Por el derecho comprender. Henrik López SterupЧитать онлайн книгу.
gobiernos en el mundo han intentado avanzar en la integración social mediante la implementación de soluciones meramente tecnológicas que plantean superar la brecha digital mediante inversiones en nuevas máquinas23. Sin embargo, la respuesta para alcanzar la integración y la inclusión social plena, en realidad podría encontrarse en el ámbito de la implementación del lenguaje claro. Es decir, la posibilidad de que todas las personas se comuniquen en un mismo lenguaje y sean capaces de entenderse unas a otras, sus necesidades, sus derechos y sus obligaciones puede ser la clave para avanzar hacia sociedades participativas y democráticas.
Conforme a los planteamientos anteriores, el lenguaje claro en sí mismo constituye una potencialidad. Se presenta como un elemento de transformación social, capaz de generar un efecto significativo para mejorar la vida cotidiana de las personas. Esto aplica especialmente para quienes atraviesan situaciones de exclusión social o se encuentran en riesgo de caer en dicha categoría. Adicionalmente, otro aspecto a considerar consiste en que, al interior de la sociedad actual, se ha vuelto cada vez más difícil ascender en la escala social y, en cambio, es más fácil descender en ella24, lo cual favorece tanto la posibilidad de generar exclusión social como el riesgo de caer en esta.
Así pues, la implementación del lenguaje claro apunta hacia un nuevo tipo de sociedad civil predispuesta a una interacción más democrática, en donde, por lo pronto, han surgido nuevos modelos de desigualdad y nuevas formas de división25. Esto ha ocurrido debido a que los vacíos académicos y los problemas de comprensión del vocabulario persisten, en relación con las desigualdades económicas y sociales de clase, raza y género. Además, es posible que también exista una influencia del factor de geolocalización dentro del uso del lenguaje claro, pues la ubicación y los accesos que tienen los individuos a las diferentes instancias y entidades pueden incidir en la manera en que se relacionan con ellas.
De este modo, debe pensarse que el lenguaje claro no puede limitarse a la conversación personal o a los intercambios de cartas y derechos de petición. La inclusión social a través del lenguaje claro supone la posibilidad de trascender la situación actual, de una en la cual si bien se dispone de un marco legal suficiente (en las sociedades desarrolladas) respecto a la transmisión y difusión de la información, en realidad resulta insuficiente en su concreción de acciones eficientes y capaces de dar respuesta a los problemas reales de las personas debido a la complejidad con que se comunica. En algunas ocasiones, las administraciones públicas parecen avanzar más en la dirección de privatizar los sistemas de protección social, donde el Estado social de derecho se sustituye por un estado asistencialista26.
Sin embargo, la asistencia social no es el mecanismo que las personas necesitan para integrarse dentro de la sociedad como miembros críticos y participativos. Ofrecer ayudas económicas podría no contribuir de la forma esperada a combatir la desigualdad social y sus causas27. Por su parte, el lenguaje claro sí puede ser un mecanismo para lidiar con dichas desigualdades, logra —como pocas estrategias— establecer un rango de equidad entre todos los seres humanos, mediante una comprensión clara y universal, sin considerar las diferencias entre ellos.
En ese contexto, tanto la formación en competencias de lenguaje claro como su recepción pueden resultar revolucionarias. Generar una verdadera inclusión social a su vez permitiría fomentar el desarrollo de personas autónomas, reflexivas, críticas y responsables, capaces de transformar la sociedad, trabajar con los demás para generar conocimiento colectivo y compartido.
Además, si la información que ya “está en todas partes” se vuelve accesible para todos en igualdad de condiciones y si reconocemos que “¡el conocimiento, ya no el tiempo, es oro!”28, el lenguaje claro se comprende desde un rol transformador. Utilizar lenguaje claro haría que todos comprendieran lo que necesitan saber, posibilitaría que cambien las relaciones de poder y permite incrementar las oportunidades de quienes se encuentran en situaciones de desventaja.
Finalmente, puesto que la necesidad del lenguaje claro se ha situado en la estructura social colombiana, es evidente que su implementación podría generar efectos impresionantes para el proceso de inclusión social, especialmente, si se tienen en cuenta la “ética del desarrollo” propuesta por Amartya Sen y la importancia del capital social y humano en el crecimiento. Los individuos como capital tienen un papel trascendental dentro de la sociedad, hacen parte del esquema fundamental para el crecimiento de las empresas y pueden contribuir a mejorar diversas circunstancias y espacios.
En conclusión, el proceso de implementación de un lenguaje claro inicia por pensar en incluir a los excluidos, en quienes no logran entender desde un comienzo lo que necesitan, quienes presentan dudas cuando acceden a la información y quienes requieren aclaraciones múltiples y necesitan presentar derechos de información o de petición para clarificar un punto. Si cambiamos nuestro mecanismo de comunicación, si procedemos a implementar el uso de sinónimos, a utilizar palabras familiares para nuestros receptores y explicamos los conceptos técnicos, disciplinares o complejos que utilizamos, nos estamos comunicando en lenguaje claro.
Comunicarse en lenguaje claro puede permitir que las personas participen pasiva y activamente mediante una ampliación de la ciudadanía hacia una sociedad en la cual los derechos sociales, económicos y culturales son de uso cotidiano. Permite que todos comprendamos las comunicaciones gubernamentales, así como la información referente a la normatividad, nuestros derechos, nuestros deberes, etc. Para cumplir este propósito, se necesita que en Colombia se reconozca la importancia de implementar el lenguaje claro y de cambiar el sentido que tiene la comunicación actual. Esto se lograría a través de los servidores públicos, los funcionarios y las instituciones al servicio de las personas. En otras palabras, el lenguaje claro necesita concebirse como un propósito nacional con políticas a largo plazo para garantizar que la inclusión social sea verdaderamente efectiva. Esto se propone, ya que constantemente pueden aparecer diferentes barreras que excluyen o discriminan a los ciudadanos, que limitan su acceso a recursos o su pleno desarrollo como personas. Sin embargo, el lenguaje claro puede ser el método para eliminar esas barreras, para comprender qué significan y encontrar mecanismos alternativos de inclusión, pues se trata de una cuestión de derechos.
Ahora bien, son muchas las reflexiones que se pueden derivar respecto al estudio del lenguaje claro aplicado como mecanismo de transformación, pues las aseveraciones que se han compartido previamente se fundamentan en ejemplos claros de ello. Las entidades nacionales que ya han empezado a implementar lenguaje claro o que han promovido la formación de servidores públicos capacitados en lenguaje claro han evidenciado las ventajas y beneficios de este cambio en la comunicación.
Si bien en principio el lenguaje claro no supone la inclusión social, sí parece constituir un elemento que puede facilitarla, siempre que existan las condiciones de dedicación y compromiso con el cambio. Cuando se empieza a hablar en lenguaje claro, se evidencia notoriamente una incorporación de las personas en situación o riesgo de exclusión social a un escenario de comprensión que les permite satisfacer sus requerimientos. Además, supone ventajas institucionales, pues se ahorran muchos recursos en tiempo y dinero cuando las personas acuden una única vez a las entidades y no necesitan pedir explicaciones o aclaraciones en intervenciones adicionales.
Así, la mayoría de las acciones de lenguaje claro serán fáciles de incorporar en las compañías, empresas, en entidades estatales e incluso como individuos que se comunican desde un determinado cargo con otras personas, en la medida en que propician la comprensión mediante la adquisición de habilidades instrumentales básicas por parte de los comunicadores. Por ello, para el lenguaje claro, lo verdaderamente significativo depende del grado de apropiación que se haga del mismo.
Ciertamente, si se genera un interés creciente por reformular el enfoque comunicativo vigente para incluir, además de la formación básica, un uso adecuado del lenguaje por parte de los emisores para lograr la comprensión, esto podría incluso