Teoría del conocimiento. Juan Fernando Sellés DauderЧитать онлайн книгу.
precedentes. En los animales esto parece claro, porque su olfato es más fino que el humano; pero en el humano también se nota, porque capta a distancia, asunto prohibido para el tacto y el gusto; por tanto, conoce más, puede más que aquellos.
La aludida tradición filosófica también añade muchas observaciones respecto de este sentido, por ejemplo, que se conoce más cuando la realidad física está húmeda que seca. Pero, como se ha adelantado, no es el momento adecuado para especializarnos en esas advertencias.
b) Los sentidos externos superiores. Son dos: el oído y la vista
b.1. El oído. Es el inferior estos dos sentidos. Su soporte orgánico está constituido por todo el oído. Su objeto propio son los sonidos. También en él hay muchos animales que aventajan a los hombres. El medio a través del que puede percibir es el aire y agua (gas, líquido). Vence más la distancia, el espacio, que el olfato. Es, por tanto, más cognoscitivo, pues capta, además, la tonalidad de los sonidos, muchos matices. Su término medio son los diversos sonidos mediales de la escala acústica, siendo sus extremos, lo agudo y lo grave, perjudiciales ambos para la audición: los excesivamente graves por no ser audibles, y los excesivamente agudos por corromper la naturaleza del órgano.
Un sensible especial del sonido es la voz. La voz, además, posee cierta significación, con lo cual los animales dotados de voz poseen imaginación, porque se representan las cosas y las designan con la voz.
b.2. La vista. Es el superior de los sentidos externos. Su soporte orgánico es, en sentido amplio, el ojo. Su objeto propio son los colores. En él nos aventajan también algunos animales (muchas aves por ejemplo). El medio, al igual que el de los dos anteriores, es el aire y el agua (gases-líquidos). Vence más que ningún otro la distancia, el espacio, pero no llega a vencer el tiempo, porque aunque cuenta con la ayuda de lo más veloz del mundo físico, la luz, no puede ni conocerla ni conocer lo más veloz que ella. Es el más alto de todos los sentidos externos por este motivo, pero también porque es el que más diferencias capta en lo real físico, y, por ello, lo preferimos a los anteriores.
Está en correlación con la luz, pues sin esta, que es lo más formal (lo menos material) del mundo físico, los colores no son tales, y no son, por tanto, visibles. La luz no es visible por sí, sino que es visible lo iluminado por ella, el color anejo a ella, que ella ilumina. Aristóteles señaló que la luz es ‘acto’ respecto de lo transparente, y lo que más vence la distancia y el tiempo en lo físico. Todo lo cual indica que la luz es para la vista, que la luz es física y que el ver no lo es.
c) Los sensibles comunes y los sentidos externos
Los sensibles comunes se perciben por varios sentidos externos. Comunes a todos los sentidos son el movimiento, el reposo, el número, la figura y el tamaño.
No hay más sentidos externos porque toda cualidad conocida sensiblemente por los actos de los sentidos externos es reducible a uno de ellos, si es sensible propio, o a varios, si es común. Se puede decir, además, que hay otros aspectos comunes en los sentidos externos, como es el medio, pues o bien se puede conocer por contacto (tacto y gusto), o bien por medio del aire y agua (olfato, vista, y oído). Existen esos sentidos; pero no se ve por qué no puede haber más.
Sí se ve, en cambio, la conveniencia de que no haya un solo sentido externo, porque así se captan los sensibles comunes, los cuales pasarían inadvertidos más fácilmente, porque asociaríamos los comunes al propio del sentido. Además, como los sensibles comunes se captan mejor por un sentido externo que por otro, notamos que un sentido es superior a otro, es decir, más cognoscitivo.
¿Qué pasaría si con un solo sentido captáramos colores, sonidos, olores…? Pues que no notaríamos la jerarquía entre los objetos sensibles. Además, no podríamos diferenciar, por ejemplo, entre color y movimiento. ¿Qué ventaja tiene esta distinción? Pues que nos permite conocer la realidad física tal cual es, pues no son realmente lo mismo el color que el movimiento.
¿Captan los sentidos por igual los sensibles comunes? ¿Se capta por igual el movimiento del vuelo de un avión por la vista que por el tacto? Por suerte no. Se capta mejor por unos que por otros.
¿Qué significa que unos sentidos externos capten ‘mejor’ que otros la realidad física? Sencillamente que entre ellos se da una jerarquía cognoscitiva; que unos sentidos son más cognoscitivos que otros.
Sin sensibles comunes no podríamos saber, por ejemplo, que por medio de los colores conocemos más que por medio de los sonidos. Entonces, ¿cuál es la finalidad de que sintamos sensibles por varios sentidos? La respuesta no puede ser más que esta: para darnos cuenta que por unos los captamos más y mejor que por otros. Los sensibles comunes manifiestan, por tanto, que los sentidos externos son jerárquicamente distintos.
3. Los sentidos internos
Descripción. Los sentidos internos son potencias o facultades cognoscitivas con base orgánica (el cerebro) que permiten conocer asuntos que no están realmente presentes en la realidad física. Por eso captan lo que es enteramente desconocido para los sentidos externos. La base orgánica de los sentidos internos más altos es especial, porque crece orgánicamente: se trata de las interconexiones neuronales.
Lo que no conocen los sentidos externos son sus propios actos de sentir, tema que conoce el sensorio común o percepción sensible. Los sentidos externos no conocen tampoco objetos que no estén presentes en la realidad física, como imaginaciones, recuerdos o proyectos concretos de futuro, temas respectivamente de la imaginación, memoria sensible y cogitativa.
Conocer lo físico concreto ausente, reobjetivarlo, recordarlo, transformarlo en nuevas formas, realizar nuevos proyectos concretos, es propio estos sentidos internos: la imaginación, la memoria y la cogitativa.
Actualmente a la sensibilidad interna se la denomina percepción sensible. Todos estos sentidos conocen más que los externos, lo cual supone que el crecimiento es en interioridad, profundidad. ‘Internos’ indica, no que estén en el interior del cuerpo humano, pues el tacto está también en el interior de nuestro cuerpo y sin embargo es un sentido externo, sino que conocen lo que no es externo, físico, material.
Elenco. Los sentidos internos son, pues, cuatro, uno de los cuales es el inferior, el sensorio común o percepción sensible, y los otros tres son los superiores: la imaginación, la memoria sensible y la cogitativa –estimativa en los animales–. Atendamos brevemente a la descripción de cada uno de ellos.
a) El sentido interno inferior: el sensorio común
Es la facultad por la que conocemos los actos de conocer de los sentidos externos. Por ella notamos, sentimos, que vemos, oímos, etc. (no vemos que vemos, ni oímos que oímos, etc.). A ese conocimiento también se le llama conciencia sensible. Su soporte orgánico es el sistema nervioso, incluso a nivel cerebral, aunque no todo el cerebro. Su ‘objeto propio’ no es ningún ‘objeto’, sino los actos sensitivos de los sentidos externos. Siente los actos de modo común, es decir, de modo vago, pero los siente como distintos, pues nota que el acto de ver no es el acto de oír, etc. Conoce, por tanto, la distinción entre uno y otro, pero no de modo perfecto, sino con cierta vaguedad, que es selectiva, porque de lo contrario, no podría conocer lo que de común hay entre ellos.
Sentir que se ve no es ningún ver, ni ningún color. Sentir que se oye no es oír alguno o algún sonido. El ver no se ve, sino que se ven los colores; el oír no se oye, pues tal acto se agota oyendo sonidos. Los sentidos externos no se refieren a sí mismos (la reflexividad debe excluirse a todo nivel de conocimiento, pues su error es patente ya a nivel sensible).
Al sentir un acto como distinto de otro el sensorio común siente lo que tienen en común, pero como cada uno de esos actos conoce objetos distintos, el sensorio común percibe la diferencia entre actos y, correlativamente, entre objetos sentidos. Es imposible conocer objetos distintos como distintos por los propios sentidos externos. El sensorio común vence ese límite, pues conoce la diferencia entre cualidades distintas a la vez en un único sentido. Por eso se puede decir que el objeto propio suyo es la diferencia sensible.
El sensorio común no percibe, por ejemplo, el color y el sonido como diferentes sino su diferencia. Como los actos (ver, oír,