Corazones Furiosos.. Amy BlankenshipЧитать онлайн книгу.
un lado de esta tierra a la otra cuando ella regresara. Le debÃa una.
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Toya aterrizó en el claro con la esperanza de atrapar a Kyoko antes de irse a casa. Sus alas de plata brillaron y desaparecieron sin dejar rastro. Su corazón comenzó a sonar nerviosamente mientras olÃa su olor acercándose. De pie, observó cómo entraba en el claro. Ella no habÃa levantado la vista, asà que se quedó allÃ... entre ella y su único camino a casa.
Kyoko casi habÃa caminado hasta él antes de que levantara la vista, deteniéndose en seco. "Toya," Ella logró salir antes de caer su mirada otra vez. Aún no estaba de humor para hablar con él. No con esos extraños sentimientos tan frescos en su mente. Ese hechizo la habÃa puesto en calor, por la falta de un término mejor, y aunque el hechizo se habÃa ido, ella todavÃa sentÃa el calor.
Maldita sea, ella está tomando esto demasiado duro. SabÃa que tenÃa que hacer algo para aliviar la tensión antes de que todo le explotara en la cara. "Mira Kyoko, no tienes que irte a casa ahora, no con nosotros tan cerca de encontrar Hyakuhei. No dejes que una pequeña cosa como un beso se interponga en nuestro camino."
Allà lo habÃa dicho. No era gran cosa y ella deberÃa regresar con él... donde ella pertenecÃa. SÃ, eso serÃa mejor. Empezó a inquietarse cuando notó que se habÃa detenido frente a él.
Kyoko oyó sus palabras. ¿No dejes que una pequeña cosa como un beso se interponga en nuestro camino? Ella gruñó hacia adentro. Entonces, pensó que no era gran cosa, ¿verdad? Pensó que podÃa hacerlo en cualquier momento y no se suponÃa que debÃa prestarle atención. ¡Ah! Su ira habÃa surgido y ahora tenÃa una salida para ello.
"Toya," Ella dijo en la voz más dulce que pudo reunir.
"SÃ, Kyoko?" Toya tuvo que forzarse a no dar un paso atrás cuando el instinto que tenÃa le estaba diciendo que saliera de allÃ.
Kyoko se inclinó hacia delante como para decirle algo suavemente y se inclinó un poco hacia adelante para poder oÃrla. Kyoko sonrió. "¡NO!"
Toya no pudo detener la atracción del hechizo de domesticación mientras su cuerpo se hacÃa pesado y golpeaba el suelo. Inmediatamente luchó por levantarse pero ella se quedó allÃ, extendiendo el hechizo hasta que sintió que iba a romperse las espaldas.
-¡Por amor de Dios, por favor, para! -gritó Toya.
Kyoko pisoteó el pie, pero no lanzó el hechizo de nuevo. Ella estaba mordiendo el infierno de su lengua para evitar hacerlo. Luego dejó que volara todo, pero no era el hechizo vinculante. Fueron todos los sentimientos que ella sintió en ese momento.
"¿Cómo pudiste Toya? De Kyou puedo entender que me besara asÃ, ¿pero tú? ¡Se suponÃa que me estabas protegiendo! ¡Eso también significa mis sentimientos! ¡No deberÃas haberme hecho eso! ¡No cuando sabÃas que no podÃa evitarlo! Lo último que deberÃas haber hecho fue besarme... ¡asÃ!
Toya sintió que el hechizo empezaba a encenderse y él luchó para levantarse de la tierra dura. Kyoko me permÃteme explicar.
"No", gritó Kyoko. "Puedo arreglar este problema. ¡No tengo un novio en este mundo y no quiero un novio en este mundo! Si consigo un novio, él será de mi propio mundo. ¡Y no me sigas! ¡Volveré en un par de dÃas y cuando vuelva, no quiero que nadie mencione esto otra vez! ¿Entiendes? ¡Eso! ¡Nunca! ¡Sucedió! "Gritó la última parte justo cuando tocaba las manos de la doncella y desapareció.
Cuando Toya se levantó del suelo, estaba furioso. "¡Maldita sea!" Ella no le permitió que le dijera una sola palabra. Ella no le dejarÃa decirle que él no querÃa que ella fuera a casa o que él querÃa que ella fuera suya o cualquier cosa. No quiero un novio en este mundo.
Toya frunció el ceño. ¿Qué querÃa decir con eso? ¿No querÃa un novio en este mundo... que conseguirÃa uno solo? Se volvió para mirar la estatua de soltera, gritando en la parte superior de sus pulmones. -¿Qué quieres decir con eso de Kyoko? ¡Ahora vuelves aquÃ, maldita sea!
Toya suspiró, sabiendo que ya estaba más allá de escucharlo. Nunca se habÃa dado cuenta de que alguien que era de su mundo tal vez la reclamarÃa como un compañero. Se enfrió sólo pensando en ello. No, estaba fanfarroneando. TenÃa que estar fanfarroneando, y si no lo era, sabÃa cómo resolver ese problema. Simplemente se desharÃa del tipo. No, entonces Kyoko lo odiarÃa de por vida. Nunca le perdonarÃa si le hacÃa daño a un ser humano.
-Un ser humano jamás podrÃa protegerte -gruñó Toya con frustración, entonces percibió una presencia y miró hacia la estatua de soltera. La forma tranquila de Kyou se materializó en el claro frente a él. '¡Maldita sea! Lo necesitaba tanto como necesitaba un agujero en la cabeza.
La sacerdotisa ha huido de ti y ha vuelto a su mundo. Sus tonos sin emoción eran más una declaración que una pregunta.
"No es asunto tuyo Kyou, asà que ¿por qué no... vas a besar a otra chica y dejar a Kyoko sola?". Aunque eran hermanos, ambos guardianes de Kyoko y del guardián del corazón de cristal, Toya todavÃa no confiaba en él... especialmente con Kyoko. Kyoko es mÃa, ¿entiendes?, déjala en paz.
-Ella es tuya, ¿te parece? -El tono de Kyou estaba casi aburrido-, es pura y no tiene pareja. Ella no es tuya. El viento comenzó a soplar a través del claro y Kyou desapareció con él, dejando a Toya de pie allà con una sensación de hundimiento mientras veÃa una de las plumas de oro de Kyou aterrizar en las manos extendidas de las estatuas y luego desaparecer.
Toya se recostó contra el lado de la estatua de doncella y lentamente se deslizó hasta que se sentó... esperando. Minutos se convirtieron en horas y Toya parpadeó al cielo. ¿Cuándo habÃa caÃdo el sol? SabÃa que los demás estaban en camino. PodÃa oler su aroma entrando en la brisa. Sólo se quedó allÃ, esperando a que se mostraran.
Suki empujó a Shinbe hacia el claro susurrando, "Ve a hablarle Shinbe. Tal vez esto ayude. Vamos a bajar un poco y hacer el campamento, ¿de acuerdo? Ella le dio otro empujón hacia adelante.
Shinbe sabÃa que Toya probablemente no estaba de buen humor. Nunca fue cuando Kyoko volvió a su propio tiempo, pero harÃa cualquier cosa por Kyoko y Suki. En este momento, uno de ellos querÃa que él averiguara qué pasaba y ver si podÃa decir algo que pudiera ayudar. Respirando hondo, se acercó en silencio, en secreto esperando que Toya estuviera dormido.
"¿Qué quieres Shinbe?" Dijo Toya, sorprendiendo al guardián amatista.
Shinbe se dirigió a Toya y se sentó a su lado. -¿Asà que sigue loca?
Toya miró lentamente a Shinbe. -¿Qué te dio esa idea?
Shinbe señaló con su bastón el agujero en forma de Toya en el suelo. -Bueno, eso es nuevo, ¿verdad? -preguntó Shinbe, suspirando-. ¿Has llegado a hablar con ella en absoluto? "
Toya se encogió de hombros. "Ella no me dejó decir nada, estaba demasiado loca para escuchar, ahora ha vuelto y tengo un mal presentimiento, la necesitamos aquÃ". En su mente añadió en silencio: -La necesito aquÃ.
Shinbe asintió. -Tal vez te ayude si acudes a verla, después de todo, eres el único de nosotros que puede hacerlo Y la próxima vez, no intentes explicar las cosas Solo dices que lo sientes, ¿de acuerdo? âSe levantó y se alejó un par de pasos antes de detenerse y añadir. "Si te da la oportunidad de explicar, asegúrate de decirle que la amas. Después de todo... ella no es una lectora de la mente."
Toya esperó a que Shinbe