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Decadencia. Adrian AndradeЧитать онлайн книгу.

Decadencia - Adrian Andrade


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sería un suicidio si decide cruzarlo —compartió Sam.

      —No lo hará —reiteró Karl.

      —Observas este cuerpo carbonizado —señalo Naomi—, si este simple humaliedroide pudo, entonces Executor también puede.

      —De igual forma el Sensor lo debilitará y nosotros estaremos listos, lo repito de nuevo, sería un suicidio de su parte pero por mí, que venga. Estaré esperándolo con gusto para cortarle la cabeza —aseguró Karl.

      —Debo reportarlo en persona con el Comandante y de inmediato.

      Naomi, Karl y Sam se encaminaron hacia el Black-Ghost, ignorando un elemento esencial que se ocultaba dentro de la nave en llamas.

      De vuelta al helicóptero, Rosa revisaba el parche, analizando que estuviese adherido correctamente para no desprenderse durante el ascenso.

      —Puedes dejar a un lado tu juguete y echarme una mano —replicó Rosa.

      —¿Cuál de los dos juguetes te refieres? —bromeó Adam con descaro.

      —¡Eres un cerdo Adam! Sólo ven y ayúdame y ni se te ocurra tocarme.

      Resulta que en el compartimento trasero quedaba todavía un bote de combustible para una emergencia como esta. Durante el vaciado, Rosa se cercioró de que el tubo no continuara goteando. Tras un proceso exitoso, ambos se recargaron en el Black-Ghost, esperando al resto del escuadrón.

      —¿Cómo fue que terminaste piloteando el Black-Ghost?

      —Vinieron por mí, después de haber demostrado algunas maniobras evasivas no permitidas en la ciudad de México.

      —No puedo creerlo ¡fuiste tú! Creí que te habían encarcelado.

      —Así fue, sólo duré unos cuantos días hasta que el Comandante vino a reclutarme.

      —¡Tanto tiempo con nosotros! ¿por qué nunca lo mencionaste?

      —Porque nadie me lo había preguntado.

      —Esto es una mierda —cambiando el tema—, ya olvidé la última vez en que nomás fuera a un trabajo común y corriente, comerme una hamburguesa, ver series y desvelarme hasta la madrugada sin ser interrumpido por simulacros o misiones de última hora.

      —Siempre puedes regresar a ese estilo, sólo es cuestión de renunciar y pegarte un balazo en la cabeza si les quieres ahorrar el trabajo.

      —Ja, que graciosa —tornándose serio—. Me temo que cuando presientes el futuro, como que te forjas una responsabilidad por detenerlo.

      —Me gusta cuando estás en esa actitud madura.

      —Tenemos tres minutos —susurró—, de qué podemos, podemos.

      —Cambié de opinión —golpeó el brazo de su compañero.

      Ambos escucharon pasos, no se alarmaron a primera instancia pues supusieron se trataban de sus compañeros. De igual forma decidieron estar preparados al recurrir a sus pistolas.

      —Rosa —llamó la Teniente— ve encendiendo el motor, debemos regresar a la Central Norte y en lo más pronto posible.

      —Sólo amárrense bien, no me gustaría que alguien saliera volando.

      —Lo peor del caso es que no bromea —comentó Adam.

      —Nunca lo hago —sonrió con malicia.

      Antes de que alguno pudiese quejarse, Rosa aceleró de tal grado que todos se llevaron un tremendo susto al no poder abrocharse los cinturones a la primera de tan rápido que había sido el maldito ascenso.

      A la velocidad que iba, fue sólo cuestión de segundos para que el Black-Ghost desapareciera de la zona de impacto cuya evidencia ya no representaba peligro alguno tras haber sido consumida por el incesante fuego.

      IV

      El Comandante Warwick Hawthome recién llegaba del aeropuerto para recoger al General Farrell de quien se aseguraba venía desde Washigton. Mas nada había salido como planeado debido a que el General se ausentó y en su lugar envió a su representante Kurtis Falkner.

      Kurtis no tardó en demandar la exactitud de detalles en los reportes diarios. La mayoría de las Centrales lo detestaban por su prepotencia y no tenían opción que tolerarlo.

      Cierto era que nadie tenía derecho de entrometerse en los asuntos entre el Comandante Hawthome y la Teniente Wells. Estos asuntos eran administrados por el staff mediante sesiones privadas donde se decidía que filtrar o qué modificar por cuestiones de seguridad.

      El Comandante se comunicaba personalmente con la Teniente bajo el motivo de proteger a su escuadrón de cualquier amenaza tanto interna como externa.

      Obviamente el Escuadrón Beta no era el único a cargo de este tipo de exterminaciones. Aparte existían otros cuantos situados en puntos relevantes del planeta. Warwick tenía noción sobre estas centrales, sin embargo el conocimiento acertado recaía en el General de la Facción, quien debía mantenerse oculto en una fortaleza militarmente resguardada y desde allí, coordinar en secreto con los comandantes de las distintas centrales.

      El Comandante Hawthome estaba en sus cuarentas, medía de estatura uno punto setenta y seis metros, piel pálida, ojos cafés, cabello corto negro con canas salientes cerca de las orejas. Su acento seguía siendo notorio a pesar de llevar casi una vida entera afuera de Inglaterra.

      Nunca fue parte de su plan abandonar su viejo estilo, los sueños propuestos y su país. La carrera de soldado fue impuesta por sus padres, convirtiéndose así en el mejor de su clase gracias a la sobredemanda familiar.

      Tras haber sido enviado a operativos tácticos y haberlos completado con rotundo éxito, fue reclutado para una misión extraoficial de la cual cambiaría su forma de percibir la realidad. Nunca hablaba de sus orígenes ni mucho menos de cómo llegó a ocupar el puesto de Comandante de la Central Norte.

      Era exageradamente atento a los reportes en su computadora y monitoreaba a diario los medios de comunicación como las redes y sus fuentes especializadas. Cuidadoso ante el más mínimo de los detalles emergentes en cada sesión, vigilancia o dato informativo.

      Cargaba con un gran peso entre sus hombros por ser testigo y cómplice de los eventos desafortunados durante su estancia en el programa espacial llevado a cabo en su juventud.

      No tenía los detalles suficientes para llegar a una conclusión, debido a que los sucesos se desenvolvieron a un ritmo vertiginoso. Las dudas e incógnitas permanecían guardadas en un casillero abandonado dentro de su de por sí mente agotada. Warwick tan sólo formaba parte de un gran rompecabezas cuyas piezas residían prohibidas identificarse, señalarse y aún menos juntarse.

      Encerrado casi siempre en su oficina, el Comandante sufría por la situación que le había tocado dirigir. Extrañando su país, la breve infancia o inocencia; y a pesar de todo, añorando esos días en que la guerra era inexistente.

      Esos días cuando uno podía laborar sin preocupaciones de que sus acciones no causarían daños colaterales. No obstante, esos días ya habían desaparecido y ahora se era obligatorio sufrir por los errores cometidos de la decrepita generación.

      Las funciones principales del Comandante Hawthome consistían en monitorear las transmisiones del Black-Ghost y de su tripulación dentro de la Central Norte. También coordinar al personal en las elaboraciones de propuestas adecuadas y acciones evasivas justificadas.

      Intentar el contacto con otras centrales era restringido y confinado. La razón partía de un proceso de protección de identidades por la estabilidad del sistema.

      En los últimos meses se detectaban varias llegadas ilegales en su sector y esto le urgía a sugerir contacto con las demás centrales para comparar estadísticas, pero la petición sólo podía tomarla el General Farrell y para su mala suerte, sólo contaba con el fastidioso representante Falkner.

      Sin duda un joven orgulloso y de excesiva prepotencia con cualquiera sin


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