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Como Lo Ve Bill. Anonimo Читать онлайн книгу.

Como Lo Ve Bill - Anonimo


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      Para Profundizar Nuestra Visión Interior

      Es necesario que saquemos del repaso de nuestras relaciones personales la más detallada información posible acerca de nosotros mismos y de nuestras dificultades fundamentales. Ya que las relaciones defectuosas con otros seres humanos casi siempre han sido la causa inmediata de nuestros sufrimientos, incluyendo nuestro alcoholismo, no hay otro campo de investigación que pueda ofrecernos recompensas más gratificadoras y valiosas que éste.

       Una reflexión seria y serena sobre nuestras relaciones personales puede ampliar nuestra capacidad de comprendernos. Podemos ver mucho más allá de nuestros fallos superficiales para descubrir aquellos defectos que eran fundamentales, defectos que, a veces, han sentado la pauta de nuestras vidas. Hemos visto que la minuciosidad tiene sus recompensas—grandes recompensas.

      DOCE Y DOCE, pág. 78

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      En Busca de Orientación

      “El ser humano debe pensar, y actuar. No fue creado a la imagen de Dios para ser un autómata.

       “Mi propia fórmula en este respecto es la siguiente: Primero, pensar bien el pro y el contra de cada situación, mientras rezo para que no influyan en mí las consideraciones egoístas. Afirmar que desearía hacer la voluntad de Dios.

       “Luego, al haber puesto el asunto en manos de Dios y sin recibir ninguna respuesta conclusiva o contundente, espero más orientación, la cual puede venirme a la mente directamente, o por medio de otra gente o de las circunstancias.

       “Si me parece que no puedo esperar más, y no me llega todavía ninguna indicación definitiva, repito lo primero varias veces, trato de escoger el mejor curso, y luego me pongo a actuar. Yo sé que, si me equivoco, el cielo no se va a derrumbar. En cualquier caso, me servirá de lección”.

      CARTA, 1950

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      Enfrentarse a la Crítica

      Al oír a alguien criticar a Alcohólicos Anónimos, nos sentimos asombrados, desconcertados y airados. Es probable que nos deje tan trastornados que no podemos sacar ningún provecho de la crítica constructiva. Esta especie de resentimiento no nos gana amistades, y no tiene ningún propósito constructivo. En esta esfera, sin duda podríamos mejorarnos.

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      Es evidente que la armonía, la seguridad y la efectividad futura de A.A. dependerá grandemente del mantenimiento de una actitud pacífica y totalmente inofensiva en todas nuestras relaciones públicas. Esta es una tarea dura, porque en nuestros días de bebedores éramos personas dispuestas a la ira, a la hostilidad, la rebelión y la agresión. Y aunque ahora estamos sobrios, los viejos moldes de conducta todavía están en nosotros en cierto grado, siempre amenazando explotar con cualquier buen pretexto.

       Pero nosotros lo sabemos, y por consiguiente yo tengo la seguridad de que siempre encontraremos la gracia de podernos refrenar efectivamente al llevar nuestros asuntos públicos.

      1. GRAPEVINE, Julio de 1965

      2. DOCE CONCEPTOS, pág. 68

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      Mejor que el Oro

      De recién llegados, nos hemos entregado a esa embriaguez espiritual. Como el demacrado explorador, después de apretarse el cinturón a la barriga vacía, hemos encontrado oro. La alegría que sentimos por la liberación de toda una vida de frustraciones, no tuvo límites.

       Al recién llegado le parece que ha encontrado algo mejor que el oro. Puede ser que, de momento, no haya visto que apenas ha arañado un filón inagotable, que le dará dividendos solamente si lo trabaja el resto de su vida e insiste en regalar todo el producto.

      ALCOHOLICOS ANONIMOS, págs. 128-129

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      La Indignación Virtuosa

      “El valor positivo de la indignación virtuosa es teórico—en particular para los alcohólicos. Nos deja expuestos a la racionalización de que podemos estar tan enojados como queramos siempre que pretendamos ser virtuosos al respecto”.

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      Teníamos que reconocer que cuando albergábamos rencores y planeábamos vengarnos por tales derrotas, en realidad nos estábamos dando golpes a nosotros mismos con el garrote de la ira, golpes que habíamos querido asestar a otros. Nos dimos cuenta de que si nos sentíamos gravemente alterados, lo primero que teníamos que hacer era apaciguarnos, sin importarnos la persona o las circunstancias que nosotros creyéramos responsables de nuestro trastorno.

      1. CARTA, 1954

      2. DOCE Y DOCE, pág. 44

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      La Convicción y la Transigencia

      Uno de los requisitos para llevar una vida útil es el “dar y tomar” la habilidad para transigir alegremente. La transigencia nos resulta difícil a nosotros, borrachos de “todo o nada”. No obstante, nunca debemos perder de vista el hecho de que el progreso está casi siempre caracterizado por una serie de acuerdos encaminados hacia lo mejor. Por supuesto, no siempre podemos llegar a un acuerdo por transigencia. Hay circunstancias en las que es necesario aferrarnos tenazmente a nuestras convicciones hasta que se resuelva la cuestión.

       El decidir cuándo se debe y no se debe transigir siempre exige el más agudo discernimiento.

      DOCE CONCEPTOS, págs. 48-49

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      ¿Sólo la Capacidad Cerebral?

      Al hombre o la mujer intelectualmente autosuficientes, muchos A.A. les pueden decir: “Sí, éramos como tú — nos pasábamos de listos. Nos encantaba que la gente nos considerara precoces. Nos valíamos de nuestra educación para inflarnos de orgullo como globos, aunque hacíamos lo posible para ocultar esta actitud ante los demás. En nuestro fuero interno, creíamos que podíamos flotar por encima del resto de la humanidad debido únicamente a nuestra capacidad cerebral.

       “El progreso científico nos indicaba que no había nada que el hombre no pudiera hacer. El saber era todopoderoso. El intelecto podía conquistar la naturaleza. Ya que éramos más inteligentes que la mayoría de la gente (o así lo creíamos), con sólo pensar tendríamos el botín del vencedor. El Dios del intelecto desplazó al Dios de nuestros antepasados.

       “Pero nuevamente Don Alcohol tenía otros planes. Nosotros que tanto habíamos ganado casi sin esfuerzo, lo perdimos todo. Nos dimos cuenta de que, si no volviéramos a considerarlo, moriríamos”.

      DOCE Y DOCE, pág. 27

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      Superar el Miedo

      El temor tocaba de un modo u otro casi todos los aspectos de nuestra vida. Era una hebra maligna y corrosiva; la trama de nuestra existencia la llevaba entrecruzada. Ponía en movimiento una sucesión de circunstancias que nos acarreaban desgracias que no creíamos merecernos. Pero ¿no fuimos nosotros mismos los que echamos a rodar la pelota?

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      El problema de superar el miedo tiene dos aspectos. Trataremos de lograr liberarnos del miedo tanto como nos sea posible. Después, tendremos que buscar el valor y la gracia para enfrentarnos de una forma constructiva con los temores que nos queden.

      1.


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