Boda en Eilean Donan. Lorraine MurrayЧитать онлайн книгу.
lo que se desprendía de sus palabras era su padre el que quiere vernos. Y supongo que aparecerán los novios. ¿Por qué te interesa saberlo? —Había un toque pícaro en la pregunta de Karen.
—Por nada en especial. Solo que no me ha parecido muy metido en el tema de la boda de su hermana.
—Mujer, te ha dejado claro que no es su boda. Que él no ha preparado nada. Han sido los novios con la ayuda del padre de ella los que parecen haberla estado organizando.
—A lo mejor es de la clase de personas que no cree en ellas. —Denise encogió sus hombros sin darle la mayor importancia.
—Sí, pudiera ser.
—Está bien. Voy a ducharme.
—Yo iré echando un vistazo al castillo, aunque sea a través de su web. —Se sentó con el móvil en su mano y comenzó a navegar por la red. Sin embargo, no pudo evitar pensar en Andrew y en el comentario de Denise con respecto a este. Tal vez su amiga tuviera razón y a él no le gustaran las bodas. Había mucha gente que era de la misma opinión. O no le agradaban las ceremonias tan fastuosas como esta, y prefería algo más íntimo y familiar. Frunció los labios intentando encontrar la respuesta, pero la aparcó cuando se dijo que no le interesaba lo más mínimo. Tampoco entendía a qué venía su interés en la opinión de él al respecto de las bodas. Volvió su atención hacia la pantalla del móvil y a las imágenes de Eilean Donan.
Andrew salió del periódico con el tiempo justo para llegar al hotel a la hora acordada. A su padre le había parecido bien porque le daba tiempo a avisar a los demás. Camino del hotel, Andrew volvió a pensar en Karen. Después de haber navegado por su web profesional, y haber contemplado sus propias imágenes, había hecho lo mismo en sus redes sociales. Había despertado su curiosidad por saber qué tipo de mujer era. Sonrió ante esta ocurrencia. Una que sin duda llamaba la atención por su atractivo.
Cruzó la puerta del hotel y no necesitó caminar demasiado para encontrar a sus padres y a los de Fraser charlando de manera distendida. También estaban Ilona y Fraser. No veía por ningún lado a Karen ni a Denise. Echó un vistazo al reloj y vio que pasaban algunos minutos de la hora acordada. Nada anormal.
—Ya has llegado —dijo su padre saludándolo.
—Sí. Pero veo que ellas no han bajado todavía —comentó echando un vistazo por allí antes de fijarse en las dos mujeres que salían de uno de los ascensores. Ambas se dirigieron hacia el grupo que formaban ellos, cuando reconocieron a Andrew. Este se fijó en Karen cuando la vio avanzar hacia ellos. No podía sacarse de la mente la imagen que tenía de ella. La de la web. En esta ocasión no tenía aspecto de motera, aunque verla con aquellos vaqueros ceñidos a sus caderas y aquella camisa de color vino, tampoco la desmerecía. El pelo suelto cayendo sobre su rostro y sus hombros. No se había perfilado los ojos ni pintado los labios, aparecía al natural, lo que llamó más su atención. Se fijó en su compañera Denise, para no quedarse contemplándola a ella de una manera descarada. Era guapa, pero en otro sentido. No llamaba la atención como su colega. Aunque tenía un toque que haría que cualquiera se fijara en ella.
—Sentimos haceros esperar —dijo Karen deteniéndose ante él, ya que era su anfitrión y el que debería hacer las presentaciones. Pensó que no estaría, por su manera de hablar por el móvil. Pero allí estaba. Con ese toque de no parecer estar a gusto en esa situación. Con su aspecto de despistado, el mismo que había visto en la terminal del aeropuerto hacía algunas horas. Ella sonrió de manera tímida.
Andrew pensó que la cercanía con ella acrecentaba su atractivo. Era la primera vez que la tenía tan cerca, a escasos pasos de él. Esto, añadido a la curiosidad que había despertado en él navegar por su web, lo ponía algo nervioso.
—Yo también acabo de llegar. Venid que os presente a la familia.
Las dejó solas charlando con los novios cuando las presentaciones hubieron terminado.
—¿No te parece que es una mujer encantadora? —la pregunta de su madre lo desconcertó.
—No he tenido mucho tiempo para hablar con ella. Imagino que tiene que serlo, dado su trabajo, ¿no? Debe ganarse la confianza de sus clientes para que todo salga bien.
—¿Y a ti cuándo te veremos en una situación parecida, Andrew? —la pregunta de Evelyn, la madre de Fraser, le provocó una sonrisa irónica. Esta era una mujer elegante. Con el pelo corto de color caoba y la mirada azul. Su estilo era impecable, claro que con dinero todo era posible, se dijo Andrew pensando en su estatus social. Su marido era uno de los hombres más pudientes de Escocia. Poseía una fábrica de tartán con la que después se confeccionaba el kilt y varias tiendas en el país, que le otorgaban unos beneficios jugosos.
—Tengo un periódico que dirigir. Y eso requiere muchas horas de trabajo, como puedes imaginar.
—Pero imagino que en alguna ocasión echarás de menos la compañía de una mujer. No puedes estar pensando siempre en tu trabajo. —Evelyn miró a Eileen, en busca de apoyo para su causa. Pero esta no decidió desviar la atención de ese tema.
—Mi hijo no tiene prisa por formar una familia —le aseguró esta, tratando de ser comedida en su respuesta. Todo indicaba que Evelyn había pasado por alto lo que sucedió con Andrew y su cuñada Fiona.
Él se limitó a asentir sin decir nada más y fijó su atención en la mirada de Karen. Ella se había vuelto para encontrarse con la de él. Solo se trató de un segundo o dos a lo sumo, antes de que ella la apartara de manera rápida, y él dejó de prestar atención a la conversación que mantenían su madre y su futura consuegra.
Decidió centrarse en su padre, que regresaba de la recepción en ese momento.
—Podemos pasar al restaurante, donde nos prepararán una mesa —dijo a todos, señalando hacia este.
Andrew se retrasó solo para contemplarla. No podía negar que la francesa lo desconcertaba. Esperaba que a medida que pasaran los días esa sensación se normalizaría y al final se convirtiera en una mera anécdota.
—¿Cómo marcha todo?
El gesto de él cambió de inmediato cuando la voz de Ilona lo sacó de sus pensamientos.
—Seguro que mejor que a ti. ¿Nervios, hermanita?
—Van in crescendo. Pero no se lo digas a mamá o le dará algo.
—Descuida. Tu secreto está a salvo conmigo.
—¿Qué tal con ellas? —Hizo un gesto con su mentón en dirección a Karen y a Denise, que avanzaban hacia el restaurante escoltadas por su padre y por Edmund, su futuro suegro.
—¿Por qué todos me estáis haciendo la misma pregunta desde que he llegado? —Se detuvo para mirar a su hermana con curiosidad.
—¿Todos te la han hecho? —le preguntó ella con gesto de sorpresa.
—No sé qué esperáis que diga. No he tenido tiempo suficiente para hablar con ellas, excepto para preguntarles qué tal el viaje y poco más. La he llamado como me indicó nuestro padre para pedirle que estuvieran en el vestíbulo esta tarde porque queríais hablar con ellas sobre el reportaje. No hemos intercambiado más palabras.
Ilona sonrió con un leve movimiento de su cabeza.
—Entiendo. Tal vez lo hagamos porque no eres muy dado a relacionarte con la gente después de lo de William y Fiona. Supongo que ya sabes que vendrán. —Ilona entornó la mirada hacia su hermano para asegurarse de que lo sabía. Le preocupaba su reacción, no porque fuera su boda, sino porque no quería verlo sufrir más.
—Lo sé. Es lógico que vengan a tu boda.
—¿Sigues sin hablarles?
—Bueno… Imagino que llegará el día que tenga que hacerlo, ¿no? No te preocupes por tu día. No voy a estropearlo.
—Sé que no vas a hacerlo, pero no es por eso por lo que te pregunto. Quiero que estés bien —le dijo reteniéndolo por el brazo y mirándolo