Cuando el fútbol no era el rey. Carles Sirera MirallesЧитать онлайн книгу.
CUANDO EL FÚTBOL NO ERA EL REY
LOS DEPORTES EN EL ESPACIO PÚBLICO DE LA CIUDAD DE VALENCIA (1875-1909)
Carles Sirera Miralles
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
|
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, foto químico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el per miso previo de la editorial. |
© Del texto: Carles Sirera Miralles, 2008
© De esta edición: Universitat de València, 2008
Coordinación editorial: Maite Simón
Fotocomposición y maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Communico CB
Cubierta:
Fotografía: Andrés Fabert, Campeonato ciclista en la Gran Pista / Exposición Regional Valenciana
(Valencia, 1909). Fondo gráfi co de la Biblioteca Valenciana
Diseño: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-7094-0
Realización ePub: produccioneditorial.com
A Ricard Giralt Miracle, porque encendió mi ya de por sí acelerada atracción hacia las letras, y a Pepica Ramón, evidentemente, porque media entre fuegos dispersos.
FUENTES ARCHIVÍSTICAS Y ABREVIATURAS
ADGV | ARCHIVO DE LA DELEGACIÓN DEL GOBIERNO DE VALENCIA Libros de Registro de Entrada de Asociaciones |
ACGC | ARXIU CENTRAL DE LA GENERALITAT VALENCIANA Expedientes fundaciones Expedientes transferidos de la Delegación del Gobierno Asociaciones en vigor. Anteriores a la Ley 191/64 |
AUV | ARXIU DE LA UNIVERSITAT DE VALÈNCIA Expedientes Académicos Cajas varias |
AHILLV | ARXIU HISTÒRIC DEL I.E.S. LUÍS VIVES Libros de bachiller Cajas expedientes académicos antiguos Libros de Personal |
AFECV | ARCHIVO DE LA FEDERACIÓN DE ESGRIMA C.V. Libro de Actas del Club de Esgrima |
PRÓLOGO
Este libro es mucho más que una historia de los inicios del deporte en la ciudad de Valencia. Como se puede comprobar, Carles Sirera realiza, en este terreno, aportaciones fundamentales que abren perspectivas muy novedosas y sientan algunas bases firmes en este campo temático, tan novedoso como aún escasamente desarrollado.
Sin embargo, con ser esto importante e innovador, el propósito y el alcance de este trabajo se inscriben sobre todo en otra dimensión que resultaría empobrecedor ignorar. Para la historia social, la imagen más habitual del deporte en el mundo contemporáneo es su poderosa contribución al desarrollo de la sociedad de masas: los aspectos en que las competiciones deportivas se vinculan a los grandes medios de comunicación y desarrollan la escalada de negocio y espectáculo que conocemos hoy y que se compendian en el reinado poco discutido del fútbol. Este decisivo ángulo, relativo al «consumo» de los espectáculos competitivos del deporte y a sus enormes repercusiones, no obstante, no es el único.
Esta cara del deporte espectáculo es un resultado histórico, vinculado además a la excepcional fortuna del «deporte rey» en sociedades y culturas enormemente distintas. En muchos otros casos, la práctica deportiva respondía a marcos relacionados con circunstancias y tradiciones locales que no pueden reducirse al esquema de una oleada uniformizadora, al compás de los criterios convencionales de «la modernización». Pero, por encima de todo, no puede olvidarse que la práctica del deporte supone una vertiente activa que crea las convenciones y los supuestos que hacen posible una competición regulada. Hay toda una larga historia de los deportes, practicados y contemplados en contextos sociales distintos y dotados de su propia evolución, que no puede reemplazarse mediante una remisión al irrefrenable ascenso del dominio del fútbol en el mundo de entreguerras del siglo XX.
Si volvemos la vista hacia la historia de la práctica urbana del deporte, encontramos abundantes manifestaciones con carácter regular cuya importancia no se reduce a la de modesto anticipo de las expresiones masivas y mercantilizadas que, con demasiada precipitación, se asocian a lo moderno. Ésta es una de las insuficiencias más clamorosas del enfoque de la «modernización»: su tendencia a presentar un esquema de situaciones dicotómicas, sin interesarse por las fuerzas motrices de los cambios y sus trayectorias reales.
El estudio de Carles Sirera se inscribe en esa época inaugural de la sociedad de masas, sin tratar de encasillar su historia en ningún esquema previo. La Valencia de la época que va de la Restauración a la Semana Trágica no era la Metrópolis trepidante y mecanizada que a menudo simboliza el desarrollo del siglo XX. Y, sin embargo, aquella ciudad en la que triunfaban el republicanismo blasquista o la pintura de Agrasot y Sorolla tenía su ritmo peculiar de desarrollo demográfico y económico. Del mismo modo, era en el contexto de sus culturas políticas predominantes donde se reforzaban las distinciones entre hombres y mujeres, la segregación de clases o el intento conciliador de algún tipo de comunidad ciudadana.
A mediados de la década de 1920, Ortega y Gasset comprobaba que, «ahora, de pronto (...) nuestros ojos ven dondequiera muchedumbres». Un público, no sólo masivo, sino escasamente diferenciado, plasmaba en su opinión la presencia constante del «individuo común», ajeno a las diferenciaciones que habían sido habituales hasta entonces.1¿Cuándo se había cruzado aquel umbral de la sociedad de masas? ¿A través de qué procesos, mediante qué compromisos o con la compañía de qué valores?
El hilo conductor del deporte, sus transformaciones en una sociedad de clases como la de Valencia y, precisamente, en una época de consolidación y desgaste del consenso elitista de la Restauración, constituyen el problema que investiga este libro. De qué forma se vivía el deporte, cuáles eran las motivaciones de quienes competían, cuáles las prioridades de quienes deseaban divertirse contemplándolo, qué exclusiones y qué tipo de asociaciones estaban dispuestos a admitir los valencianos son preguntas que se analizan aquí para indagar los valores que se iban consolidando en aquella «ciudad con público» en que se había convertido Valencia.
Se trataba de valores que marcaban las formas en auge de convivencia o que, incluso, podían contribuir a un determinado ambiente político, cuando llegara el caso. La sociedad de masas surgió entonces con un escaso acompañamiento de los medios de comunicación. Se trataba, ante todo, de la presencia física de la gente en el espacio público, un fenómeno en alza que presentaba no pocos problemas para los criterios político-culturales que se consideraban respetables en la época de la burguesía. Desde muy pronto, además, las nociones del alcance admitido de la competencia entre equipos, del «juego limpio» entre ellos, se reflejarían en el modo de imaginar el funcionamiento del mercado o las tensiones entre clases y naciones, del mismo modo que, durante siglos, las diversas nociones de la política se habían asociado a concepciones cambiantes del cuerpo humano.2
A menudo, un tema como éste ha parecido justificar las variaciones unilaterales del pesimismo cultural contemporáneo. En cambio, al analizar el desarrollo