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Obras Inmortales de Aristóteles. AristotelesЧитать онлайн книгу.

Obras Inmortales de Aristóteles - Aristoteles


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de la misma forma como no sea por analogía. Se enuncia: tal objeto está en tal otro, o es relativamente a tal otro; se dice también: tal objeto está en acto en tal otro, o es relativamente a tal otro. Porque el acto quiere decir tan pronto el movimiento relativamente a la potencia, como la esencia relativamente a una cierta materia. La potencia y el acto, respecto del infinito, del vacío y de todos los seres del género se entienden de otra manera que respecto de la mayoría de los demás seres tales como lo que se ve, lo que anda o lo que es visto. En estos últimos casos, la afirmación de la existencia puede ser verdadera, ya absolutamente, ya en tal circunstancia dada. Visible se dice, o de lo que es visto realmente, o de lo que puede ser visto. Pero la potencia respecto al infinito no es de una naturaleza tal que el acto pueda jamás llevarse a cabo, como no sea por el pensamiento; en tanto que la división se prolonga hasta el infinito, se afirma que el acto de la división existe en potencia, pero no existe nunca separado de la potencia.

      Como todas las acciones que poseen un final no constituyen ellas mismas un fin, sino que tienden a un fin, como el fin de la demacración que es el enflaquecimiento; tales acciones como la demacración son ciertamente movimientos, pero no constituyen el fin del movimiento. Estos hechos no pueden considerarse como actos, como actos completos, porque no constituyen un fin, sino solamente tienden a un fin y al acto. Se puede ver, concebir, pensar y haber visto, concebido, pensado; pero no se puede aprender y haber aprendido la misma cosa, curar y haber sido curado; se puede vivir bien y haber vivido bien, ser feliz y haber sido feliz todo a la vez; sin esto sería necesario que hubiera puntos de detención en la vida, como puede ocurrir con la demacración; pero nunca tenido lugar esto: se vive y se ha vivido. De estos diferentes modos llamaremos a los unos movimientos, a los otros actos, porque todo movimiento es incompleto, como la demacración, el estudio, la marcha, la construcción; y los diferentes modos incompletos. No se puede ejecutar un paso y haberlo dado al mismo tiempo, construir y haber construido, devenir y haber devenido, imprimir o recibir un movimiento y haberlo recibido. El motor cambia del ser en movimiento; pero el mismo ser, por el contrario, puede al mismo tiempo ver y haber visto, pensar y haber pensado: estos últimos hechos son los que yo llamo actos; los otros no son más que movimientos. Estos ejemplos, o cualquier otro del mismo género, bastan para probar con claridad qué es el acto y cuál es su naturaleza.

      Parte VII

      Necesitamos fijar cuándo un ser es o no es, en potencia, otro ser, porque no hay potencia en todos los casos. Y así, ¿la tierra es o no el hombre en potencia? Tendrá más bien este carácter cuando se haya hecho esperma, y quizá ni aún entonces será el hombre en potencia. De igual manera, la salud no lo recibe todo de la medicina y del azar; pero existen seres que poseen esta propiedad. Y son los que se denominan sanos en potencia. El tránsito de la potencia al acto para el pensamiento puede definirse: la voluntad realizándose sin encontrar ninguna traba exterior; aquí, por el contrario, para el ser que es objeto de curación habrá potencia si no hay en el mismo ninguna traba. De igual modo, la casa existirá también en potencia, si no hay nada en ella y si nada hay en la materia que obstaculice la construcción de una casa. Si no hay nada que añadir, ni quitar, ni mudar, la materia será la causa en potencia. Lo propio ocurrirá con todos los seres que tienen fuera de sí mismos el principio de su producción; y lo propio con los que, teniendo en sí este principio, existirán por sí mismos, si nada exterior se opone a ello. La esperma no es todavía el hombre en potencia; es necesario que esté en otro ser y que sufra un cambio. Cuando ya, en virtud de la acción de su propio principio, tenga este carácter; cuando por fin tenga la propiedad de producir si nada exterior se opone a ello, entonces será el hombre en potencia; pero es necesario para esto la acción de otro principio. Así, la tierra no es todavía la estatua en potencia; es necesario que se convierta en bronce para poseer este carácter.

      El ser que contiene otro ser en potencia es aquel de quien se afirma, no que es esto, sino que es de esto: un cofre no es madera, sino de madera; la madera no es tierra, sino de tierra. Si es así, si la materia que contiene un ser en potencia es aquella con relación a la cual se afirma: este ser es, no este otro, sino de este otro, la tierra no contendrá el ser en potencia sino de una forma secundaria; y así no se afirma que el cofre es de tierra o que es tierra, sino que es de madera, porque la madera es el cofre en potencia; la madera en general es la materia del cofre en general; tal madera es la materia de tal cofre. Si existe algo que sea primero, alguna cosa que no pueda referirse a otra, afirmando es de esto, esta constituirá la materia primera; si la tierra es de aire; si el aire no es fuego, sino de fuego, el fuego constituirá la materia primera, el resto, la sustancia. En esto es en lo que se diferencian lo universal y el sujeto; el uno es un ser real, pero no el otro; de esta forma el hombre, el cuerpo, el alma son los sujetos de los diversos cambios; la modificación es lo músico, lo blanco. Cuando la música es una cualidad de tal sujeto, no se afirma que él es música, sino músico; no se afirma que el hombre es blancura, sino que es blanco; que es marcha o movimiento, sino que está en marcha o en movimiento, como se afirma que el ser es de esto. Los seres que se hallan en este caso, los seres primeros, son sustancias, los otros no son más que formas, el sujeto determinado; el sujeto primero es la materia y la sustancia material. Con razón no se menciona cuando se habla de la materia, y lo mismo ocurre respecto de las modificaciones, que son de esto; porque la materia y las modificaciones son asimismo indeterminadas.

      Hemos explicado cuándo debe decirse que una cosa tiene otra en potencia y cuándo que no la contiene.

      Parte VIII

      Hemos dejado claro de cuántas maneras se entiende la prioridad; y es evidente, conforme a lo que hemos manifestado, que el acto es anterior a la potencia. Y por potencia no entiendo solo la potencia determinada, aquella que se define diciendo que es el principio del cambio colocado en otro ser en tanto que otro, sino en general todo principio de movimiento o de reposo. La naturaleza se encuentra en este caso; existe entre ella y la potencia identidad de género; es un principio de movimiento, no colocado en otro ser, sino en el mismo ser en tanto que él mismo. En todas las potencias de este género el acto es anterior a la potencia bajo la relación de la noción y de la esencia; bajo la relación del tiempo, el acto es algunas veces anterior, otras no. Que el acto es anterior bajo la relación de la noción, es evidente. La potencia primera no es potente sino porque puede obrar. En este sentido es en el que yo llamo constructor al que puede construir, dotado de vista al que ve, visible aquello que puede ser visto. El mismo razonamiento se aplica a lo demás. Es de toda necesidad que la noción preceda; todo conocimiento debe apoyarse sobre un conocimiento.

      He aquí, bajo la relación del tiempo, cómo es preciso entender la anterioridad. El ser que obra es anterior genéricamente, pero no en cuanto al número; la materia, la semilla, la facultad de ver son anteriores, bajo la relación del tiempo, a este hombre que existe actualmente en acto, al trigo, al caballo, a la visión; son en potencia el hombre, el trigo, la visión, pero no lo son en acto. Estas mismas potencias vienen de otros seres, los cuales, bajo la relación del tiempo, son en acto anteriores a ellas, porque es preciso siempre que el acto provenga de la potencia mediante la acción de un ser que existe en acto; así el hombre viene del hombre, el músico se forma bajo la dirección del músico; hay siempre un primer motor, y este existe ya en acto.

      Hemos dicho, hablando de la sustancia, que todo lo que es producido viene de algo, es producido por alguna cosa; y que el ser producido es de la misma especie que el motor. Y así es imposible, al parecer, ser constructor sin haber construido jamás nada; tocador de flauta sin haber tocado, porque tocando la flauta es como se aprende a tocarla. Lo mismo sucede en todos los demás casos. Y de aquí este argumento sofístico: que el que no conoce una ciencia hará las cosas que son objeto de esta ciencia. Sí, sin duda el que estudia no posee aún la ciencia; pero así como en toda producción existe ya alguna cosa producida, y que en todo movimiento hay ya un movimiento realizado (y ya lo hemos demostrado en nuestro Tratado sobre el movimiento), así es de necesidad que el que estudie posea ya algunos elementos de la ciencia. Resulta de lo que precede que en este sentido el acto es anterior a la potencia bajo la relación de la producción y del tiempo.

      Es igualmente anterior bajo la relación de la sustancia: por lo pronto, porque lo que es posterior en cuanto a la producción es anterior en cuanto a la forma y a la sustancia: y así el hombre formado es anterior al niño, el hombre es anterior a la esperma, porque el uno tiene ya la forma, la otra no la tiene; además,


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