Avances en psicología del deporte. Alejo García-Naveira VaamondeЧитать онлайн книгу.
no solo elegir la música tiene estos efectos, sino que la creencia de que la música ha sido personalmente elegida genera los mismos resultados. En un experimento con 34 mujeres que acudían a clase de aeróbic, a las participantes del grupo experimental se les preguntó sobre sus gustos personales de una lista de canciones típicamente utilizadas en aeróbic, mientras que al grupo control no se le realizó tal consulta. Tras el entrenamiento de ambos grupos con la misma música, se observó que las mujeres que creían haber seleccionado las canciones habían realizado un entrenamiento más duro, además de terminar con mejor humor y más pensamientos positivos (Dwyer, 1995).
En consecuencia, a nivel neurológico también se evidencian las preferencias musicales, pues se produce mejor actividad en los sectores premotores y cerebelosos con un tiempo preferido que con uno no preferido (Kornysheva, Von Cramon, Jacobsen y Schubotz, 2010).
Variaciones en la percepción de la tarea deportiva
En un estudio de Karageorghis et al., (2009) se afirma que, si bien la música no puede moderar lo que uno siente durante el ejercicio de alta intensidad, sí puede incidir y provocar cambios en cómo se siente. Estos autores encontraron que los deportistas que realizaban una actividad deportiva intensa con acompañamiento musical percibían haber hecho un menor esfuerzo que los que habían practicado la misma actividad sin estimulación musical. Es decir, que los primeros no tenían la sensación subjetiva de haber trabajado tan duro.
En una situación experimental, Miller, Swank, Manire, Robertson y Wheeler (2010) llegaron a la conclusión de que las personas que habían escuchado música durante el ejercicio referían haber disfrutado más y reportaban menor sensación de cansancio que las que habían entrenado sin música, a pesar de que las variables fisiológicas registradas (tasa cardíaca, frecuencia respiratoria...) indicaban mayor esfuerzo. A la misma conclusión llegan los estudios de Szmedra y Bacharach (1998), Tenenbaum et al. (2004) y Macone, Baldari, Zelli y Guidetti (2006).
Aumento de afectos positivos
La intervención musicoterapéutica en el ámbito deportivo puede dirigirse a maximizar el entrenamiento o a reducir las sensaciones negativas, como el cansancio, y aumentar las positivas.
Hay que señalar que el hecho de introducir música no solo aumenta las emociones positivas, sino que minimiza las sensaciones negativas como la tensión, depresión o enfado (Bishop, Karageorghis y Loizou, 2007).
Una posible explicación para ello es que la música permite que la atención se concentre en otros aspectos distintos del cansancio u otros sentimientos internos negativos, lo que facilita el ejercicio (Boutcher y Trenske, 1990). Hutchinson y Tenenbaum (2007) destacan la importancia de estas cogniciones en la percepción del esfuerzo percibido.
Anteriormente, esta se había explicado únicamente tomando como base la forma física del deportista y su nivel de entrenamiento, pero estos autores señalan que, si bien es cierto que la forma física puede determinar dos tercios de la percepción de esfuerzo, el tercio restante responde a las estrategias psicológicas individuales.
Teniendo en cuenta este aspecto atencional, algunos estudios han puesto de manifiesto la obtención de mejores resultados al realizar escuchas individuales que grupales, pues de esta forma la atención está más vinculada a la música, mientras que en el trabajo en grupo esta se reparte en aspectos sociales o relacionales (Egermann et al., 2011).
Eficacia autopercibida
Cuando hay música, aumenta la percepción de haber realizado correctamente la tarea (Schwartz, Fernhall y Plowman, 1990) y se percibe la experiencia de forma más positiva (Denora, 2000). Al aumentar las emociones positivas, incrementa la sensación de disfrute, y esto hace más probable que se repita la conducta, es decir, que la persona vuelva a realizar la actividad deportiva. Al respecto, existen estudios de tipo cualitativo que muestran un aumento de la adherencia al ejercicio cuando se introduce música como elemento motivador (Annesi, 2001; Priest y Karageorghis, 2008).
Y el estudio de Tenenbaum et al. (2004) examina el efecto de la música en los pensamientos de un grupo de corredores. Los deportistas afirmaron que la música les motivaba a continuar, aunque no se apreciaron diferencias reseñables en los resultados deportivos.
Experiencia de flujo
Un estudio realizado por Pates, Karageorghis, Fryer y Maynard (2003) mostró que, tras aplicar la Escala de Experiencia de Flujo (Flow State Scale [FSS]) de Jackson y Marsh (1996), la sensación de flujo fue mayor al introducir la música.
Otra investigación, diseñada para atletas suecos, demostró que los que corrían con música tenían más afectos positivos, motivación y experiencia de flujo (Laukka y Quick, 2011). La experiencia de flujo percibida en el deporte ha mostrado ser similar a la que experimentan, por ejemplo, los músicos al interpretar una pieza musical (Sinnamon, Moran y O’Connell, 2012).
Otros factores que pueden afectar a la motivación
Dada la importancia de la variabilidad individual en la motivación, se ha contemplado una serie de factores que podría tener repercusión en el efecto de la música.
El género ha mostrado ser influyente a la hora de observar efectos de la estimulación musical. En un estudio se comparó una música motivacional, una puramente rítmica acorde a la regulación de los movimientos y un momento de ausencia de música, y se llegó a la conclusión de que las mujeres respondían mejor ante cualquier música que ante la ausencia de la misma, mientras que los hombres lo hacían mejor ante la música más estrictamente rítmica. Así pues, el ritmo es un elemento importante a tener en cuenta a la hora de seleccionar la música en un equipo masculino, pues existe una clara preferencia por la música con ritmos fuertemente definidos (Karageorghis et al., 2010).
Crust y Clough (2006), por su parte, estudiaron la importancia de la personalidad en el experimento anteriormente mencionado, en el que exploraban la influencia de los componentes musicales, y llegaron a la conclusión de que las personas emocionalmente más sensibles responden más a estímulos melódicos y armónicos que a ritmos idénticos sin estos elementos musicales.
Instrumentos de medida
Ante tal situación, se planteó la necesidad de diseñar algún instrumento que pudiera predecir la calidad motivacional de la música en el entorno deportivo analizando las respuestas fisiológicas. Y fue así como se creó el Brunel Music Rating Inventory (BMRI), dirigido a estos fines (Karageorghis et al., 1999).
Para diseñarlo, se usó como muestra un grupo de 334 instructores de aeróbic, por considerarlos expertos a la hora de seleccionar música para el ejercicio físico, y un test de 13 ítems y 4 factores ya descritos en este trabajo (respuesta rítmica, musicalidad, impacto cultural y asociaciones).
Tras observar algunas limitaciones de dicho instrumento, se revisó y se creó el Brunel Music Rating Inventory-2, en el que el cuestionario está reducido a tan solo seis ítems (Karageorghis, Priest, Terry, Chatzisarantis y Lane, 2006).
Mientras que el BMRI iba dirigido únicamente a expertos, este último también es aplicable a sujetos no especializados en la materia. Esto es, para diseñar el primero únicamente se tuvieron en cuenta instructores de aeróbic, mientras que en la revisión se incluyeron meros deportistas, sin conocimientos sobre selección musical.
Otro cambio importante que se produjo en este último instrumento fue el vocabulario empleado en el BMRI, pues se utilizaban algunos conceptos técnicos musicales que no eran comprendidos por los sujetos que realizaban el test.
Por otro lado, el concepto de música motivacional se amplía y, además de incitar a comenzar el ejercicio físico, como se consideraba en el BMRI, prolonga o intensifica el entrenamiento.
Visualización y música
Al usar la técnica de visualización entran en juego aspectos mentales internos, además de las emociones, por lo que la opción de establecer una interacción entre música e imaginería suscita cierto