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Cosas Peligrosas. Amy BlankenshipЧитать онлайн книгу.

Cosas Peligrosas - Amy Blankenship


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el ceño cuando vio que tendría que volver a cortarse las uñas. Encogiéndose de hombros, se alejó de la paliza y se acercó a la celda más alejada de todas, al final del sótano. Una sonrisa iluminó su cara cuando escuchó el sonido de las pesadas cadenas.

      El hombre que estaba dentro se puso repentinamente de pie y resistiéndose a los grilletes trató de llegar a Anthony.

      El mal humor de Anthony se evaporó de repente al ver al espléndido macho que se encontraba dentro de la celda. Su sonrisa se acentuó al pensar en la forma de llevar a Jewel de vuelta a sus brazos y lejos de los pumas en los que ella había buscado refugio.

      —Me alegro de haberte disparado sólo una vez, Micah... puede que aún tenga un encargo para ti.

      *****

      Tabatha miró alrededor del apartamento que compartía con Kriss y se estremeció. Normalmente no le importaba estar sola, pero por distintas razones, esta noche estaba siendo muy difícil de sobrellevar. Miraba por la ventana cada vez que escuchaba un ruido pensando que Kriss había regresado. Creyó encontrarse bien cuando Envy y Devon la dejaron en casa de camino a la casa de Chad, pero ahora se dio cuenta de lo mucho que necesitaba su compañía.

      Envy le había preguntado si quería ir con ellos en caso de que necesitaran trabajar en equipo para manejar a su hermano. Pero Tabby había pensado que tal vez Kriss habría llegado pronto a casa y quería preguntarle qué había pasado, así que rechazó su oferta... y ahora deseaba no haberlo hecho.

      Pensar en Kriss la llevó a pensar en Dean y en cómo había actuado en la iglesia. Todavía podía ver la expresión de su cara cuando vio a Kane.

      En un vano intento de no pensar en él, Tabatha agitó la cabeza cuando la imagen de Kane apareció en su mente. Viéndole morir allí tirado había tocado algo muy profundo en su corazón y en su alma. Ella no entendía por qué, pero pensar en su muerte le hizo querer acurrucarse como un ovillo.

      —Contrólate—susurró ella para romper el silencio. —Lo que necesitas es una distracción.

      Descolgando el teléfono, decidió llamar a Jason al trabajo para ponerse al día y ver si había ocurrido algo raro desde que Kriss la llevó en avión hasta Florida.

      El teléfono sonó tres veces antes de que contestaran.

      —Reserva Forestal, habla el oficial Fox—dijo una atractiva voz.

      —Hola Jason, soy Tabby. Este sonrió por primera vez desde que entró por la puerta principal.

      —¿Tabby? — exclamó Jason y ella oyó que algo se caía, probablemente la silla, porque normalmente se inclinaba hacia atrás en ella sobre dos patas y en un ángulo peligroso. —¿Dónde diablos has estado?

      —Kriss nos secuestró a mí y a Envy y nos llevó a Florida durante unos días— contestó Tabby. —Acabo de llegar a casa y pensé en llamarte para ver qué me perdí.

      Jason suspiró: —Aparte de las cosas raras de siempre, no te perdiste mucho. Lo único emocionante que pasó es que la otra noche recibimos una llamada de un loco de verdad.

      Tabby sonrió y se sentó en su sofá: —¡Cuéntame!

      —Jacob y yo estábamos aquí sentados, era una noche muy tranquila cuando sonó el teléfono. Al contestar había un tipo hablando de que un jaguar perseguía a un puma por el centro de la ciudad con un teléfono móvil atado a una de sus patas.

      Tabatha no pudo evitarlo y empezó a reírse. Si hubiera estado en la piel de Jason hace un par de semanas, habría pensado lo mismo. —¡Oh, no! — exclamó ella.

      —Dímelo a mí —dijo Jason riendo. —Jacob y yo estamos apostando si habrá o no mensajes de texto en el móvil cuando encuentren al bicho.

      —¿Estás seguro de que no estás bebiendo ninguna de las especialidades de Kat? — le preguntó entre risas.

      —¡No bebo en el trabajo! —exclamó Jasón y Tabatha escuchó la risa de Jacob al fondo. —¿Cuándo vuelves al trabajo?

      Tabatha se encogió de hombros. —Todavía no lo sé. Necesito unos días más y tengo que usar los días de vacaciones.

      —Está bien, pero te echamos de menos. Esto no es lo mismo sin una cara bonita que alegre este lugar. Todo lo que tengo ahora es a Jacob, y él no es gran cosa.

      —Yo también os he echado de menos— dijo Tabatha, y lo decía en serio. —Nos reuniremos en los próximos días.

      Jason se quedó callado por un momento y Tabatha supo instintivamente lo que se avecinaba. —¿Cómo está Envy?

      — Ella también está bien. Al igual que yo, sólo necesitaba unos días libres.

      Se mordió el labio inferior cuando transcurrieron varios segundos de silencio.

      —¿Es verdad? —preguntó Jason.

      —¿Es verdad el qué? —preguntó Tabatha tratando de sonar como si no tuviera ni idea de lo que le decía.

      — ¿Envy está saliendo con Devon Santos? Los nudillos de Jason se volvieron blancos de agarrar el teléfono con fuerza.

      Tabatha suspiró. Sabía que esto iba a dolerle mucho a Jason, pero hasta cierto punto era culpa suya. Alguien tan guapo nunca debería estar tan colgado de la única chica que solo veía en él a un amigo y hermano.

      —Sí, es verdad—dijo Tabatha en voz baja. —Sé que no quería hacerte daño. Ella te adora.... ya sabes.

      Jason respiró con calma y Tabatha sintió pena por él. Había perseguido a Envy durante tanto tiempo que era la única chica en la que se había fijado. Ahora estaba fuera de su alcance, pero Tabatha no se lo iba a decir. Eso era cosa de Envy.

      —Sé que no quiso hacerme daño— dijo Jason después de un minuto. —Supongo que debería haberme dado cuenta cuando ni siquiera se percató de que estaba coqueteando con ella.

      —Se dio cuenta, Jason—dijo Tabatha. —Ella sólo pensó que eso perjudicaría vuestra amistad.

      Jason murmuró: —Sí, supongo que sí, pero no puedes culpar a un hombre solo por soñar, ¿no?

      Tabatha escuchó a Jacob en el fondo diciendo: —Puedo culparte de muchas cosas.

      —Cállate la boca—gruñó Jason de manera juguetona y Tabatha le oyó bajar de golpe las patas de la silla a su posición correcta. —Tabatha, te llamo luego. El niño ha decidido empezar a tirarme bolitas de papel.

      Tabatha asintió con la cabeza riéndose: —Está bien, hablamos luego.

      Colgó el teléfono y se sentó allí por un momento antes de volver a poner el teléfono en el cargador. Mirando el apartamento de nuevo, ya no le parecía tan solitario. Jason necesitaría su amistad ahora más que nunca y ser necesaria le ayudó a sentirse más segura.

      De pie y estirando los brazos por encima de la cabeza, caminó por el pasillo hasta su habitación. Se desnudó y se puso un par de pantalones cortos y una camiseta de tirantes antes de hundirse en la fresca y familiar suavidad de su cama.

      Esta vez no intentó impedir que la escena invadiera su mente mientras intentaba quedarse dormida. Después de todo, necesitaba descifrarla y no desaparecería hasta que lo hiciera... ¿por qué luchar contra ello? Se hundió en la oscuridad del sueño, con la mirada todavía clavada en la iglesia y en los ojos de Kane.

      *****

      Jewel paseaba por el amplio dormitorio de Steven. Tenía los brazos cruzados y había empezado a morderse las uñas, algo que no había hecho desde que era niña.

      —Esto es por mi culpa—dijo en voz baja, mientras trataba de apartar la imagen de su padre crucificado sobre el altar de la iglesia a la que había acudido desde siempre ¿Cuántas veces había rezado allí abajo donde él había muerto? Sabía que Anthony era retorcido, pero aquello era sádico.

      Steven


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