La Inteligencia Emocional. Juan Moisés De La SernaЧитать онлайн книгу.
modificación de las polÃticas educativas encaminadas a "compensar" dichas diferencias.
Estudios posteriores dejaron en evidencia dichos resultados debido a los "fallos" en las pruebas empleadas, las cuales no tenÃan en cuenta el "argot" propio de la población diana que se querÃa analizar, es decir, los âfallosâ de determinadas poblaciones correspondÃan más a una falta de entendimiento del propio enunciado de la prueba y no tanto a la habilidad o conocimiento evaluado, esto hizo que fuese necesario adaptar dicho test en función de a quién se dirigÃa.
A pesar de ello, el I.Q. (siglas en inglés del Coeficiente de Inteligencia) sigue siendo una medida válida de la capacidad de resolución de una serie de pruebas diseñadas y preparadas por los psicólogos, las cuales siguen unas estrictas normas de control establecidas por la psicometrÃa (ciencia de la medida) de forma que sus resultados son válidos y fiables para la población que se aplica.
Gracias a esto, se puede predecir el nivel de éxito académico, y con ello también el futuro profesional de los alumnos, mucho antes de que éstos sean capaces de ser conscientes de sus habilidades y posibilidades; igualmente se usa en el campo de la selección de personal para encontrar al candidato ideal para el puesto, que no tiene porqué ser ni el mejor cualificado ni el que más experiencia tiene.
A lo largo de los años se ha ido perfeccionando y mejorando la psicometrÃa de forma que su fiabilidad es bastante alta, es por ello que las empresas deciden "su futuro" en función de los resultados de las evaluaciones realizadas por los servicios de Recursos Humanos.
Como se ha comentado hasta ahora, la evaluación de la inteligencia es un tema polémico, tanto por su definición como por lo que socialmente conlleva. Con respecto a la definición, son muchos los que aún equiparan la inteligencia a un solo constructo, es decir, eres inteligente o no, y de serlo, puedes ser "del montón", estar por debajo de la media, o por encima. Si estas en éste último caso, puede que seas más inteligente que el resto, un superdotado o un genio, como separado distintos grados. Asà serÃa si se siguiese el modelo clásico de inteligencia, ahora en desuso.
En las últimas décadas, el concepto mismo de inteligencia ha sido cuestionado, entendiéndose que no es algo unitario, sino que existen inteligencias múltiples, inteligencia espacial, inteligencia verbal, inteligencia matemática, inteligencia musical, etc.
Una persona que tenga altas capacidades desarrolladas para la música, será un gran "Chopin" o "Mozart" en la actualidad, pero puede que nunca destaque a la hora de hacer integrales, derivadas, o trigonometrÃa, por ejemplo.
Otra cosa diferente es el "genio", capaz de destacar en varias de éstas áreas de inteligencia; aunque actualmente todavÃa no existe un consenso cientÃfico a la hora de establecer claramente esta distinción.
Otro aspecto son las implicaciones sociales de los superdotados, âtemidosâ por unos y âdejadosâ por otros; algunos paÃses llevan años invirtiendo mucho esfuerzo a través de screening a la población, es decir, cuestionarios de inteligencia administrados en todas las escuelas para detectar a estos "genios en potencia".
Igualmente, las universidades, sobre todo las que figuran en el top del ranking mundial, están muy pendientes de aquellos alumnos que destacan en la secundaria para ofrecerles todo tipo de facilidades para que estudien en su centro, sabiendo que muchos de ellos acabarán siendo profesores e investigadores de su plantilla en un futuro.
Como se ha comentado la importancia de la evaluación de la inteligencia como I.Q., capaz de predecir desde la infancia el desempeño académico y posteriormente el laboral, permite âseleccionarâ entre aquellos que van a ser más âproductivosâ a la sociedad frente a los que no lo van a ser.
Algo que ha sido rechazado por buena parte de la sociedad, que ven cómo âcondenanâ a las personas menos dotadas, a las que se les da la etiqueta de discapacitados, únicamente por que no pueden rendir como los demás.
En una sociedad donde el éxito se valora en lo que se es capaz de lograr y alcanzar, en ocasiones, individuos con retraso mental, pueden parecer para algunos que âno encajanâ; cuando en realidad, estas personas aportan parte de la diversidad humana, tal y como lo hace, la existencia de personas rubias o morenas, altas o bajas...
SerÃa lo mismo que rechazarlos porque son morenas, o bajas, o gruesas... es decir, porque no cumplen las expectativas âidealizadasâ de lo que serÃa una persona productiva.
Aún hoy en dÃa se sigue luchando por superar los prejuicios que se tienen a la hora de contratar a alguien con retraso mental, para labores que están de sobra cualificados para realizar.
En los últimos años, además, se ha ido cambiando el centro de atención adoptando otras aproximaciones a la inteligencia, no sólo centrado en el I.Q., asà se ha prestado especial atención al concepto de I.E., el cual hace referencia a la capacidad de relacionarse, gracias al mundo emocional que le rodea. Esta inteligencia parece estar determinada inicialmente por las experiencias más tempranas y está muy unido al vÃnculo materno filial y el estilo educativo familiar.
Con posterioridad, la experiencia, el contacto con otros, el ensayo y error, va a permitir que se responda de una determinada forma u otra a las emociones propias y de los demás.
Una capacidad que a diferencia de lo que puede creerse, se puede entrenar y mejorar en su desarrollo, haciendo que personas que con anterioridad no sabÃan mostrar sus emociones de forma adecuada a la situación, tras un entrenamiento, pueda afrontar cualquier situación sabiendo comportarse emocionalmente de acorde a la misma.
Algo que va a repercutir de forma directa en las relaciones sociales, basadas en emociones, de simpatÃa, compañerismo e incluso de intimidad.
Con cada persona con las que se encuentra y habla se despiertan distintas emociones, de cuyo manejo puede depender el cierre de un negocio, o el inicio de una relación de pareja.
Aunque en la mayorÃa de las ocasiones estos contactos esporádicos no van a tener mayores consecuencias, un adecuado desarrollo de la I.E. va a permitir que estos sean satisfactorios, y no se vivan como situaciones estresantes o desafiantes.
La I.E. se refiere a la capacidad de la persona de escuchar su propio cuerpo, es decir, a sus emociones y de reaccionar adecuadamente al medio ambiente, igualmente, a la capacidad de observar y entender las emociones en los demás, de interpretarlas y responder a ello también de forma adecuada.
Con respecto al âorigen" de la inteligencia, actualmente y después de grandes discusiones entre los que defendÃan un origen ambiental frente a los de origen genético, se considera que el 80% de la inteligencia es de base genética y que su desarrollo y potencialidad queda sujeto al esfuerzo y dedicación del 20% restante.
En un estudio conjunto realizado desde el Departamento de PsicobiologÃa, Universidad V.U.; junto con el Departamento de MetodologÃa y EstadÃstica, Universidad de Tilburg y el Departamento de MetodologÃa Psicológica, Universidad de Ãmsterdam (Holanda), cuyos resultados han sido publicados en la revista cientÃfica Psychological Science, se realizó un análisis bibliográfico de los artÃculos cientÃficos publicados con anterioridad sobre ésta cuestión.
Los resultados de veintitrés estudios contradicen las actuales teorÃas dominantes sobre la inteligencia, indicando que la genética tiene un mayor valor debido un homogéneo efecto de la cultura donde se vive, el cual va a potenciar determinados desarrollos que van a mantenerse en el tiempo en un determinado lugar.
Es decir, la genética parece jugar un papel mayor del que le corresponde, porque las personas se suelen desarrollar en un ambiente que no varÃa con el tiempo.
Volviendo a la I.E., y basado en lo anterior, se puede afirmar que se nace con una mayor o menor habilidad o capacidad, aunque se puede aprender y mejorar con experiencia social, independientemente