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Ciudad Carbón Destartalada. Foraine Amukoyo GiftЧитать онлайн книгу.

Ciudad Carbón Destartalada - Foraine Amukoyo Gift


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gracias”. Le hizo una señal de pulgares arriba.

      “De nada hijo, ¿me imagino que te divertiste en la pista de carreras hoy?

      “Seguro que sí. Probamos la máquina en las carreteras principales. Aunque hubo un pequeño accidente. Mi moto atropelló a una mujer embarazada. No logró sobrevivir. Tuvimos suerte que tu amigo el policía nos rescató de una turba enojada”.

      “Ese es mi muchacho, luchador, rápido y furioso. Hijo, ven a saludar a mi amigo. Olvídate de ese incidente. Le tocaba morir. Más tarde hablaré con el inspector”.

      “Jerry le estrechó la mano al contratista. “Encantado de conocerlo. Jerry Daggers, el humilde hijo del magnate de los negocios”

      “No necesitas presentarte, el parecido es asombroso. Me dice que tu padre sin lugar a dudas fue un hombre buenmozo cuando joven. Alégrate de haber nacido dentro de una gran dinastía”.

      “Es gracias al Señor, mi hermano”. Dijo orgullosamente el jefe Daggers mientras Jerry lanzaba las llaves de su moto y las atrapó en el aire cuando Jerry salía.

      Ezekiel dejó caer el sobre con los calmantes sobre la cama. Se sentó en la única silla del cuarto. Su casa estaba muy ordenada y arreglada para un cuarto en un sitio desvencijado. No podía relajarse sin tomar un baño. Se rascó la quijada y el abdomen.

      Se olió sus axilas y puso una cara divertida por el olor desagradable. Un tambor que había llenado hasta el borde le dio la bienvenida. Ezekiel había llenado el tambor con agua en la mañana y lo había asegurado con un candado fuerte antes de salir a trabajar.

      “Oh no, no de nuevo”. Se frotó el cabello por la frustración. No era que le gustaba el estilo afro, si no que su cabello no había sentido las tijeras del barbero en muchas semanas porque no quería gastar su dinero espectacularmente. Este era su primer trabajo después que la compañía de seguros había reducido la nómina.

      Enojado, Ezekiel pensaba por qué algunos de sus vecinos tenían que acabar con toda el agua y no tomar baldes como lo habían hecho en otras ocasiones. Estaba cansado de que la mayoría de sus vecinos sacaran agua de su tambor como si este fuera la reserva del complejo. “Ah, quisiera darles un baño completo en el mar y ahogarlos”. Apretó los puños y enseñó los colmillos.

      Al contrario de la mayoría de los inquilinos del complejo que tenían hermanos más jóvenes o niños, podían enviar a buscar agua a intervalos regulares. Ezekiel no tenía ninguno de ellos, así que el generalmente llenaba su tambor antes de irse a trabajar todas las mañanas. Rápidamente se bañaba con cubos de agua y se quitaba el jabón de su cuerpo con una toalla pequeña. Le quedaban algunos minutos para encontrarse con sus amigos para una reunión en la noche.

      Dos mujeres se sentaron en una mesa de trabajo redonda. Era el departamento de enfermería del Cuerpo de Paz. Estaban trabajaban hasta tarde en la noche. La oficina estaba en silencio mientras se ocupaban de llenar los reportes semanales de sus especialidades.

      El director les había dado tres horas de plazo y les quedaban treinta minutos para finalizarlos. Gloria era una enfermera militar, mientras que Rachel era una civil. Gloria se levantó para buscar agua fría del dispensador.

      “Que sean dos, por favor”, le dijo Rachel.

      “Una para mí también, por favor, yo quiero agua tibia. El dolor de garganta me está matando”, dijo amablemente Temba, la secretaria.

      Te he dicho que apagues el aire acondicionado si te molesta tanto”, dijo Gloria.

      “Y, chicas, les he dicho que no se preocupen. No quiero que estén incomodas por mi conveniencia”, Temba tosió suavemente.

      “Deja tranquila a la niña, probablemente quiere disfrutar del frío aquí. Puede que se haya ido la luz cuando llegue a su casa” Dijo Rachel riéndose.

      “Rachel, por una vez en tu vida, compórtate seriamente”, le dijo Temba y le lanzó una bola de papel.

      “En realidad no estás tomando en serio el mejorarte”. Gloria apagó el aire acondicionado y levantó las persianas mientras iba a sentarse.

      Temba sonrió. “Gracias, ahora me siento mejor”.

      “Sabía que así sería. De nada”.

      Rachel presionó una tecla en el tablero con entusiasmo. “¡Guao! Gracias a dios que hoy es viernes.¿Quien más ha terminado? Ya he terminado este reporte”. Rachel saco tres entradas para el cine de su bolso. “¿Quién está interesada? Se abanicó con las entradas y se acomodó el cabello.

      “Tres entradas. Niña tienes dinero”. Dijo Gloria.

      “¿Quién tiene dinero para gastarlo en estas cosas? ¿Yo? Un novio me los dio. Él sabe que somos las tres mosqueteras del pueblo, así que ustedes, damas, tienen dos. No puedo dejar que no se diviertan” Ella movió cintura sobre el asiento.

      “¿Cuál de los novios?” Preguntó Gloria.

      “Dinos”. Le dijo Temba.

      “El del mall” Sonrió Rachel.

      “Chica, por favor, no te aproveches de ese tipo. En verdad veo amor en esos ojos. Está completamente enamorado de ti niña”, le advirtió Gloria.

      “En verdad si le tienes tanta lástima, entonces anda y hazle caso a su amor. Yo no, niñas, yo soy una libre pensadora. Me divierto sin ninguna atadura. No soy culpable de lo que él sienta”.

      “Hum Rachel, no digas que no te advertí. Miró a Temba. “Hermana, eres testigo. Espero haber dicho lo correcto”. Temba asintió y Rachel les sacó la lengua.

      El intercomunicador sonó y Gloria lo atendió porque Temba tenía un ataque de tos. “Hola señor, es Gloria”.

      “Gloria, manda a Rachel a mi oficina inmediatamente”.

      “Muy bien, señor”. Gloria colgó y giró en su silla para encarar a Rachel. “El director quiere verte”.

      Rachel respiró a través de los dientes y se ajustó la peluca. “Me pregunto qué querrá. Le acabo de enviar mi reporte a su email”

      “¿Por qué no vas y te enteras en vez de estar murmurando frente a nosotras?”, dijo Gloria.

      Rachel jugó con el tablero de su computadora, “Estoy cansada. No tengo fuerzas para bajar las escaleras.”, dijo Gloria.

      “Hay un ascensor en este edificio. No más retrasos niña”. Dijo Gloria.

      “Mueve tu perezoso trasero”, dijo Temba y tosió.

      Rachel se levantó y sacudió sus nalgas frente a Temba. “No demasiado perezoso como para dar algunos pellizcos sonoros”.

      “Rachel, el director quiere que vayas a su oficina. Deja de bromear y muévete antes que te golpee el culo con el intercomunicador”. Dijo Gloria.

      “Sí, ya voy, ya voy”. Rachel jugó con el cabello de Gloria y encendió el aire acondicionado. Salió rápidamente antes que la mirada acusadora de Gloria la sofocara.

      Rachel corrió frente a la entrada del mall con el entusiasmo de una colegiala. Gloria y Temba la alcanzaron.

      “Rachel, tenías que pagar el taxi, pero no esperaste, así que la cena va por tu cuenta en la casa”, dijo Gloria.

      Rachel levantó una ceja. “¿Por qué? Toma tu dinero del taxi”. Contó algunas monedas y se las dio a Gloria. La cena es más cara. De cualquier forma no voy a ir a la casa, recuerden que tengo una cita esta noche”.

      Gloria se rió. “Miren a esa chica mala. Yo creo que tienes dinero. La próxima vez cumple con tu parte”. Las tres chicas se rieron y se tropezaron entre ellas cuando entraban al cine.

      Gloria haló el brazo de Rachel. “Rachel, Mike nos está saludando. Vente, vamos a saludarlo”.

      “Por favor chicas, podemos hacerlo después. Vamos y acomodémonos para la película. No queremos perder nuestros asientos, “¿No?”

      “Yo creía que te había dado estas entradas gratis” Eres


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