El cerebro XX. Lisa MosconiЧитать онлайн книгу.
lado, la inflamación de bajo grado es un actor oculto dentro de los factores de riesgo para la demencia que hemos mencionado hasta ahora, incluidas las cardiopatías, la obesidad, la diabetes y las conmociones cerebrales, los cuales resultan muy nocivos para el cerebro femenino. Por si esto fuera poco, la inflamación puede afectar terriblemente los niveles hormonales tanto en tu cuerpo como en tu cerebro.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Tratar la inflamación crónica no es tan sencillo como parece. Los antiinflamatorios están disponibles en todas partes, pero la información que se tiene sobre su eficacia es tema de debate, sobre todo cuando se trata de la salud cerebral. En general, los ensayos clínicos con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE, como el ibuprofeno y el naproxeno) no han mostrado ningún beneficio e incluso han llegado a empeorar los síntomas en pacientes con demencia. Algunos datos recientes sugieren ciertos efectos protectores si se inicia la terapia con AINE antes de que se presenten síntomas, pero eso aún está por validarse.18
Para la mayoría de las personas, mantener la inflamación bajo control se reduce a cuestiones básicas como evitar aquello que provoque inflamación y practicar aquello que ayuda a disminuirla. Como discutiremos a detalle en el capítulo 10, éstas incluyen comer bien (con un enfoque en alimentos antiinflamatorios), mover tu cuerpo con regularidad, descansar más, bajar de peso si es necesario y dejar de fumar. Otras opciones son buscar tratamiento para cualquier fuente de inflamación como exposición a toxinas, colesterol alto, bacterias nocivas e incluso enfermedad de las encías. Seguir estas recomendaciones al pie de la letra ayudará a frenar la inflamación crónica antes de que se extienda por todas partes, y a aliviarla si está presente. Hablando de bacterias…
Infecciones
Sabemos desde hace tiempo que otra causa de inflamación, la infección sistémica, puede ocasionar problemas cognitivos que se asemejan a la demencia. En el diagnóstico de demencia, rutinariamente revisamos a nuestros pacientes para ver si existen infecciones bacterianas o virales como infecciones del tracto urinario, herpes o enfermedades transmitidas sexualmente, como sífilis o VIH. Otras condiciones que debemos monitorear son el virus Epstein-Barr, la enfermedad de Lyme y la babesiosis. Si descubrimos algún hallazgo positivo lo abordamos de inmediato, lo cual suele mitigar cualquier síntoma cognitivo.
Tradicionalmente, este tipo de infecciones han sido consideradas como algo que debe descartarse durante el proceso de diagnóstico. Después de todo, gracias al sistema de defensa incorporado del cerebro, conocido como la barrera hematoencefálica, estos patógenos son incapaces de introducirse en el cerebro. Sin embargo, las investigaciones más recientes muestran que quizás hayamos subestimado el problema al ignorar un factor clave. A medida que envejecemos, la barrera hematoencefálica pierde fuerza, por ende más virus y bacterias consiguen atravesar y alcanzar el cerebro, y pueden acelerar el avance del alzhéimer, quizás incluso son capaces de desencadenar su aparición.19
Este último descubrimiento es relevante para hombres y mujeres, pero con una excepción: en primer lugar, las mujeres son más susceptibles a las infecciones. Por ejemplo, las mujeres sufren síntomas de gripe más severos que los hombres, pese a que en realidad suelen albergar menos virus (¡y suelen quejarse menos!). Las mujeres también tienen mayor riesgo de desarrollar infecciones del tracto urinario. Esto se debe a que las infecciones pueden desestabilizar nuestro equilibrio hormonal, provocando que nuestros ciclos se descontrolen.20 Este desequilibrio debilita nuestra respuesta inmunológica, volviéndonos más vulnerables a nuevos gérmenes y más inflamación. No puedo evitar pensar que la relación entre la inflamación y el alzhéimer adquirirá mayor importancia a medida que desentrañemos las asociaciones entre las toxinas y la disrupción que provocan en el cuerpo y en el cerebro. Pronto ahondaremos en ello.
Depresión
La depresión es un problema médico serio que tiene un impacto muy directo en las mujeres. En casi todas las culturas, es muy común atribuir el mal humor de una mujer a sus hormonas. Incluso cuando las mujeres están teniendo un mal día o respondiendo a estresores externos extremos o violentos, comúnmente se les reprende o hace burla, y la gente suele atribuir su estado mental al síndrome premenstrual o a algún otro tipo de alteración hormonal. Ésta es una conversación que requiere actualizarse.
Contrariamente a la creencia popular, la depresión clínica no es una “parte normal de ser mujer” ni una “debilidad femenina”. Las enfermedades depresivas son problemas médicos serios que afectan cada año a más de 19 millones de adultos estadunidenses de dieciocho años y mayores (de los cuales 12 millones son mujeres).21 La depresión puede ocurrir en cualquier mujer, en cualquier momento y por diversas razones, como factores de desarrollo, reproductivos, hormonales y sociales, incluyendo el estrés laboral, las responsabilidades familiares, los problemas económicos y, por supuesto, los múltiples roles y expectativas que deben cumplir.
El resultado es que las mujeres tienen el doble de posibilidades de desarrollar depresión que los hombres, una diferencia que surge en la pubertad y empeora durante la menopausia.22 Aunque la menopausia no causa depresión, muchas mujeres, incluso aquellas que nunca en su vida la han padecido, experimentan síntomas depresivos y fragilidad emocional durante la transición. Esto es preocupante porque la depresión en la mediana edad también es un factor de riesgo para desarrollar alzhéimer. Aunque esto aplica para ambos sexos, el riesgo parece ser mayor en las mujeres. Por ejemplo, en una evaluación a 6,000 mujeres, muchas de las cuales estaban en edad menopáusica, los síntomas depresivos fueron asociados con un riesgo doble de desarrollar deterioro cognitivo leve y demencia en el futuro.23
De manera importante, la depresión es una enfermedad médica perfectamente tratable. Desde la terapia psicológica, medicamentos o un estilo de vida más saludable, existen muchas opciones disponibles. Así como la depresión afecta a cada persona de manera distinta, no existe un tratamiento “único” para curar a todos. Lo que funciona para una persona podría no funcionar para otra. Al informarte lo mejor posible, podrás encontrar tratamientos que te ayuden a superar la depresión, sentirte feliz y recuperar la esperanza. Más adelante ahondaremos en ello.
RIESGOS HORMONALES
Enfermedad tiroidea
La tiroides es una pequeña glándula con un gran trabajo: libera las hormonas llamadas triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), que controlan el metabolismo del cuerpo. A veces, la tiroides produce estas hormonas en exceso (hipertiroidismo), provocando síntomas como pérdida de peso, taquicardias y temblores en las manos; a veces no las produce en cantidad suficiente (hipotiroidismo), causando los síntomas opuestos: aumento de peso, frío en exceso y baja frecuencia cardiaca, entre otros.
Resulta que las mujeres son más propensas que los hombres a tener problemas con la tiroides. Una de cada ocho mujeres experimentará estos problemas en su vida.24 Los padecimientos tiroideos también pueden interferir con los ciclos menstruales, ocasionando dificultades durante el embarazo y la menopausia. Asimismo, la enfermedad tiroidea puede ocasionar problemas cognitivos que imitan los síntomas de la demencia leve, razón por la cual, como veremos más adelante, la función tiroidea se monitorea rutinariamente durante la evaluación clínica de la demencia.
Embarazo y menopausia
Como hemos mencionado a lo largo de este libro, nuestras hormonas influyen en la salud y el bienestar de nuestro cerebro todos los días. Por lo general, estos efectos son sutiles y difíciles de precisar, excepto durante la ovulación o justo antes de la menstruación. Si eres como yo, seguro tienes una estrategia personal cuando llega ese momento del mes (en mi caso, se trata de una reserva de emergencia de chocolate). Sin embargo, este libro pretende ayudar a las mujeres a desarrollar estrategias a lo largo de toda su vida (y eso también incluye chocolate).
Esto es crucial, dado que existe evidencia creciente de que exponerse al estrógeno de por vida podría ser un indicador importante de salud cognitiva de largo plazo en las mujeres. En otras palabras, cuanto más tiempo circule el estrógeno en el cuerpo de una mujer y más duren sus años fértiles, tanto ella como su cerebro parecen conservarse25 más jóvenes y sanos.
El lapso de vida fértil de la mayoría de las mujeres suele durar cuarenta años. Algunas mujeres tienen lapsos