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La religión socialista. Los malhechores del bien. Jesús Ángel Murco CachoЧитать онлайн книгу.

La religión socialista. Los malhechores del bien - Jesús Ángel Murco Cacho


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desapercibida, una vez lograda el camino será más fácil. Se debe despreciar la historia del viejo orden como vergonzante y odiosa, el patriotismo es algo del pasado que pertenece a la vieja visión del mundo, la nueva patria será la universal, la utópica sociedad socialista donde todos los países y hombres vivan hermanados y unidos, todos juntos, no divididos por países o etnias.

      Los ritos religiosos permanecen pero de distinta forma, parecen nuevos pero son los mismos, la adoración del líder, la comunión de las personas en actos humanitarios y sociales, la celebración de fiestas que representan otros protagonistas y hechos a los de la vieja historia y la vieja religión. El infierno existe, y no esta en las profundidades de la tierra en contraposición al cielo, están los dos en la tierra, el cielo para los elegidos y el infierno para todos los demás. Como indica el filósofo Saladín: “Utilizan los ritos colectivos para someter a sus súbditos y son puestos en práctica por sus servicios de propaganda, expertos en el culto a la personalidad y en las manifestaciones de masas. Los símbolos deben colocarse en todos los espacios públicos y privados… los jefes son infalibles; no lo ven ni lo oyen todo, como dios, pero sus espías y policías políticas se encargan de ello”.

      Y las personas racionales, los históricamente cristianos, más que religiosamente cristianos, como definió Patrick Buisson, ¿qué pueden hacer ante la continua avalancha de actos religiosos de unos socialistas que creen estar por encima del bien y del mal y que van a organizar tu vida, quieras o no, para instituir la virtud sobre la tierra? “Cuando se quiere que los hombres sean buenos y sabios, libres, moderados y generosos, se llega fatalmente a querer matarlos a todos… el gobierno revolucionario se fundamenta en la virtud y el terror… la república consiste en la destrucción de todo lo que se le oponga” decía el escritor francés Anatole France. “Amar tanto al pueblo suele traer como consecuencia el deseo de controlar hasta el más pequeño de sus movimientos para que no se haga daño a sí mismo…” remarca el escritor Jesús Lainz.

      Todos los que han salido del mundo mítico de las religiones otra vez tienen que estar alerta ante la llegada de esta religión que lleva más de doscientos años intentando cambiar nuestra sociedad y a los que la formamos. El cristianismo es la religión de la salida de la religión, como explicó Christian Roubeux, el cristianismo está en retirada, ha dado paso a la razón, el islam está en plena guerra interna y contra la sociedad occidental de base cristiana, el socialismo, siempre alerta, reinterpretándose cada vez, buscando los puntos débiles de nuestra sociedad, engañando a la gente con su mensaje falso. Ya Gandhi nos lo advirtió: “Desconfío de los que proclaman su fe a los demás, sobre todo cuando quieren convertirlos.”

      El filósofo Ignacio Sánchez Cámara escribe lo siguiente: “En tiempos de la Revolución Francesa, advirtió Condorcet de un nuevo peligro para la libertad del individuo. Consiste en que quienes ostentan el poder temporal aspiren a fundar un nuevo culto cuyo objeto es el propio Estado, sus instituciones o sus representantes. «Los mismos que quisieron liberar a los hombres del yugo de la religión se arriesgan a convertirse en servidores de un culto no menos opresivo. A partir del momento en que es el poder el que dice al pueblo lo que hay que creer, nos encontramos con “una especie de religión política”, apenas preferible a la anterior»”.

      El socialismo está en el mismo nivel mítico que las religiones y actúan de forma muy similar, su relación con el Islam también es importante. Leyendo a Guillermo Elizalde se observa muy claramente esta relación: “Aunque el socialismo se presenta como doctrina de librepensamiento, progreso y secularización, es decir, como una aparente antítesis del islam, las afinidades entre ambos son notables. Durante un tiempo, cuando el musulmán bolchevique Sultán Galiyev trabajaba para extender el socialismo a las poblaciones islámicas, pareció que el islam iba a ser un instrumento de la expansión mundial del socialismo. Pero el fenómeno se invirtió tras la caída del Muro de Berlín, y el socialismo puede convertirse ahora en la antesala de la islamización de Occidente. El socialismo es una ideología y el islam una religión, pero eso no entorpece sus mutuas conexiones. Hace tiempo que Proudhon demostró la naturaleza teológica del socialismo, y desde Mahoma hasta Savid Oqud el islam funciona como una ideología. Es legítimo, pues, comparar socialismo e islam...Tanto en el socialismo como en el islam, los medios para alcanzar estas promesas liberadoras pasan por la revolución y su necesaria ración de violencia”. Basta recordar a los negros norteamericanos de los años sesenta, cómo cayeron en el islam pensando que era su camino y fue la vía de entrada en el socialismo más radical, Malcom X, Luterth King, Mohamed Alí, y tantos otros, hoy y siempre.

      Veamos ahora las características de esta religión socialista, ética, política o de Estado, comparándola con su religión madre, el cristianismo.

      No existe religión que se precie de ello sin un dios al que adorar, o un dios al que temer, o un dios para esconderse de sí mismos. Choca a la mente de un socialista que se le considere primero religioso y luego que exista su dios, no entra en su cabeza por ese odio a todo lo que signifique religión, inconscientes de que ellos son más religiosos que nadie. Los protestantes, herejes del catolicismo, son mucho más religiosos que los católicos. Dios ha muerto, como diría Nietzsche; o Dios se retira, como diría Bloy. En cualquier caso hoy dios está en un aprieto. Están los teístas, creen en dios; los ateos, no creen en dios; los antiteos, atacan a dios y los agnósticos, que no se consideran preparados para definirse sobre el tema. Es difícil acercarse al problema y es fácil caer en algún bando.

      El concepto de dios por los hombres ha ido variando según evolucionaban e iban ascendiendo en los niveles evolutivos desde el mágico al mítico, y desde el mítico al racional. Para un humano de la época pregriega, el concepto rudimentario de dios estaba ligado a acontecimientos de la naturaleza: fuego, trueno, rayo, luna, etc. Con Grecia, dios entra en el reino mítico, aparecen fuerzas sobrehumanas que influían en la vida de los hombres. Roma los humanizó quitándoles su aura sobrenatural. Con el judaísmo aparecen las religiones monoteístas, un solo dios, y sus herejías: el cristianismo y el islam, que permanecen en la actualidad. Con la llegada de la Ilustración emergió un nuevo nivel evolutivo, el racional, en el que dios también existe, es diosa y se llama Razón. El que se considera ateo desconoce el significado de dios, puede ser ateo de algún tipo de dios: del trueno, de Zeus, de Alá, de la Razón, pero siempre habrá un dios presente en su vida, aunque no lo sepa. El problema de la existencia o no de dios es un problema de definición.

      Para las religiones monoteístas, dios se define como un ser supremo hacedor del universo al que se da culto. También se le considera un ser supremo impersonal, una simple idea o mera energía creadora, sin necesidad de adoración. Puede tener aspecto humano o no, pero explica la existencia de todo lo creado. Este dios es capaz de generar una forma de vida social regida por medio de leyes, normas o principios que sus seguidores deben cumplir, los mandamientos. Es importante saber las características de este ser supremo llamado dios:

      • Omnipotencia o poder absoluto sobre todas las cosas, poderlo todo.

      • Omnipresencia o poder estar presente en todo lugar, abarcarlo todo.

      • Omnisciencia o poder absoluto de saber el pasado, presente y futuro de las cosas, saberlo todo.

      “Había que concebir a dios de un modo nuevo” dijo Ernst Jünger. Y quién es ese dios nuevo, ese dios socialista, adorado por todos sus seguidores sin distinción, y temido en el fondo: ese dios socialista es el “Estado”. Los religiosos socialistas lo adoran, sólo pretenden que tenga el poder máximo para encomendarse a él y que resuelva nuestros problemas. Cuanto más poder y tentáculos tenga el Estado más control tendrá sobre la población que está a su cargo. Cuando los religiosos socialistas llegan al poder lo primero que hacen es alimentarlo, engordarlo, su dios debe estar satisfecho para que con su buen hacer nos proteja a todos de los males del mundo y de los hombres malos. Él se encargará de solucionar todos los problemas pero para ello debe tener el máximo poder que con seguridad abusará de él haciendo padecer a sus seguidores y a los que lo sufren en silencio. El capitalismo, el enemigo acérrimo de estos religiosos socialistas, busca justo lo contrario, que el Estado sea mínimo


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