Moby-Dick o la ballena. Herman MelvilleЧитать онлайн книгу.
brillante, ahora oscuro, era el pálido resplandor de la luna,
y el fósforo relucía en la estela de la ballena,
mientras nadaba en el mar.»
Elizabeth Oakes Smith.
«La cantidad de estacha retirada de las distintas lanchas que participaron en la captura de esta ballena midió en total 10.440 yardas, es decir, cerca de seis millas inglesas.» * * *
«A veces la ballena agita su tremenda cola en el aire, que, restallando como un látigo, resuena a la distancia de tres o cuatro millas.»
Scoresby.
«Rabioso por los sufrimientos que soporta de estos nuevos ataques, el furioso cachalote voltea una y otra vez; echa atrás su enorme cabeza, y con mandíbulas muy abiertas muerde todo lo que hay a su alrededor; embiste a las lanchas con su cabeza; éstas son impelidas ante él con enorme rapidez, y a veces destruidas totalmente.
* * * Es materia de gran asombro que la consideración de los hábitos de un animal (como el cachalote) tan interesante, y tan importante desde un punto de vista comercial, haya sido tan enteramente ignorada, o haya suscitado tan poca curiosidad entre los numerosos, y muchos de ellos competentes, observadores que en los últimos años han dispuesto de las más abundantes y las más convenientes oportunidades de ser testigos de sus hábitos.»
Historia del cachalote, de Thomas Beale, 1839.
«El cachalote (ballena de esperma) no sólo está mejor armado que la ballena auténtica (ballena franca o de Groenlandia), al poseer un arma formidable en cada extremidad de su cuerpo, sino que también demuestra con mayor frecuencia una disposición a emplear estas armas ofensivamente, y de un modo tan hábil, osado y malicioso, como para hacer que se le mire como la ballena más peligrosa de atacar de todas las especies conocidas de la estirpe de ballenera.»
Expedición ballenera alrededor del mundo, de Frederick Debell Bennett, 1840.
«13 de octubre.
—Allí resopla –fue cantado desde el tope.
—¿Por dónde? –requirió el capitán.
—A tres puntos de la amura de barlovento, señor.
—Arriba la rueda. ¡Firme!
—Firme, señor.
—¡Ah del tope! ¿Veis ahora esa ballena?
—¡Sí, sí, señor! ¡Una manada de cachalotes! ¡Allí resopla! ¡Ahí rompe!
—¡Cantadlo!, ¡cantadlo cada vez!
—¡Sí, sí, señor! ¡Allí resopla!, allí... allí... allá resopla... sopla... ¡sooopla!
—¿A qué distancia?
—Dos millas y media.
—¡Truenos y relámpagos!, ¡tan cerca! ¡Llamad a toda la tripulación!»
Bosquejos de una travesía ballenera, de J. Ross Browne, 1846.
«El ballenero Globe, navío a bordo del cual sucedieron los horribles hechos que vamos a relatar, pertenecía a la isla de Nantucket.»
«Narrativa del motín del Globe», por Lay y Hussey, supervivientes, 1828 d.C.
«Siendo en una ocasión perseguido por una ballena que había herido, evitó durante un tiempo el ataque con una lanza; mas el furioso monstruo finalmente se lanzó contra la lancha; siendo salvados él mismo y los camaradas sólo gracias a que saltaron al agua cuando vieron que el embite era inevitable.»
Diario misionero, de Tyerman y Bennett.
«“El propio Nantucket”, dijo el señor Webster, “es una porción muy llamativa y peculiar del interés nacional. Hay una población de ocho o nueve mil personas que viven aquí en el mar, los cuales, mediante la más osada y perseverante laboriosidad, contribuyen copiosamente cada año a la riqueza nacional”.»
Informe del discurso de Daniel Webster en el Senado de los Estados Unidos, sobre la solicitud de construcción de un malecón en Nantucket. 1828.
«La ballena cayó directamente sobre él, y probablemente le mató en un instante.»
«La ballena y sus captores, o las aventuras de los ballenerosy la biografía de la ballena, reunidas en la travesía de regreso del comodoro Preble», por el reverendo Henry T. Cheever.
«“Si haces el menor ruido de mierda”, replicó Samuel, “te envío al Infierno”.»
La vida de Samuel Comstock (el amotinado), por su hermano, William Comstock. Otra versión de la narrativa del ballenero Globe.
«Las expediciones de los holandeses y los ingleses al océano del norte, con el objeto de descubrir, si fuera posible, un pasaje a través de él hacia la India, aunque fracasaron en su principal objetivo, abrieron las guaridas de la ballena.»
Diccionario comercial, de McCulloch.
«Estas cosas son recíprocas; la pelota rebota, sólo para volver a botar de nuevo hacia delante; pues ahora, al abrir las guaridas de la ballena, los balleneros parecen haber dado indirectamente con nuevas claves para ese místico pasaje del noroeste.»
De «Algo» no publicado.
«Es imposible encontrarse con un barco ballenero en el océano sin quedar sorprendido por su mera apariencia. El navío, con poca vela, vigías en los topes oteando ansiosamente la amplia extensión a su alrededor, tiene un aire totalmente diferente de los que están realizando una expedición normal.»
Corrientes y pesca de la ballena, U. S. Ex. Ex.
«Los peatones en la vecindad de Londres y en algún otro lugar puede que recuerden haber visto grandes huesos colocados de pie en la tierra, bien para formar arcos sobre entradas, o bien embocaduras de vanos, y puede que quizá les hayan dicho que éstos eran las costillas de ballenas.»
Narraciones de un expedicionario ballenero en el océano Ártico.
«No fue hasta que las lanchas regresaron de la persecución de estas ballenas, que los blancos vieron su barco en sangrienta posesión de los salvajes enrolados entre la tripulación.»
Relato periodístico de la toma y recuperación del ballenero Hobomack.
«Es generalmente bien sabido que entre las tripulaciones de navíos balleneros (americanos) pocos vuelven en los barcos a bordo de los que partieron.»
Travesía en una lancha ballenera.
«De pronto una poderosa mole emergió del agua, y salió lanzada perpendicularmente en el aire. Era la ballena.»
Miriam Coffin o el pescador de ballenas.
«La ballena está arponeada, sin duda; pero haceos idea de cómo manejaríais a un brioso potro salvaje con la única herramienta de una soga atada a la base de su cola.»
Un capítulo sobre pesca de la ballena en Ribs and Trucks.
«En una ocasión vi a dos de estos monstruos (ballenas), probablemente macho y hembra, nadando lentamente uno tras el otro, a menos de un tiro de piedra de la costa (Tierra del Fuego), sobre la cual el haya extendía sus ramas.»
Viaje de un naturalista, de Darwin.
«“¡Ciar a tope!”, exclamó el primer oficial, cuando al volver la cabeza vio las distendidas mandíbulas de un gran cachalote cerca de la proa de la lancha, amenazándola con instantánea destrucción; ... “¡Ciar a tope, por vuestras vidas!”.»
Wharton, el matarife de ballenas.
«¡Ánimo, muchachos! ¡No desfallezcáis en la faena
mientras el osado arponero le acierta a la ballena!»
Canción de Nantucket.
«Ah, la excepcional vieja ballena, entre tormenta y galerna
En