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Educación, arte y cultura. Juan Sebastián Ariza MartínezЧитать онлайн книгу.

Educación, arte y cultura - Juan Sebastián Ariza Martínez


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sería el Colegio Mayor, futura alma máter de José Joaquín, el espacio convertido en prisión. “Después de haber pasado mi padre un mes en la cárcel, supimos una mañana que habían trasladado muchos presos al Colegio del Rosario, y que uno de ellos era el Dr. Ortiz. Tan llena de patriotas estaba la cárcel que se hizo necesario adoptar aquella providencia, sin que por eso tardara mucho en llenarse de presos el edificio del Colegio”.4

      Ante la ausencia de Ortiz Nagle, fue doña Isabel Rojas quien asumió las cargas del hogar. Con siete hijos, doña Isabel tuvo que partir a Paipa para sobrellevar la situación con la ayuda de un negro libre proveniente de Venezuela, llamado Benedicto Nieves, y quien había servido a José Joaquín padre. Nieves facilitó a los hermanos varones sus primeros estudios al ponerlos en la escuela del maestro Antonio Garrido, en 1818.5 “Dedicado á su trabajo y á sus cortas agencias, [Benedicto] llevaba á mi madre cuanto ganaba, lo que nos servía para tomar una pobre sopa, y para cubrirnos con unos más pobres vestidos”.6 Además de convertirse en salvaguardia de la familia, Benedicto Nieves permite entrever la capacidad de agencia que los negros poseían para entonces en el territorio neogranadino. La abolición de la esclavitud se posicionaba como otra de las promesas que traería consigo la libertad y le permitía a la gente negra adquirir una mayor autonomía en el manejo de sus vidas.7 Nieves abrió una panadería para generar ingresos a la familia y tuvo capacidad de decisión sobre la vida de los hermanos Ortiz, hecho que puede representar un guiño a la movilidad social de la población negra durante los procesos independentistas. Su deceso, a finales de 1818, supuso una gran pena para la familia: “LIorámos mucho su pérdida, y la lloramos muy de veras, y no hay día de esta vida en que no bendigamos su memoria”.8

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      “A un joven poeta”, poema de José Joaquín Ortiz, manuscrito por Rafael Pombo en uno de sus cuadernos personales, 26 de marzo de 1855. Manuscrito inédito: Rafael Pombo. Tinta sobre papel. Biblioteca Nacional de Colombia. Bibliotecas de autor. Fondo Rafael Pombo 17-18, p. 267.

      El escenario cambió con el triunfo de las tropas patriotas en 1819. Con la instauración del sistema republicano y la expulsión de las autoridades españolas del territorio, se abría paso a una nueva cultura política liderada por las élites criollas. La naciente república hizo necesario repensar un sistema educativo que fortaleciera la alfabetización y agrandara el electorado para afianzar los proyectos republicanos.9 Este espíritu de renovación favoreció a los hijos de varios próceres de la independencia al facilitarles el acceso a la educación; no obstante, el acceso a instituciones educativas de calidad, como el Colegio del Rosario o la Javeriana, era exclusivo para hombres pertenecientes a familias pudientes.10 Así, José Joaquín, además de haber estudiado humanidades en el Colegio Mayor del Rosario, logró estudiar jurisprudencia en el Colegio Mayor de San Bartolomé. Unas memorias de Rafael María Carrasquilla, futuro rector del claustro rosarista, sostuvieron:

      Sea este el lugar de advertir, que acaeció al señor Ortiz lo que […] les ha acontecido á muchos compatriotas distinguidos: hacen estudios de jurisprudencia ó medicina, y luégo dejan aquellas profesiones á que no tienen afición, y se consagran á tareas de diverso género. Las Musas, y no Temis, atraían con irresistible fuerza al flamante abogado, y, apenas salido del colegio, principió á cultivar la poesía, que tan alto puesto le ha dado entre los hombres de nuestra Patria colombiana.11

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      Firma de José Joaquín Ortiz. Papel Periódico Ilustrado. Publicación impresa. N.° 6, año 1, p. 93. 1 de diciembre de 1881.

      La intervención de Carrasquilla invita a reflexionar sobre la “distinción” que ciertas carreras otorgaban, a pesar de la carencia de vocación que el estudiante pudiese tener frente a ellas. De la misma forma, es sugerente enmarcar el estudio de la jurisprudencia dentro de un periodo en el cual se estaba reacomodando la burocracia ante el nuevo escenario político y la consolidación de un Estado soberano heredado de la ruptura con España.12 Para el caso de Ortiz, si bien obtuvo su título como abogado, decidió articular su profesión junto a su habilidad con la pluma. Las letras se convirtieron en una de sus ocupaciones principales, al punto de ser uno de los fundadores, en 1836, del periódico literario La Estrella Nacional. Dicho impreso se publicó en alianza con Francisco Javier Caro y tuvo por objetivo convertirse en el primer periódico consagrado a la literatura en el país.13

      En él, José Joaquín publicó su primera novela: María Dolores o la historia de mi casamiento, historia considerada la primera novela publicada del siglo XIX en el territorio neogranadino.14 Esta obra continuó su publicación, en 1841, en otro de los proyectos del periodista: el periódico semanal El Cóndor. Además de su orientación literaria, este semanario sentó su postura frente a la situación política del momento. Las páginas del impreso circulaban, al son de la guerra de los Supremos, un conflicto que consolidó los poderes regionales y locales de la Nueva Granada, y que, además, derivó en la conformación de los partidos políticos.15

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      Fragmento de portada de la publicación “La guirnalda: Colección de poesías y cuadros de costumbres”, 1855. Publicación impresa: José Joaquín Ortiz Rojas. Imprenta de Ortiz y Compañía. Colección de la Biblioteca Digital de la Biblioteca Nacional de Colombia.

      Bajo el gobierno de José Ignacio de Márquez, la guerra de los Supremos, que abarcó de 1839 a 1842, se caracterizó por el desarrollo de varias rebeliones en el país que, en principio, se produjeron ante la supresión de varios conventos menores para convertirlos en escuelas; sin embargo, las tensiones por el control territorial se posicionaron como los antecedentes de esta guerra civil. José Joaquín Ortiz, quien para entonces era un “hombre de una pieza como conservador neto y católico sin adjetivos”,16 se unió a las filas de Bogotá, por la defensa del centralismo y la religión católica: “José Joaquín, que empuñó las armas en 1840 sin cobrar sueldo alguno, formó en la milicia cívica encargada de la custodia de la ciudad, que en su calidad de guardia de reserva debía batirse en el último caso”.17 Su convicción por esta causa se legitimaba bajo un discurso patriota sustentado en un deber moral emanado de los preceptos religiosos. Desde El Cóndor escribió: “I si Dios corona de triunfo nuestras banderas, el nombre del héroe que haya tranquilizado la nacion, será eterno; i los granadinos le levantarán altares en sus corazones. Pero si la suerte nos quita la victoria, acabarémos de una vez hundiendo en nuestra sepultura, con nuestros cadáveres i nuestras desgracias, el nombre de República de la Nueva Granada” [sic].18

      La victoria favoreció al sector del conservatismo y dio paso a la promulgación de la Constitución de 1843. En ella se proclamaba a la religión católica como única religión reconocida en la república19 y daba a la Iglesia católica una mayor influencia en el manejo del poder dentro del Estado, hecho que daría paso a las subsiguientes guerras civiles.20 Dicha institución se consolidó como un pilar de la construcción nacional, a la vez que supuso un factor de polarización, pues muchos de sus proyectos estuvieron motivados políticamente y buscaron un resultado político;21 sin embargo, el nuevo ambiente comulgaba con las convicciones políticas de José Joaquín, quien, además, contrajo matrimonio por esa misma época con Juliana Malo, “sobrina del general José María Ortega y de D[on] Antonio Nariño, ilustre fundador de la República”.22 De esta relación nacieron once hijos.

      La mitad del siglo XIX en la vida de José Joaquín fue un periodo fecundo para sus publicaciones. A lo largo de la consolidación de los partidos políticos, el periodista redactó, en 1847, otro periódico: El Conservador. Esta publicación tenía por objetivo instruir al pueblo en religión y moral, para afianzar el catolicismo dentro del territorio.23 Además, publicó el primer tomo del Parnaso Granadino, obra que recopilaba poesías de varios personajes granadinos para reivindicar, a juicio de Ortiz, la pluma del territorio nacional. El también poeta sostenía que la Nueva


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