La religión socialista. Los malhechores del bien. Jesús Ángel Murco CachoЧитать онлайн книгу.
La Plaza Roja de Moscú era un lugar emblemático donde se realizaban los desfiles en exaltación del Estado, paradas militares y grandes retratos recordaban a los congregados, los fieles, los logros de la nueva religión, un acto patriótico al que nadie debe ser ajeno. La hoz y el martillo (el nuevo crucifijo), las banderas rojas (los nuevos estandartes), el himno del Estado (canto de alabanza a Dios), el brazo en alto con la mano cerrada o abierta (el nuevo santiguar), son admirados y venerados por los fieles, son los símbolos del Estado, es decir, los símbolos de dios. De igual forma se celebran estos actos en la Plaza de la Revolución de La Habana, la Plaza de Tiananmén de Pekín, los desfiles en Berlín de los nazis y en la Italia fascista, la plaza central de Pyongyang en Corea del Norte y tantos otros.
Estos desfiles son similares a las procesiones de Semana Santa en el catolicismo y a la peregrinación a La Meca. Las romerías a las ermitas, los desfiles festejando a los santos y patrones locales, tienen sus homólogos en la religión socialista con las manifestaciones reivindicativas que son tan habituales en nuestra vida diaria, siendo la mayor la del Primero de Mayo, o cuando ocurre un gran acontecimiento que saben aprovechar muy bien para sus intereses. La reivindicación continua es una de las características de la religión socialista, siempre hay que hacer presente el mensaje que arrastra para convencer al mayor número de personas por medio del bombardeo ideológico o del miedo, el proselitismo lo ejercen con verdadera devoción.
Los sacerdotes, frailes, monjas, obispos, cardenales, ulemas, ayatolás, rabinos, etc, también están representados en la religión socialista. Son los encargados de encauzar a la muchedumbre y conducirla por el camino del bien, de su bien. Los hay de bajo nivel que son los que encontramos en nuestros trabajos, en las universidades, en nuestros barrios o pueblos, siempre con la voz cantante, revolucionando a los que les escuchan, guiándoles por el camino correcto. Los hay de mayor nivel, encargados de misiones mayores, actuando cerca del poder, cerca de los medios de comunicación, los sindicatos poderosos, los líderes carismáticos, los periodistas a sueldo.
Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, escribieron que el proletariado no sabe lo que le conviene y que por tanto son necesarios los comunistas para dirigir la lucha contra el capitalismo. Hacen falta líderes que iluminen y dirijan al pueblo, los mesías que encauzaran la vida de sus seguidores, como escribió Elías Canetti: hombres capaces de transformar en masa a los seres humanos.
Los santos y mártires cristianos también están representados en la religión socialista. Son los fundadores de la religión, los que han sabido y podido hacerla más grande, y los que han dado su vida por ella, personajes de una absoluta perfección moral y por tanto objeto de culto. Quién osa bajar del pedestal a Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, Castro y tantos otros. Qué mejor mártir que el Che Guevara, idolatrado por toda la juventud como un líder carismático que dio su vida por la religión socialista, o Salvador Allende, Lula, Chávez. Y también están los perseguidos por la propia religión, los apestados, los herejes como Trotsky, Mussolini y Hitler en los altos niveles, y para el resto, el Gulag, los campos de concentración o la eliminación directa.
Los cristianos se santiguan y tienen sus cantos religiosos y abren los brazos a dios en sus oraciones. Los religiosos socialistas no podían ser menos: ese puño cerrado en alto o la mano abierta, esa Internacional cantada con fervor o las canciones populares, la hoz y el martillo o la esvástica. Los ritos cristianos en versión socialista. Cuanta similitud que no se quiere reconocer.
La religión socialista también tiene su doctrina y sus dogmas como las otras religiones. Una doctrina es un conjunto de postulados que rigen una religión. La doctrina debe ser enseñada y propagada por todos los medios posibles (adoctrinamiento), reeducando a los fieles. Los dogmas son los puntos esenciales de la doctrina y que no están sujetos a discusión, su verdad es incuestionable y deben ser acatados, aceptados y practicados por sus seguidores.
Karl Marx, que fue el primero en organizar el pensamiento socialista de la época en términos de economía política, indicó como doctrinas fundamentales del socialismo las siguientes:
• La historia se puede explicar desde el punto de vista económico, no sólo religioso, social o político.
• La lucha de clases. Siempre ha existido y hoy en día se da entre el capitalista y el proletariado.
• El Estado sería el dueño de los medios de producción. El socialismo será el paso previo hacia el comunismo, una sociedad sin clases.
En la religión socialista, su dios, el Estado, es el encargado de proponer los dogmas por los que se regirá la sociedad. Sólo el Estado puede legislar y ser generador de la justicia y será la expresión de la voluntad del pueblo. Estos dogmas son de obligado cumplimiento y respeto: Todo por el pueblo, fraternidad, igualdad, elogio de la revolución, el Estado como máximo representante del pueblo, nada es discutible, etc.
La religión socialista también tiene sus fiestas. Ha establecido nuevos calendarios para festejar acontecimientos, personajes y valores relacionados con su nueva religión y para diferenciarse de las otras. En un principio fue un calendario alternativo al oficial donde se celebraba la Fiesta del Marxismo, la Fiesta de la Paz, conmemoración de alguna gran huelga, etc. Hoy en día procuran que las fiestas de las otras religiones pasen a un segundo término o que directamente desaparezcan. Crean fiestas alternativas laicas, lo más alejadas del catolicismo especialmente. La Navidad la llaman Fiesta de Invierno, la Semana Santa es la Fiesta de la Primavera, el Carnaval y Halloween son más publicitados que las fiestas cristianas, el Ramadán siempre presente, abundan las fiestas de barrio y locales donde normalmente las dirigen ellos. La gran fiesta socialista es el Primero de Mayo, el Día del Trabajador.
Las recompensas de la religión socialista son comparables a las de las demás religiones. Si dependes física y sobretodo psicológicamente de sus normas la felicidad está asegurada. No hay más que observar lo felices que son los que intervienen en los movimientos de barrios, en las asociaciones vecinales, en las ONG’s que van por el mundo haciendo el bien, los ecologistas, los animalistas, etc. Piensan que su labor es la adecuada, están practicando el buenismo que les hace sentir especialmente bien, se sienten generosos, ayudan a los demás, participan en sus vidas, son solidarios. ¿Qué mayor recompensa que el sentirse bien, a gusto consigo mismo? Lo mismo sienten los cristianos y musulmanes cuando ayudan a los demás, no solo alcanzarán el Cielo o el Paraíso, sino que en su tránsito en la tierra serán felices sabedores de que están en el camino adecuado. “Se puede gobernar sin renunciar a los sueños” dijo el brasileño Lula da Silva, el nuevo Che. Los sueños de la nueva religión, volverán a engañar a los suyos y a los demás, hay que mantener la utopía aunque sea falsa, qué sería de sus vidas si se descubriera el engaño.
La felicidad que produce la vida familiar la sustituyen por la alegría de pertenecer al Partido, esos camaradas, esos compañeros, esos sí que son una verdadera familia. Elías Canetti escribió: “La masa me había subyugado; era un delirio en el que uno se perdía y olvidaba, sintiéndose monstruosamente vasto y a la vez colmado; lo que uno sentía no lo sentía para sí; era una especie de altruismo absoluto… pero a la vez nos sentíamos privados de nuestro libre albedrío, algo siniestro nos sucedía, mitad delirio y mitad parálisis”.
Todos conocemos los libros sagrados del cristianismo, islam o judaísmo: los Evangelios, la Biblia, el Corán, la Torá. Considerados sagrados, los utilizan en la mayor parte de sus ritos y como fuente de enseñanza. Por eso se suelen conocer como religiones de libro. Pero, ¿cuál es el libro de cabecera de esta nueva religión socialista? La religión socialista no tiene un libro de cabecera pero son múltiples los libros y autores encargados de guiar a sus fieles. Desde los más oscuros de interpretar hasta los más elementales donde no hay que olvidar, hoy en día, el poder de las redes sociales y los medios de comunicación, como medio de que la palabra de dios, el Estado, llegue a todos de forma clara o camuflada.
Uno de esos libros principales, tal es así que se llama “El Capital”, de Karl Marx y Friedrich Engels, es la base del marxismo. No se puede ser un socialista de pro sin defenderlo aunque casi nadie lo haya leído, ni Stalin ni Mao lo leyeron, como afirma el filósofo Antonio Escohotado. Luego están las interpretaciones que se dieron y los retoques para adecuarlos a cada tiempo. No se puede obviar a las obras de Lenin que conformaron