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Pickle Pie. George SaoulidisЧитать онлайн книгу.

Pickle Pie - George Saoulidis


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3.0.6

      George Saoulidis

      Traductor: Simón Molina

      Copyright © 2018 George Saoulidis

      Published by Tektime

      All rights reserved.

      Cover image Copyright © João de Souza Antunes Jr AKA Antunesketch

      CAÍDA UNO

      Patty fue golpeada y su cuerpo se paralizó por completo.

      Odiaba que la golpearan y la estúpida espada larga no le ofrecía ninguna protección. Ella prefería la espada y el escudo, para tener algo con que bloquear, algo para cubrir su cuerpo. Pero el estúpido entrenador la obligó a usar esta arma inútil.

      “Cayó una de las chicas Posters y parece que otras van a seguir el mismo camino”, dijo el comentarista.

      La oponente que lo logró con su propia espada larga, llamada Echidna, continuó para pasar a otra compañera de equipo y luego a su Qwik. Ella bloqueó bien, cubriendo su cuerpo con los dos brazos, pero la fuerza del golpe la hizo tambalearse hacia atrás y dejó espacio para otra jugadora, Hydra. Hydra era una Cadena y tenía un largo alcance por lo que lo único que necesitaba era una oportunidad y la aprovechó. Su brazo cibernético, un montón de serpientes retorciéndose a su lado, se extendían como un látigo que mordía quijadas.

      La Quik también cayó, sangrando. Se arrodilló sobre un charco de sangre rosada con su pantorrilla mordida, paralizada.

      La cabeza de Patty estaba en un ángulo extraño y lo único que podía hacer era voltear sus ojos hacia donde estaba la acción. Las Beasties fueron por el resto de su equipo con los tambores sonando lento, muy lentamente.

      La Quik de las Beasties, una chica ágil y pequeña llamada Gorgon, tenía la calavera e iba por todo, corriendo para anotar.

      “Y la Qwik Beastie va por la calavera final. Allá va corriendo, más bien paseando porque el partido prácticamente se ha acabado. Como el acabado Anglet para la madera, el mejor barniz que el dinero pueda comprar.

      Se oía el último sonido del tambor.

      Patty pudo sentir su cuerpo de nuevo, con los dedos de las manos y los pies hormigueándole, pero no había tiempo para recuperarse, se tambaleó hacia la Qwik, esquivó una serpiente que se acercaba, se deslizó por los últimos metros de rodillas sobre la pista y golpeó a Gorgon en la pierna. Gorgon cayó de rodillas y soltó la calavera, pateándola por accidente.

      Echidna llegó hasta ella blandeando su espada larga con una serie de golpes. Patty apenas logró esquivarla y oyó el golpe del tambor de nuevo.

      Gorgon estaba a punto de recuperarse, Patty hizo una finta que si resultaba le daría una oportunidad.

      Echidna cayó en la jugada, se echó hacia atrás para evitarla. Patty blandió su espada larga y en lugar de atacar a Echidna, golpeó a la Qwik enemiga de nuevo, esta vez en el cuello.

      Su movimiento fue tan rápido que la golpeó con bastante fuerza.

      Algo se rompió.

      “¡Qué golpe el de Patty Roo! ¿Fue intencional? Porque si tuvo esa intención, fue ho-rri-ble”.

      Gordon quedó paralizada de nuevo. La Quik de Patty se recobró y atrapó la calavera, cojeando, dejando un rastro de sangre tras ella.

      “Y tenemos a la Qwik de las Chicas Posters que todavía sigue intentándolo. Simplemente no se rinde. ¿No es verdad?”

      “Bueno, después de todo es el partido decisivo para las rondas preliminares del torneo. Las chicas lo están dando todo”, respondió el segundo comentarista.

      Patty se le atravesó a su oponente. “Sin escudo, maldición”, siseó. Hizo lo mejor que pudo para cubrir a su Quik

      Echidna se acercó más y lanzó un increíblemente rápido jab con su espada larga que golpeó a la Quik justo en las costillas. Se dobló y cayó de rodillas, esta vez por el dolor al igual que por la parálisis.

      Todo había terminado.

      Patty lanzó una mirada a su compañera. No iba a poder levantarse, sin importar cuantos estimulantes o reservas de sangre le pudieran bombear.

      Distraída como estaba, Echidna le golpeó el torso.

      Hubo un sonido de algo que se quebraba.

      Otro golpe al brazo.

      “¡Falta! El referí se ha vuelto loco con esto, pero a Echidna no parece importarle”.

      Otro golpe a la cara. Patty botó sangre rosada, sus labios apenas lograban moverse por causa de la parálisis.

      “¡Qué final nos ha dado Echidna! Ha ganado el partido para las Beasties, pero a un precio muy alto sin lugar a dudas. Los médicos están entrando ahora y la Qwik de las Beasties no se ve muy bien. Los tambores han terminado de sonar y Gorgon aún no se mueve, señores. Es posible que tengamos una muerte con el torneo apenas comenzando”.

      Patty vio a los médicos como en un sueño, petrificada. Inmovilizaron el cuello de Gorgon, la pusieron en una camilla y se la llevaron.

      Una hilera de sangre rosada salía de su boca.

      Era una Beastie, seguro. El enemigo, seguro. Pero nunca quiso hacerle daño a nadie.

      “¡Y un escaneo preliminar que nos ha llegado, nos indica que ella va a sobrevivir, amigos! Sólo tiene una lesión espinal. Gorgon salió del juego, posiblemente para siempre. Una de las Quik más rápidas que se hayan visto en Ciberpink, con un record de por vida de 452 calaveras en el montículo. ¿Podrán recuperarse las Beasties de este golpe serio al comienzo del torneo?”

      Un gemido se oyó de los asientos del estadio, abucheando a Patty Roo. Muchos, muchísimos abucheos.

      Las rodillas de Patty cedieron, con la adrenalina fuera de su sistema, los nervios cedieron y produjeron una orina muy cara. Habían perdido.

      Vio a los médicos sobre su cara y todo se oscureció.

      CAÍDA DOS

      “¿Qué se supone que haga con esto?” Dijo Héctor devolviendo el pendrive.

      El cliente estaba nervioso, por decir lo menos. Seguía lamiéndose los labios, rascándose el codo hasta sangrar y sólo la mitad de esta conducta se debía al abuso de las drogas. “Vamos hombre, es una garantía. Te pagaré el resto tan pronto como logre ganar algo. Tengo un dato hombre, tengo un dato”.

      Héctor se sentó de nuevo y suspiró ruidosamente. Nunca se sentaría cuando tuviera un cliente en la tienda, pero Diego había dejado de ser un buen cliente. Un cliente desde hacía bastante tiempo, seguro ¿Pero uno bueno?

      No….

      Tomó una pieza de armadura y se puso a trabajar en ella para mantener sus manos ocupadas mientras que el drogadicto pedía disculpas y continuaba diciéndole como finalmente lograría su gran golpe de suerte y pagaría todas sus deudas.

      Arregló un detalle en la axila, el cliente se había quejado que se le hundía en la piel haciéndola muy incómoda. Tenía mucha pericia en la confección de armaduras hechas a la medida. Solo tomó sus herramientas y la arregló. Sí, pasó sus dedos sobre la curva, sin lugar a dudas había un borde afilado que podía morder la tela. Sólo tenía que limar un poco y poner una cinta de tela y quedaría más suave. Héctor cortó la tela con sus dientes y la puso en su lugar como un experto. La giró en la luz y ésta apenas podía notarse.

      “El torneo, hombre. Te digo que nos vamos a hacer ricos, asquerosamente ricos”. Diego puso el pendrive de nuevo sobre el mostrador. Sus dedos estaban sucios, sus uñas estaban peor y su ropa hedía a droga. Puso el pendrive en el mostrador con reverencia.

      Extrañamente, era la


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