El brindis de Margarita. Ana AlcoleaЧитать онлайн книгу.
rel="nofollow" href="#u8fe877c2-388d-55cf-9c84-7bb5948d2762">Capítulo 51
Capítulo 106
Capítulo 107
Agradecimientos
1
De pequeña, yo siempre brindaba «por la salud de Franco». Bien alto, de pie, con toda la familia sentada a la mesa y mientras alzaba mi vaso lleno de quina Santa Catalina. Mi madre me miraba y acaso respondía con un gesto que era la variante silenciosa de «qué maja está la niña cuando está calladita». Mi padre se quedaba lívido.
—Pero ¿quién le ha enseñado a decir esas cosas a la criatura?
Eso lo decía solo a veces, cuando en la celebración no había ninguno de los miembros de la familia que eran complacientes con el régimen; en tal caso, callaba y sonreía la gracia de la criatura porque era lo mejor que podía hacer. Mi abuela se iba a la cocina a buscar la tarta que ella y mi madre habían hecho por la mañana; mientras recorría el largo pasillo pensaba en el día en que los falangistas habían registrado su casa durante la guerra, movía la cabeza de un lado