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Obras Inmortales de Aristóteles. AristotelesЧитать онлайн книгу.

Obras Inmortales de Aristóteles - Aristoteles


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por fin este principio. El acto también es un fin, y la potencia existe en vista de este fin. En efecto, los animales no ven por tener vista, sino que tienen la vista para ver; de igual forma se posee el arte de construir para construir y la ciencia especulativa para elevarse a la especulación; pero no se eleva a la especulación para poseer la ciencia, sino cuando se aprende; e incluso en este último caso no existe realmente especulación, sino un ejercicio; la especulación pura no tiene por objeto la satisfacción de nuestras necesidades. Igualmente, la materia propiamente dicha es una potencia, pues es susceptible de recibir una forma; cuando existe un acto entonces posee forma, y lo propio ocurre en todos los demás casos, y lo propio respecto de las cosas cuyo objeto es un movimiento. Con la naturaleza sucede lo que con los maestros, que creen haber conseguido su fin cuando han mostrado trabajando a sus discípulos. Y en efecto, si no fuera así podrían compararse sus discípulos al Hermes de Pasón; no se reconocería si tienen o no la ciencia, como no podría reconocerse si el Hermes estaba dentro o fuera de la piedra. La obra es el fin, y la acción se aplica a la obra y por qué la acción es una dirección hacia el acto.

      Añádase a esto que el fin de ciertas cosas es simplemente el ejercicio: el fin de la vista es la visión; y la vista no produce absolutamente ninguna otra cosa que la visión; en otros casos, al contrario, se produce otra cosa; así del arte de construir se deriva, no solo la construcción, sino la casa. Sin embargo, no existe realmente fin en el primer caso, y es sobre todo en el segundo donde la potencia posee un fin. Porque la construcción existe en lo que es construido; nace y existe al mismo tiempo que la casa. Conforme a esto, en todos los casos en que independientemente del ejercicio puro y simple existe alguna cosa producida, la acción se ofrece en el objeto mismo que es producido: la construcción, por ejemplo, en lo construido, la tejedura en lo que es tejido. Lo propio ocurre en el resto; y en general en estos casos el movimiento está en el objeto mismo que está en movimiento. Pero siempre que fuera del acto no existe algo producido, el acto existe en el sujeto mismo: la visión, está en el ser que ve; la teoría en el que hace la teoría, la vida en el alma, y por consiguiente la felicidad misma es un acto del alma, porque también es una especie de vida.

      Es, por lo tanto, evidente que la esencia y la forma son actos; de donde se infiere con claridad que el acto bajo la relación de la sustancia es anterior a la potencia. Por la misma razón el acto es anterior bajo la relación del tiempo; y se asciende, como hemos explicado, de acto en acto hasta que se llega al acto del motor primero y eterno.

      Por lo demás, puede hacerse más palpable todavía la verdad de nuestra proposición. Los seres eternos son anteriores, en cuanto a la sustancia, a los seres perecederos; y nada de lo que existe en potencia es eterno. Puede demostrarse así: toda potencia supone al mismo tiempo lo contrario; lo que no tiene la potencia de existir no existirá necesariamente jamás; pero todo lo que existe en potencia puede muy bien pasar al acto: lo que tiene la potencia de ser puede ser o no ser; y la misma cosa tiene entonces la potencia de ser y no ser. Pero puede ocurrir que lo que tiene la potencia de no ser no sea. Pero lo que puede no ser es perecedero absolutamente, o muy perecedero desde el punto de vista de que puede no ser en cuanto al lugar, a la cuantidad, a la cualidad; y perecedero absolutamente significa perecedero en cuanto a la esencia. Nada de lo que es perecedero absolutamente existe absolutamente en potencia; pero puede existir en potencia desde ciertos puntos de vista, como en cuanto a la cualidad y en cuanto al lugar. Todo lo que es imperecedero existe en acto, y lo propio ocurre con los principios necesarios. Porque son principios primeros, y si no lo fuesen no existiría nada. Se da igual respecto al movimiento, si hay algún movimiento eterno. Y si hay algún objeto que esté en movimiento eterno, no se mueve en potencia, a no entenderse por esto el poder pasar de un lugar a otro. Nada impide que este objeto, sometido a un movimiento eterno, no lo sea. Por esto el Sol, los astros, el firmamento, todo existe siempre en acto, y no hay que temer que se detengan nunca como temen los físicos; jamás se cansan en su marcha, pues su movimiento no es como el de los seres caducos, la acción de una potencia que admite los contrarios. Lo que hace que la continuidad del movimiento sea fatigosa para los últimos es que la sustancia de los seres caducos es la materia, y que la materia existe solo en potencia y no en acto. Sin embargo, ciertos seres sometidos a cambio son, bajo esta relación, una imagen de los seres imperecederos; en el caso están el fuego y la tierra. En efecto, ellos existen siempre en acto, porque poseen el movimiento por sí y en sí mismos.

      Las demás potencias que hemos expuesto admiten todos los contrarios: lo que tiene la potencia de producir un movimiento de tal naturaleza puede asimismo no producirlo (hablo aquí de las potencias racionales). En cuanto a las irracionales, también admiten los contrarios en tanto que pueden ser o no ser. Si existiesen naturaleza y sustancias del género de que hablan los partidarios de las doctrinas de las ideas, un ser cualquiera sería más sabio que la ciencia en sí; un objeto en movimiento estaría más en movimiento que el movimiento en sí, porque el uno sería el acto y el otro únicamente la potencia. Está claro que el acto es anterior a la potencia y a todo principio de cambio.

      Parte IX

      Es evidente, conforme con lo que se lleva dicho, que la actualidad del bien es preferible a la potencia del bien y es más digno de nuestro respeto. En todos los seres de quienes se dice que pueden, el mismo ser puede ser los contrarios. Aquel de quien se dice por ejemplo: puede estar sano, este mismo puede estar enfermo, y esto al mismo tiempo que puede estar sano. La misma potencia produce la salud y la enfermedad; la misma el reposo y el movimiento; es la misma potencia la que construye la casa y la que la destruye; y en virtud de la misma potencia la casa es construida y destruida. El poder de los contrarios reside, a la vez, en los seres; pero es imposible que los contrarios existan a la vez; imposible que exista simultaneidad en los actos diversos, que se den a la vez salud y enfermedad. Luego el bien en acto es necesariamente uno de los dos contrarios. Pero la potencia o es igualmente uno y otro contrario, o no es ninguno. Luego la actualidad del bien es mejor que la potencia del bien.

      Por lo que respecta al mal, su fin y su actualidad son por fuerza peores que su potencia. Cuando no existe más que poder, el mismo ser es a la vez los dos contrarios. El mal no posee existencia independiente de las cosas, porque por su naturaleza es inferior a la potencia. No existe, en los principios, en los seres eternos, ni mal, ni pecado, ni destrucción, porque la destrucción se cuenta también en el número de los males.

      Reduciendo al acto las figuras geométricas es como encontramos sus propiedades, porque por medio de una descomposición descubrimos las propiedades de estas figuras. Si se mostraron descompuestas por naturaleza, sus propiedades serían evidentes; pero existen en potencia las propiedades antes de la descomposición. ¿Por qué la suma de los tres ángulos de un triángulo equivalen a dos rectos? Porque la suma de los ángulos formados alrededor de un mismo punto, sobre una misma línea, es igual a dos ángulos rectos. Si se formase el ángulo exterior prolongando uno de los lados del triángulo, la demostración se haría patente. ¿Por qué el ángulo inscrito en el semicírculo es invariablemente un ángulo recto?, por la igualdad en estas tres líneas, a saber: las dos mitades de la base y la recta llevada del centro del círculo al vértice del ángulo opuesto a la base; esta igualdad, si nos fijamos en la demostración, nos hace reconocer la propiedad del ángulo inscrito. Es, pues, patente que por medio de la reducción al acto se descubre lo que existe en la potencia; y la causa es que la actualidad es la concepción misma. Así pues del acto se deduce la potencia; y por el acto también se la conoce. En cuanto a la actualidad numérica, esta es posterior a la potencia en el orden de gestación.

      Parte X

      El ser y el no ser se toman en diversos significados. Existe el ser según las diversas formas de las categorías; después el ser en potencia o el ser en acto de las categorías; existen los contrarios de estos seres. Pero el ser propiamente tal es sobre todo, lo verdadero; el no ser lo falso. La reunión o separación, he aquí lo que constituye la verdad o la falsedad de las cosas. Así pues, está en lo cierto el que cree que lo que realmente está separado está separado, que lo que está unido está unido. Pero está en lo falso el que piensa lo contrario de lo que en circunstancias dadas son o no son las cosas. Por tanto, todo lo que se afirma es verdadero o falso, porque es necesario que se reflexione lo que se dice. No porque creamos que tú eres blanco, eres blanco en efecto, sino porque eres en efecto blanco, y al decir nosotros que lo eres, manifestamos la verdad.

      Existen


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