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Cooperar para crecer. Francisco Zariquiey BiondiЧитать онлайн книгу.

Cooperar para crecer - Francisco Zariquiey Biondi


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“pretemporada”

      Puede suceder que, a pesar de haber formado grupos-base heterogéneos con excelente habilidad consiguiendo un plato de lo más sabroso —y aplicando todos los criterios definidos anteriormente—, observes que algo no funciona y veas la necesidad de realizar algunos cambios. ¿Qué hacer en ese caso? Para que no te suponga un quebradero de cabeza, vamos a proponerte una solución que hemos denominado como la “pretemporada” y que se desarrolla del siguiente modo:

      • Realiza una propuesta de grupos para tus alumnos. Recuerda que su colocación dentro de los equipos va a determinar quién trabaja con quién y que cualquier cambio puede condicionar la dinámica cooperativa.

      • Empieza la “pretemporada”: una semana en la que los grupos se asumen como “provisionales” y, por tanto, se pueden hacer cambios. Durante esa semana, tanto tú como cualquier otro profesor que realice alguna actividad en tu aula, podéis valorar el funcionamiento de los equipos —por ejemplo, que en alguno de ellos no haya un alumno capaz de ayudar—.

      • Tomando como referencia tus observaciones o las sugerencias de tus compañeros docentes, realiza las correcciones y los cambios que consideres oportunos y posibles.

      • Pasada la “pretemporada” los equipos se dan por cerrados. Ahora bien, esto no significa que si las cosas no funcionan no puedas hacer algún cambio puntual. Pero, en principio, estos serían los equipos-base con los que deberías trabajar durante el tiempo que hayas establecido para los agrupamientos.

Llegados a este punto, podrías empezar a diseñar tus agrupamientos. Pero hazlo a lápiz, con la idea de poder borrar y realizar los cambios que consideres pertinentes. Recuerda que para eso está la “pretemporada”.

      Disponemos el aula

      Hasta ahora, ya has diseñado los grupos, los has creado, has establecido quién va a trabajar con quién, y eso en unas pocas páginas. Ahora te queda un último detalle: colocar el aula de forma que el trabajo de los equipos resulte eficaz. Puede parecer cuestión de poner una mesa aquí, una mesa allá, pero vas a comprobar, en las próximas líneas, que no es un tema que pueda tomarse a la ligera, pues influirá enormemente en la interacción que surja entre tus alumnos.

      Piensa que el contexto es un elemento determinante a la hora de explicar las conductas de los individuos. Solo hace falta echar un vistazo al largo catálogo de investigaciones y estudios que ha desarrollado la psicología social para entender hasta qué punto nuestra conducta también depende de dónde estamos y no solo de quiénes somos.

      La distribución del aula condiciona la dinámica de trabajo que se desarrolla en ella (Johnson, Johnson y Holubec, 1999b:47-48), ya que manda a los niños un mensaje muy claro con respecto al tipo de conductas que tú —su profe de referencia— consideras apropiadas:

      a. Influye decididamente en la forma en que, tanto alumnos como profesores, os comunicáis y participáis en las actividades.

      b. Promueve u obstaculiza la interacción entre los niños.

      c. Facilita o dificulta la circulación dentro del aula y la transición entre actividades distintas, aspecto esencial para los niños de Educación Infantil.

      d. Orienta el trabajo de los alumnos, contribuyendo a aumentar o disminuir las disrupciones.

      Tomando como referencia a los hermanos Johnson (Johnson, Johnson y Holubec, 1999b:48-49), para disponer el espacio podemos establecer las siguientes premisas:

      1. Proximidad

      No puede producirse interacción en un contexto cooperativo si no hay miradas, ayuda, diálogo, intercambio de materiales y opiniones, por lo que es indudable que la primera condición para que los niños interactúen es que estén juntos. Además, no olvides que la intensidad de tu dolor de cabeza será directamente proporcional a la distancia que haya entre las cabezas de los alumnos que trabajan juntos.

      Para promover una participación más equitativa, debes crear una situación en la que las mesas de los alumnos del mismo grupo estén lo más próximas posible, garantizando así que todos tengan fácil acceso a sus compañeros.

      En función del tipo de mobiliario de tu aula, puedes encontrar distintas opciones:

      • Con mesas individuales —poco comunes en Educación Infantil—: puedes formar grupos de tres, cuatro o cinco alumnos, en función de la ratio. En estos casos, los alumnos podrán trabajar fácilmente en parejas o en grupo.

      • Con mesas redondas, cuadradas o hexagonales, mucho más comunes en nuestra etapa. En este caso, será necesario establecer muy claramente las parejas, para que sepan siempre con quién tienen que trabajar cuando subdividamos el equipo.

      ¿Cómo conseguir que los alumnos estén lo más juntos posible en Infantil con mesas indivisibles?:

      1. Poniendo menos alumnos por mesas (en el caso de tener mesas de más).

      2. Separando las mesas hexagonales para formar grupos de cuatro.

      3. Trabajando con parejas o tríos que estén juntos dentro del grupo, con la idea de subdividirlo.

      En general, debes tener en cuenta que, en aulas pequeñas, se rentabiliza el espacio formando grupos grandes y, además, que la colocación de las mesas debe garantizar que los alumnos puedan moverse en cualquier momento hacia un centro de interés, que suele ser la zona en la que se desarrollan las explicaciones o las actividades que implican a todos los alumnos del aula.

      2. Movilidad

      Ahora ya están hombro con hombro, pero ¿los grupos están lo suficientemente separados como para que no interfieran unos con otros? Te estarás preguntando por qué te planteamos esto. Lo hacemos por tres motivos fundamentales:

      • Por ellos. Quien conoce bien a los niños de Infantil sabe que para ellos el movimiento es básico. Se levantan, van a tu mesa o a la de los compañeros, cogen y dejan las fichas, los libros, el material. En pocas palabras: necesitan espacio.

      En aras de conseguir esa movilidad, puedes habilitar las “rutas” más eficaces para llegar a los distintos cometidos; incluso, puedes concretar el “sentido de la marcha”. Todo es cuestión de ensayarlo unas cuantas veces. También puede servirte, para rentabilizar el espacio, crear algún grupo más grande, como dijimos anteriormente, ya que en este caso está perfectamente justificado.

      • Por ti. Piensa que tú también necesitas tener un acceso fácil y ágil para llegar a todos los niños, especialmente en el caso de aquellos que demandan una atención más personalizada. Por ello, debes asegurarte de que puedes llegar fácilmente a todos los grupos para supervisar la tarea o sentarte junto a los que puedan tener algún tipo de dificultades para realizarla.

      3. Visibilidad

      Cuando coloques tu clase, deberías tener en cuenta que todos los niños puedan verte cuando necesites llevar a cabo alguna explicación, sin tener que moverse demasiado o adoptar una posición incómoda.

      Seguramente ya tienes alguna estrategia para recuperar la atención de tus alumnos cuando sea necesario, pero piensa que esto es especialmente importante cuando los niños están trabajando en equipo. Si consigues que los alumnos diferencien claramente una situación de trabajo grupal del momento de la explicación, habrás logrado uno de los puntos básicos de las dinámicas cooperativas.

      Para ello, es aconsejable colocar las mesas de forma que a los niños les resulte fácil atender tus explicaciones sin que eso les exija


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