Cooperar para crecer. Francisco Zariquiey BiondiЧитать онлайн книгу.
de dificultad a nuestra tarea.
Después de este bonito paréntesis en el que has confirmado que —aunque a veces te den mucho trabajo— te encanta tu clase, llega el momento de reflexionar sobre qué información de cada uno de ellos te resultará más relevante, así como el tipo de herramientas que puedes utilizar para obtenerla.
De entrada, piensa que estos datos te servirán para:
• Formar grupos cooperativos, basados fundamentalmente en la heterogeneidad, para que puedan trabajar juntos alumnos de niveles, talentos, características y necesidades diferentes.
• Colocar a cada alumno dentro del grupo, según su nivel de desempeño, su grado de autonomía o sus destrezas cooperativas, y establecer posibles parejas dentro del equipo.
• Monitorizar el funcionamiento de los grupos. Al registrar de forma sistemática el desarrollo del trabajo de cada equipo o las actitudes y destrezas cooperativas de tus alumnos, podrás valorar sus progresos o corregir aquellos aspectos que merezcan tu atención.
No olvides que el hecho de conocer a tus alumnos, tanto en cuestiones relacionadas con su nivel de desempeño como de sus competencias para la cooperación, te proporcionará una herramienta muy valiosa para construir la red de aprendizaje.
“Genial, pero... ¿qué tengo que conocer?” Si eso es lo que estás pensando ahora mismo, no desesperes. A continuación, te detallamos aquellos rasgos del alumnado que pueden servirte para formar grupos cooperativos. Los encontrarás clasificados en cuatro ámbitos, relacionados con su proceso de aprendizaje, su desarrollo emocional, el tipo de relaciones que establecen y sus competencias para cooperar.
Irás comprobando que somos muy de dar consejos —útiles, creemos— y aquí va uno: sería conveniente que tuvieras a mano un documento que contenga una serie de indicadores para que, posteriormente, puedas registrar en él los datos que corresponden a cada niño o grupo. Cuando lo necesites, te aportará información relevante para guiar tu reflexión y tomar decisiones.
Si piensas en los rasgos relacionados con el proceso de aprendizaje, puedes valorar:
• Si el alumno destaca o tiene dificultades en alguna determinada actividad o destreza.
• Su desarrollo psicomotriz.
• Su nivel de adquisición del lenguaje o del proceso de lectoescritura.
• Su grado de autonomía para la construcción del aprendizaje.
• Su nivel de desempeño.
• Su necesidad de ayuda.
• Su motivación hacia el aprendizaje.
• Sus intereses.
• Su creatividad.
Si te fijas en rasgos de tipo emocional, puedes prestar atención a:
• Su grado de responsabilidad ante los compromisos.
• Su actitud ante el fracaso, su reacción ante el “no”.
• Su grado de empatía, —alumno individualista o especialmente dispuesto a prestar atención—.
• Su actitud en el aula, —alumno tranquilo o más bien inquieto o disruptivo—.
• Su sensibilidad y respeto hacia la diversidad.
Si observas la forma en la que el alumno establece relaciones, puedes tener en cuenta:
• Su grado de integración en el aula.
• Su interés por participar o colaborar con el docente o con los compañeros.
• Sus relaciones con el adulto —maestros o familiares— y con los compañeros, el tipo de vínculos que establece.
• Su actitud ante el conflicto, si participa en él o actúa como mediador.
• Su respeto por las normas.
• Sus competencias para el liderazgo —alumno retraído o generalmente respetado por los compañeros—.
Finalmente, si te centras en las competencias para cooperar, puedes fijarte en:
• Sus facultades para tutorizar o prestar ayuda a los demás.
• Su capacidad para pedir ayuda.
• Sus destrezas para motivar e ilusionar a sus compañeros.
• Su grado de autonomía dentro del grupo.
• Su actitud ante el trabajo grupal.
• Su capacidad para la gestión de situaciones conflictivas dentro del grupo.
• Su reacción ante la sanción o la recompensa grupal.
• Su contribución a la cohesión grupal.
Estos pueden ser, según nuestro criterio, algunos de los múltiples datos que te pueden interesar antes de formar grupos cooperativos en tu aula, pero no son los únicos, puedes necesitar otros. Lo bueno es que, actualmente, existe mucha bibliografía sobre este tema, por eso es conveniente que busques y selecciones el procedimiento y las herramientas que se adecuen a tus intereses y a tu grupo de alumnos.
Ahora bien, supongamos que ya tienes claros los indicadores que consideras apropiados tomar como referencia, entonces te preguntarás: “¿Cómo puedo conocer esta información?”
Generalmente, hay una gran cantidad de datos que pueden llegarte por vías externas. Por ejemplo, la Secretaría del centro o el Departamento de Orientación pueden aportarte información que te sirva como punto de partida: fecha de nacimiento, antecedentes, situación familiar, hermanos. También puedes utilizar como fuente algún tipo de cuestionario o las primeras reuniones que realices con las familias.
Pero es evidente que la estrategia más poderosa que puede aportarte lo que necesitas es la observación directa en el aula. Para ello, podrás emplear herramientas de tipo cuantitativo y cualitativo, y alguna de las siguientes seguro que puede resultarte de utilidad:
• Una lista de cotejo, escala de valoración o, incluso, rúbrica para realizar una observación individual del alumno, que contenga diferentes indicadores definidos en función de tus intereses.
• Un diario de clase, en el que vayas recogiendo sistemáticamente los aspectos más importantes de la vida del aula.
• Un anecdotario, en el que registres sucesos y situaciones puntuales que, por su importancia, puedan ayudarte a profundizar en tu conocimiento de tu alumnado.
• La utilización de dinámicas de grupo que te permitan analizar la forma en la que se desenvuelven tus alumnos en distintas situaciones.
• Herramientas dirigidas a conocer las preferencias de tus estudiantes como sociogramas o encuestas.
• Entrevistas individuales o grupales, más o menos estructuradas, diseñadas para conocer diversos aspectos de los niños y las niñas.
A modo de ejemplo, te ofrecemos una lista de cotejo que puede servirte como referencia para recoger información sobre las competencias de tus alumnos:
Seguro que, al ir leyendo los indicadores de la lista anterior, ya has ido poniendo cara a algunos de ellos. Es genial tener presentes a tus alumnos, porque eso te va a facilitar la puesta en marcha de los grupos cooperativos.
Recapitulando, como indicamos anteriormente, los datos obtenidos pueden servirte tanto para tomar decisiones a la hora de crear la red de aprendizaje como para evaluar sus progresos y logros o establecer los aspectos que deben mejorar. ¿A que no pensabas que les sacarías tanto partido? Ya irás viendo que todo tiene utilidad. Y,