Caminos de reconciliación. Pablo Romero BuccicardiЧитать онлайн книгу.
y he visto que me funciona, aunque no es fácil. Esto me ha costado años de meditaciones, de dolor, de no poder mirarme al espejo, porque siempre me acordaba de lo que había pasado. Pero, así y todo, he podido en parte hacerlo. Sé que todos somos iguales en la vida, pero hay algunos que hacen cosas sin darse cuenta de que lo hacen.
A ellos, y no a Dios, les atribuye el mal sufrido por él y por otros. Mientras, reconoce que no puede comprender su vida sin Dios: «Dentro de mí no sé lo que pasa, hay algo que dice que mi vida sin Dios no tiene sentido... siempre le he querido».
«Quiero tener a alguien que ame y me acompañe toda mi vida»
Esta espiritualidad la ha podido seguir cultivando en CRISMHOM, en oraciones y en celebraciones. Allí ha podido encontrar también amigos con los cuales poder compartir lo que tiene dentro y aprender de lo que han vivido otros miembros del colectivo LGTBI en otras latitudes. Rodrigo dice que «ese es su sitio». Ha encontrado en CRISMHOM parte de la compañía que tanto buscó:
Ayuda mucho. Tengo amigos cristianos que saben lo que siento, lo que busco y lo que necesito, y eso me hace realmente feliz. Con ellos comparto mi vida corriente, salimos de fiesta, digo lo que siento y me hacen sentir bien.
Pero, si de pedir se trata, Rodrigo no esconde su deseo más importante. «¡Un novio!», exclama entre risas. Lo cierto que estos años en España ha tenido un par de ellos, experiencias que han sido significativas; sin embargo, el vínculo de pareja no se ha consolidado. Así, el deseo sigue vigente:
La realidad es que espero mucho y muchas cosas y sé que la vida no te da todo... Pero lo que más espero en los próximos años, lo que le pido a Dios desde el fondo de mi corazón, es tener a alguien a mi lado. Alguien que me escuche, me ame, me acompañe, que compartamos lo bueno y lo malo... Alguien que me acompañe toda mi vida.
Y, cuando Rodrigo se refiere a toda su vida, pone énfasis en la importancia de compartir una cierta espiritualidad común:
Me gustaría alguien que vaya al mismo ritmo que yo de creencias y prácticas. Que me entienda. Yo sé que no es fácil... pero me ayudaría alguien que me apoye en mi espiritualidad, porque esta es la llave que ha abierto mi corazón. La espiritualidad es lo que ha abierto la caja donde estaba encerrada mi vida. Sin mi espiritualidad no puedo vivir. Es una parte muy importante de mi vida.
El otro deseo: ayudar
Los deseos de Rodrigo se orientan también hacia el servicio a otros, en particular a aquellos que hayan pasado o estén pasando situaciones similares a las suyas. Compartir lo vivido y los aprendizajes obtenidos en medio de la violencia y la exclusión cree que ayuda. Es lo que ha visto durante este último tiempo en él, ahora que han comenzado a invitarle a dar charlas para contar su testimonio de vida o que le han derivado personas necesitadas de pistas y consejos para salir adelante.
Estoy ayudando a gente. Me están invitando a charlas a contar mi vida. Hay también un chico de Guinea y otro de Malí a los que he ayudado y ahora ya tienen papeles. El chico de Guinea, en especial, estaba perdido y ahora ya está bien. Hay otro africano también al que le he aconsejado y ahora está casado con un español. Todos están estables, trabajando...
Rodrigo cree que no es fácil seguir el buen camino cuando se ha pasado por cosas tan malas como por esas por las que han pasado él y otros. Y de ahí su mayor consejo:
Cuando sufres, los sentimientos se mezclan y empiezas a buscar puertas de salida, y algunas aparecen como más fáciles, pero te pierdes. Yo pude tomar drogas para ayudarme o ponerme a beber alcohol para tapar los problemas... ir a todas las discotecas para olvidar. Pero he escogido el camino difícil: el de la fe y la paciencia. La fe te dice: «Espera y tranquilízate... sigue este camino, porque con el tiempo vas a mejorar». Y tienes que perseverar, luchar cada día, porque en el futuro se va a producir la resurrección.
Esa esperanza es la que quiere transmitir. Cree que personas como él, que han conocido el sufrimiento, pueden ayudar mucho a otros, porque «saben realmente valorar las cosas». Ahora, para ayudar a la gente –añade– «hay que estar primero bien uno, ayudarnos primero a nosotros mismos, si no, no podemos».
Recuerdos que no se pueden borrar
Desde que Rodrigo está en España ha podido retomar un contacto más cotidiano, por teléfono, con su madre y sus hermanos. Sin embargo, aunque han pasado casi quince años de la primera denuncia y ya no está al alcance de la persecución familiar, él sigue ocultando su vida homosexual. «Lo hago, sobre todo, para proteger a mi madre», dice. A ella, desde España, la cuida y la apoya como puede.
Ella está enferma con un problema de la cabeza. La han tenido que operar dos veces. Tiene grandes dolores. Además, hace unos meses la golpeó un taxi y han tenido también que operarle el pie. Yo para ella siempre he sido todo, su medicamento, su comida. Siempre he tratado de ayudarla.
Con sus hermanos también intenta mantener la comunicación, y, «como ellos son homófobos, siempre niego y oculto todo», explica. A veces Rodrigo se pregunta: «Y el día que lo descubran, ¿qué va a pasar?». Mientras, con la distancia que dan los miles de kilómetros, disfruta de posibilidades que no podría tener en Camerún.
Respecto a lo vivido en el pasado con su familia más extensa y todas las vejaciones recibidas en su tierra y posteriormente, dice que ha olvidado algunas cosas, pero que es imposible dejarlo todo atrás.
Cuando pienso en ello, me pongo triste y no quiero ver a nadie. Mi psicóloga me dice que estos recuerdos nunca se irán de mi vida, que son parte de ella. Entonces intento tranquilizarme y empiezo a meditar y a dar gracias a Dios porque he podido seguir adelante. Y pienso que todo va a ir bien... Después de ello, ya me siento mejor.
«A Dios, nadie me lo puede quitar»
Las distintas partes del relato de Rodrigo, como sus meditaciones a solas, terminan desembocando en Dios. Es la parte más íntima que desea compartir. Si en un momento pone énfasis en su presencia, aun en los momentos más oscuros, en otros da gracias por su acción salvadora, que le permite ahora estar disfrutando de la vida. Mirando al futuro, en Dios también pone su confianza.
A Dios, nadie me lo va a poder quitar. Él es mi riqueza. No sé si otros lo pueden valorar así, pero yo sí, y me da igual lo que pueda decir la gente. Incluso la muerte, que me puede quitar el cuerpo, no me quita el alma... y en mi alma se queda Dios.
Así, su ser gay y lo que otros dicen de eso no le han llevado a experimentar a Dios distante, tanto si mira al pasado como si mira al futuro. Al contrario, Rodrigo expresa con naturalidad unas palabras que pocos se atreverían a decir: «Dios es la riqueza que tengo, mi fuerza viene de él».
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным