al mago de que lo mejor era cambiar de aires, así que se decidió a emprender una aventura al otro lado del Atlántico.

      Cartel anunciando la actuación de Marta Farra en el teatro Hippodrome de Nueva York.

      Pero, al llegar a Nueva York, Hanussen se encontró con una desagradable sorpresa. Un viejo conocido, Siegmund Breitbart, era en ese momento la estrella del Hippodrome. Los productores no consideraron adecuado incluir el número de Hanussen en el show que tenía como gran protagonista al «Sansón polaco», por lo que el mago y la mujer forzuda fueron derivados a un teatro de Hoboken, en Nueva Jersey. Durante la gira norteamericana, Martha perdería la «h» de su nombre para ser «Marta Farra, la mujer forzuda italiana», al parecer como reclamo para la nutrida colonia transalpina.

      En Hoboken, el espectáculo de Hanussen sería inesperadamente recibido con indiferencia por el público. La gira continuaría en Filadelfia y Norfolk, donde la respuesta del público no sería mucho más entusiasta. El mago achacaría esa fría acogida «a la estupidez americana y su falta de imaginación». Pero todo era susceptible de empeorar; en Norfolk, Marta Farra sufrió un accidente en el escenario al caerse sobre ella un decorado de madera, que le rompió dos costillas, lo que la obligó a permanecer en reposo dos semanas y anular las actuaciones previstas. La pareja de artistas, cuya relación personal, además, se iba deteriorando, regresó entonces a Nueva York.

      A pesar de que Hanussen y Breitbart eran enemigos declarados, los productores decidieron que ambos actuasen en el Hippodrome. La necesidad de aunar esfuerzos y el roce cotidiano, ya que debían realizar tres o cuatro funciones diarias, llevó a que la relación entre ambos se fuera suavizando. La antipatía visceral dio paso de forma inesperada a cierta admiración mutua. Además, el polaco ejercía un papel moderador entre la joven y el mago.

      Las actuaciones de Breitbart siempre sorprendían a un público entregado a sus demostraciones de fuerza.

      En marzo de 1924, Hanussen y Marta comenzaron a actuar en un teatro de Brooklyn, mientras que Breitbart iniciaba una gira por todo el país. La ausencia del forzudo judío dejó a Marta a merced del mago y ella no pudo soportarlo más. En abril, después de haber actuado en Boston, Marta Farra decidió romper con él. Cuando parecía que la aventura americana no podía acabar peor, Hanussen recibió un telegrama de su esposa pidiéndole urgentemente que regresara. El mago tuvo claro que Risa iba a pedirle el divorcio, como así sería. Hanussen decidió volver a Europa, dejando allí a la que había sido su compañera artística, que iniciaría una gira de actuaciones en solitario.

      sigue el espectáculo

      Hanussen se dirigió primero a París, donde comenzó a preparar el que debía ser su nuevo espectáculo. Para sustituir a Rose Presl encontró a una joven alemana, Anna Schedel; ella sería Marta Farra III. A partir del verano de 1924, Hanussen recorrió de nuevo los teatros alemanes.

      A principios de 1925, el mago cayó gravemente enfermo y tuvo que ser operado. La mala suerte parecía perseguirle sin tregua ni descanso. Durante su convalecencia, Marta Farra III, de la que se había enamorado el representante de Hanussen, decidió marcharse con él y actuar por su cuenta. Increíblemente, en la primavera de 1925, «Marta Farra» estaba actuando a la vez en Sevilla, Budapest y Nueva York. Las tres muchachas que habían sido en su día escogidas por Hanussen para interpretar el papel de mujer forzuda reivindicaban ser la auténtica. Mientras tanto, su creador languidecía en Berlín, solo y sin dinero.

      Pero Hanussen no era un hombre que se rindiese fácilmente. Una vez recuperado de su enfermedad, se dispuso a volver por sus fueros. Para conseguir algo de dinero, concedió una exclusiva a una publicación en la que revelaba los trucos empleados por Siegmund Breitbart en sus actuaciones. Para entonces, Breitbart ya no podía defenderse, puesto que había fallecido el 12 de octubre de 1925 en Berlín. Tras regresar a Europa después de su exitosa gira por Norteamérica y durante un número en el que incrustaba clavos de hierro en una viga de madera usando su pesada mano como martillo, uno de los clavos había atravesado la madera, penetrando profundamente en su rodilla. La herida se infectó y, a pesar de que se le amputó la pierna, ocho semanas después del accidente el que había sido el gran rival de Hanussen falleció.

      Tras las pésimas experiencias padecidas con las sucesivas mujeres forzudas, Hanussen optó


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