Эротические рассказы

La profecía del malaje. Julio Muñoz Gijón @RancioЧитать онлайн книгу.

La profecía del malaje - Julio Muñoz Gijón @Rancio


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      © Julio Muñoz Gijón, 2020

      © de las ilustraciones: Cristina Domínguez Ruiz, 2020

      © de esta edición: el paseo editorial, 2020

       www.elpaseoeditorial.com

      1ª edición: noviembre de 2020

      El autor y la editorial quieren manifestar que todos los personajes, lugares y marcas comerciales que aparecen en esta novela, y sus secuelas, son ficticios y/o están mencionados en el marco de una ficción humorística sin ningún parecido con la realidad, con efectos de exageración y con la mejor intención posible y, en ningún caso, mediante contraprestación de ningún tipo.

      Diseño y preimpresión: el paseo editorial

      Cubiertas e ilustraciones: Jesús Alés (sputnix.es)

      Maquetación ePub: sputnix.es

      Ilustración de portada: Fernando Cadenas

      Corrección: Deculturas, S.C.A.

      i.s.b.n. 978-84-122973-0-0

      código thema: FU

      No se permite la reproducción, almacenamiento o transmisión total o parcial de este libro sin la autorización previa y por escrito del editor.Reservados todos los derechos.

       A Cristi, Emi, Rufo, Diego, Luis, Kike, Charlie, Dani P. y Dani Gamero por ser las 9 personas que siempren leen primero mis borradores y me los mejoran.

      

       De todos, en especial, a Dani Gamero,

       por darme buenas ideas, quitarme malas

       y para que nunca me escriba ninguna carta.

      

       A Carlos y todos los amigos de Magma por dejarme escribir esta novela allí. Eso sí, hubo momentos en los que pasé canguelillo con aquello tan grande solo para mí.

       «Sevilla es el lugar en el que

       el diablo se siente más a gusto.»

      Santa Teresa

      

       «Malaje: Dicho de una persona,

       desagradable, que tiene mala sombra.

       Procede de la contracción

       de las voces “mal ángel”.»

      Real Academia de la Lengua Española

      UNO

      Unos cincuenta turistas escuchan atentos a un guía de pelo cano delante de una casa del barrio Santa Cruz. Lleva una camiseta en la que se lee «Sevilla Ghost» y un signo de los Cazafantasmas. Habla por un micro de diadema.

      –Y aquí tenemos uno de los misterios menos conocidos de la ciudad de Sevilla. Por favor, fijaos atentamente en esta casa. Estamos en la plaza de Alfaro, en pleno corazón del barrio Santa Cruz, uno de los lugares más turísticos de la ciudad. Sin embargo, son pocos los que se fijan en que esta casa tiene una reja distinta en cada una de sus ventanas. Ninguna es igual a otra.

      Los turistas giran sus cabezas tras escuchar la traducción simultánea en sus auriculares y comienzan a señalar las rejas y comentar entre ellos en varios idiomas. El guía continúa y se acerca a una.

      –De las catorce que hay, la más llamativa es esta, la conocida como «La Reja del Diablo».

      La atención de todos se centra ahora en una reja de barrotes de hierro que forman cuadrados. El guía la toca.

      –Los barrotes no están ni soldados, ni atornillados, ni pegados… De algún modo, imposible de entender, se han retorcido de una manera sobrenatural. Como si el hierro fuera blando y se pudiera moldear.

      Los turistas están perplejos.

      –Ningún herrero del mundo ha sido capaz de explicar cómo se forjó esta reja, ni quién lo hizo. Es imposible incluso con las técnicas de hoy en día. Por eso, porque la única explicación es que el mismísimo demonio quisiera encerrar algo aquí y hubiera retorcido los barrotes de metal… Se la conoce como «La Reja del Diablo».

      Los turistas se quedan en silencio. Uno levanta la mano.

      –Sevilla es una ciudad muy vinculada a la religión, ¿no? ¿Hay muchas referencias al mal aquí?

      –Bueno, te puedo asegurar que un agosto en Sevilla es lo más cercano al infierno que hay en la tierra.

      Todos ríen. Pero el guía cambia el gesto.

      –Hay rastros, sí. Piensa, por ejemplo, en Belcebú. Es uno de los nombres que se le da al Anticristo, ¿verdad? Ese nombre aparece en el Antiguo Testamento original como «Baal Zebub», que podríamos traducir como «El príncipe de las moscas». Pensad en las moscas como símbolo de enfermedad, dolor, miseria… muerte.

      Los turistas escuchan sin pestañear.

      –Ahora vamos a Sevilla. El nombre de Sevilla nace de cómo los musulmanes pronunciaban su designación romana, Hispalis, que a su vez viene del nombre fenicio His Baal.

      Todos callan.

      –Encontramos en el origen del nombre de la ciudad la misma palabra «Baal», que veíamos en Belcebú.

      Otro de los turistas no reprime su curiosidad.

      –¿Y qué significa His Baal?

      El guía se pone sombrío.

      –«La ciudad del Príncipe».

      En ese momento, las campanas de la catedral comienzan a redoblar sin parar.

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      DOS

      Comisaría de Sevilla. En una sala de reunión, los policías están esperando y hablan entre ellos. El inspector Villanueva mira al agente Jiménez que está de pie, contando algo, mientras los compañeros tienen una sonrisa en los labios.

      –Ese nota tieso… pero tieso, tieso. Buscando trabajo desesperado y ya no sabe a dónde ir. Total, que va a un zoo. Se encaja allí, pide hablar con el director, y el director pues le recibe. «Bueno, pues dígame usted, ¿qué le pasa?». Y el hombre que se derrumba y empieza: «Mire usted, que yo estoy tieso, pero tieso, fíjese si estoy tieso que en la Feria pierdo a los niños queriendo para tener una caseta a la que ir».

      Todos se ríen. Jiménez sigue.

      –«Que tengo dos criaturas que comen más que un alcalde nuevo y necesito un trabajo como sea, por favor». Total, que el dueño del zoo le dice: «Pues mire, no se lo va a creer usted, pero hemos tenido una baja justo hoy». Ese hombre que se vuelve loco de contento. «Ay, no me diga, qué cosa más grande, ¿y de qué es el trabajo?». «Pues mire, aquí en el zoo es que estamos tiesos también y como no tenemos dinero para comprar un mono, pues teníamos a un hombre disfrazado. Nosotros le damos el disfraz, los plátanos… todo. Usted se viene en el horario del zoo y hace ahí sus monerías con el traje. Le damos de alta y todo, todo por derecho».

      Los compañeros, incluido Villanueva, se ríen.

      –«Le dan de alta», dice. ¡En el epígrafe de mono!

      Jiménez sigue.

      –Total, que el hombre se queda así un poco rayado, pero dice: «¿De mono? Bueno, pues venga, lo que sea». «Ea, pues aquí tiene usted el traje de mono, puede empezar ya hoy».


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