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Pequeño circo. Nando CruzЧитать онлайн книгу.

Pequeño circo - Nando Cruz


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      CARLOS GALÁN: Nací en Madrid en 1968. Mi padre era abogado y mi madre, ama de casa. Mi hermana mayor fue la que trajo la música a casa y mi primera influencia. Fue a estudiar un verano a Inglaterra y ese mes, con trece años, vio el punk. Me trajo el Never Mind the Bollocks.

      Me fui de Madrid con diez años y estuve fuera de la ciudad de los diez a los dieciocho. Primero en San Sebastián, luego en Murcia y luego en Alicante. Desde el 78 el 81 vivimos en San Sebastián y mi hermana vio a los Ramones en Anoeta. Cuando volvía a casa, me explicaba que había cogido una púa, y a mí, con nueve años, me parecía fascinante.

      Justo debajo de casa, había una tienda que se llamaba Disco-Comic. Vendían cómics y algunos discos. Eran los inicios del cómic underground posfranquista. Allí me compré el número uno del Víbora y me aficioné a ver discos. El chico que estaba allí siempre me ponía discos: de los Clash, de aquel grupo de Valencia que se llamaba Glamour, de Puskarra, de Mikel Laboa… Ya de niño, cogía la portada del disco, la giraba y miraba quién lo editaba. Siempre he sido fan de la música y del que la editaba, pero viví desde fuera de Madrid el nacimiento de las compañías independientes.

      Llegué a Murcia con trece años. Había una librería de cómic que empezó a traer fanzines de todo el Estado. Allí compré mi primer fanzine, De luto riguroso. Hablaba de grupos de Murcia y tenía el formato que luego usé para el Subterfuge.De los dieciséis a los dieciocho años, vivimos en Alicante. Allí empecé mi primer fanzine: Diarrea real. El primer número era muy punk, pero en el tercero ya conocía un poco el mundo del garaje y abrí mi abanico. Lo hacía yo solo en casa. Solo saqué cuatro números.

      Desde Alicante ya hice alguna escapada a Madrid; para ver el ambiente, ir al Rastro, ir a Discos Melocotón a por el single de alguna compañía independiente que no era fácil encontrar en Alicante, comprar una camiseta o una chapa… Leyendo fanzines y escuchando a Jesús Ordovás, empecé a interesarme por aquello.

      Yo quería estudiar en la universidad y las opciones en Alicante no eran muchas. Volver a vivir en Madrid fue un break positivo. No tenía una intención muy clara de estudiar Historia del Arte, pero me matriculé. En la facultad conocí unos chicos que tenían un grupo, Arena 69. Eran surferos en Santander y tocaban en plan los Byrds. Por medio de ellos conocí a Gema de Valle20 y a Vicente Úbeda, «el Rana»21.

      En una de esas escapadas que hice desde Alicante, Madrid me había decepcionado un poco. Se había apagado la Movida. Pero cuando me instalé en el 88, descubrí una Malasaña de siete u ocho bares, donde vendían anfetaminas en la calle, había conciertos, cierta eclosión de grupos… ¡Era algo! Kike Turmix pinchaba en La Vaca Austera, en La Vía Láctea estaba David Krahe y César Strawberry de Def Con Dos era el camarero, Miguel Pardo era camarero en el Freeway, Fernando Pardo era el disc-jockey del Agapo… El cantante de Sex Museum había ido conmigo al colegio. Lo supimos años después. Íbamos a la misma clase e hicimos la comunión el mismo día.

      En seguida me desencanté de la carrera y me matriculé en el TAI, Taller de Artes Imaginarias. Estudié dos años de cine. Me parecía una carrera cómoda para combinarla con otras actividades, como la de empezar el fanzine.

      JUAN HERMIDA: Conocí a Carlos y Gema cuando Carlos aterrizó en Madrid desde Alicante. Escuchó a Los Macana y se convirtió en fan del grupo. Él pretendía editarles un álbum, pero el nivel de exigencia del grupo hacía que siempre lo retrasasen. Al final, el grupo se disolvió y no grabó más que los cuatro temas del disco compartido con Sex Museum.

      CARLOS GALÁN: Como me interesaba el cine, les hice un videoclip. La canción se llamaba «Subterfuge». Hicimos una reconstrucción de una cueva, muy estilo garaje. Es un plano fijo, pero estuvimos todo el día para rodarlo. Yo tenía cien millones de nombres para el fanzine y no sabía por dónde tirar. A Gema todos le parecían una macarrada y al final cogí Subterfuge.

      Lo primero que intenté en Madrid fue conocer a Iñigo. Él no salía mucho en esa época, pero pinchaba en el Rock Club, fui un día, lo identifiqué y al final nos conocimos. Un día quedamos para desayunar en El Palentino, un bar de Malasaña. Iñigo llegaba del apartado de correos. Sonic Boom le había mandado un sobre con unas cintas y unos juguetitos. Iñigo me hablaba de cómo hacer la venta por correo, de la tarjeta de crédito que debía usar…

      Yo iba a sentarme en su oficina a ver lo que hacía. Allí veías al de los Celibate Rifles, al de los Interstellar Villains… Eran amigos de Iñigo que estaban de paso. Allí conocí también a Josetxo Ezponda de Los Bichos, a Josetxo Anitua de Cancer Moon… Era una oficina underground a más no poder: con su habitación para los cartones, una mesa para hacer paquetes… Todo era fascinante. Era un referente de todo lo que yo quería tener.

      La primera vez que vi la expresión «No art» fue en una cinta de Munster. Era un recopilatorio de grupos americanos de hardcore: Germs, Black Flag, Circle Jerks… La expresión salía en una esquina de la portada y no tenía ningún protagonismo, pero me gustó muchísimo. Yo estudiaba Historia del Arte y me parecía muy descriptivo porque había empezado con mucha ilusión, pero acabé asqueado del sistema. El primer logotipo de Subterfuge fue un troglodita haciendo skate.

      El primer fanzine lo imprimí con el dinero que había ahorrado. En Alicante habría hecho veinte o treinta copias, pero esta vez imprimí quinientas. Me salía más a cuenta, aunque estuve bastante tiempo con las quinientas copias en casa.

      En la calle de la Reina había una tienda de fotocopias. Le pedí al tío que me hiciera quinientas copias en blanco y negro y la portada en papel amarillo. Era lo más sofisticado a lo que podía aspirar. Cuando fui a recogerlo, me habían hecho la portada en papel blanco y, claro, así el fanzine no tenía el mismo valor. El dependiente era un ultrasur malísimo y me dijo, «o te los comes o aquí tienes la hoja de reclamaciones». Y me señalo el típico bate donde pone «hoja de reclamaciones». Salí machacado. Fui a casa de Gema y su tía me vio tan hecho polvo que fue a la tienda, puso firme al tío y a los tres días tenía el fanzine con el papel que quería. Fui a recogerlo… cagado.

      FERNANDO PARDO: En el primer fanzine Subterfuge ya había una entrevista con Sex Museum. La hicimos en El Palentino.

      Carlos llegó de Alicante con el rollo de «tíos, habéis montado justo lo que esperaba que hubierais montado para cuando yo llegara». Los más pequeños llegaban más sueltos, con una actitud muy libre y contagiosa… «¿Te ha costado mucho hacer esto? Da igual, tío, ya está hecho. Vamos a disfrutarlo.»

      CARLOS GALÁN: Hacer entrevistas me permitió conocer gente y socializar. Kike Turmix era el motor de Malasaña, yo era un freak que quería hacer un fanzine y me dije, «a por él». Me propuso que llevara el club de fans de Pleasure Fuckers. Y también salir en el primer número del fanzine. Por supuesto, salió. La portada del fanzine era un monstruo que dibujé yo. Estaba inspirado en unos sobrecitos de chicles con monstruos de terror que salieron en el 87. Un monstruo muy garaje. Durante un tiempo intenté dedicarme al dibujo, pero era bastante mediocre y lo dejé. Kike me pidió unas copias del fanzine, que nunca vi reembolsadas, y le pasó una a Jesús Ordovás, que me hizo la primera entrevista en la radio. Yo estaba emocionado. Para mí la radio eran Ordovás, Juan de Pablos, Rafael Abitbol…

      En La herencia de los Munster y Romilar-D había publicidad de bares y tiendas de discos, y así lo hice yo. La Vaca Austera fue el primer sitio donde fui a pedir publicidad. Yo iba acojonado… «No… que… las tarifas son cinco mil pesetas una página…» Y ellos, «venga, pues una página». Y me daban cinco mil pesetas en mano. Iba al Agapo y lo mismo. De una tirada de dos mil fanzines, la mitad iba fuera de Madrid y así los bares se conocían fuera.

      Iñigo vendía su fanzine más por correo y tenía su red de ventas. Sus miras eran más internacionales. Mientras él hablaba de los Miracle Workers o los Hard-Ons, yo solo sacaba grupos de aquí. Imagino que con ese material solo en Australia ya vendería mil. Yo estaba mirando más al barrio.

      Veía una escena, pero realmente no había nada. Estaba Iñigo con La herencia, Juan Hermida con Romilar y nada más. Vi un nicho y tuve el apoyo total de La


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