Desafío social. José KentenichЧитать онлайн книгу.
ayudándose con el misal. Esto puede tener la ventaja de que ustedes no se aparten tanto de la costumbre de prepararse.
Por último, considero —esto es una tercera respuesta— que las conferencias (a pesar de que tengan una estructura filosófica, cultural y psicológica) iluminarán algo la vida de nuestras propias almas y, de ese modo, harán fructificar nuestras luchas y esfuerzos. De esta manera creo haber dado respuesta a la inquietud sobre las necesidades de su propia alma. Así, creo haber preparado las líneas que habremos de continuar y completar en estos días.
Hemos dado a este curso el título de Curso pedagógico sobre la industria. O sea. reflexionaremos juntos sobre el aspecto que presenta la estructura del alma de nuestro pueblo dedicado a las tareas industriales y cómo hay que tratarlo y educarlo, a causa de esta estructura anímica, a fin de que pueda ser plenamente incorporado de nuevo al “Corpus Christi mysticum”, al organismo del reino de Dios.
1.3 UNA COMPARACIÓN ENTRE NUESTRA COMUNIDAD EDUCACIONAL Y LAS COMUNIDADES EDUCACIONALES SOCIALISTAS
Hoy en la tarde quisiera primeramente elaborar grandes contextos en relación a la tarea que deseamos y debemos realizar y grandes contextos relacionados con las grandes corrientes educacionales del tiempo actual. Formulando esto de manera más clara, diría: nuestra comunidad de educadores vista a la luz de las comunidades educacionales bolcheviques y socialistas.
Por favor, no olviden ustedes lo que deseo al expresar estas ideas. Nos conducen, si bien todavía no directamente, al centro de nuestra educación. Sólo preparan el desarrollo de las ideas y tratan de allegar y reunir, mediante la ley de la asociación de los conceptos y las ideas, todo lo que mueve al tiempo actual. Porque mientras mejor conozcamos el organismo de las corrientes de la época, más fácilmente podremos hacer grandes cosas, aun en los círculos más pequeños y en los lugares y vecindarios más pequeños.
El tema para esta tarde y tal vez también para mañana en la mañana temprano será, por tanto, “Nuestra comunidad educacional a la luz de las comunidades educacionales bolcheviques y socialistas”.
¿Cómo es que doy a nuestro Movimiento el nombre de comunidad educacional? Quien conozca el Movimiento va a poder dar por sí mismo la respuesta. Por favor, consulten ustedes las colecciones antiguas de “MTA”8. O estudien nuestras líneas orientadoras. Allí ustedes encontrarán una y otra vez la afirmación de que nuestra Familia fue concebida desde un principio como comunidad de educadores. Tal vez aparece aquí y allá en las antiguas revistas la expresión ‘comunidad de trabajo’. Lo hemos dicho a menudo: éramos hasta entonces una comunidad educacional, pero también debemos llegar a ser una comunidad de trabajo. La comunidad de trabajo debe ser entendida en el sentido de una comunidad educacional. Trabajamos para educarnos recíprocamente. ¿Por qué razón destaco con tanta fuerza esta verdad que se entiende por sí sola? Pienso que aquí tenemos la clave para responder esa gran pregunta: ¿Cómo podemos no sólo comprender, sino también cumplir acertadamente nuestra gran misión para estos tiempos?
Profundización de nuestra conciencia de misión en cuanto comunidad de educación.
Desde un principio hemos tenido gran fe en la misión de nuestro Movimiento. Si bajan hasta la capilla, de nuevo ustedes encontrarán expresada esta misión en dos palabras en clave que la dan a entender en una forma deliberadamente velada: Ingolstadt-Schoenstatt9. La hemos puesto de manifiesto después, pública y frecuentemente, al formular el ideal de toda la Familia: desde aquí debe manar una gran obra de renovación religiosa y moral del mundo. Posteriormente, esta expresión desembocó, agrandándose aún más, en otra fórmula; “A la sombra de nuestro santuario deben codecidirse fundamentalmente los destinos de la Iglesia por siglos, aún más, por milenios”.
Son ideas grandes, poderosas; grandes formulaciones. Pero si ustedes me preguntan cómo hemos de entender entonces esta acción que parte a la sombra de nuestro santuario y se proyecta hacia el mundo y la historia de esta época, sólo cabe dar una respuesta, al menos según la entendemos nosotros, remitiéndonos a estas palabras: comunidad de educación.
Hace poco leí estas hermosas palabras: “Schoenstatt es mi mundo y el mundo debe llegar a ser Schoenstatt”. Sobre estas palabras di días atrás la Jornada para hombres, a partir del centro mismo de la mentalidad masculina y de los problemas que ellos tienen.
Al término de la Jornada me contó uno de los varones -estaba bastante lejos de su casa- que había viajado muchas veces por el mundo, había estado repetidas veces en Jerusalén, en Egipto, en París y no sé dónde más, y había visto una cantidad de imágenes de María. Conservaba el recuerdo de las impresiones que le había dejado una cantidad de santuarios, pero ningún lugar del mundo le había producido hasta ahora una impresión tan profunda como Schoenstatt y nuestro santuario. Cuando vio la imagen, prorrumpió en llanto. Con esto, toda su vida había recibido un nuevo sentido, tenía una nueva meta. Ahora volvía al seno de su familia y a la vida pública, donde tendría múltiples oportunidades de dedicarse a poner en práctica esta consigna: Schoenstatt es mi hogar. Schoenstatt es mi mundo y Schoenstatt debe llegar a ser el cielo para mi familia.
Escuchen bien ustedes qué se quiere decir con esto. Schoenstatt es mi mundo y el mundo debe ser Schoenstatt. Donde quiera estemos debemos construir un pequeño Schoenstatt, educar hombres schoenstattianos, formar familias schoenstattianas. ¿Perciben ustedes que, en último término. aquí se trata, de un trabajo de educación?
Donde quiera trabajemos debemos construir un pequeño Schoenstatt. Eso es posible en la época actual si nos esforzamos por realizar en todas partes un profundo trabajo de educación, según lo entiende nuestra Familia.
Por cierto que este punto programático nos plantea una severa exigencia a nosotros, los que estamos permanentemente en Schoenstatt. Si Schoenstatt es nuestro mundo y el mundo debe ser Schoenstatt, tenemos que preocuparnos de que todo lo que suceda en Schoenstatt sea también ejemplar10.
Mientras más se trabaje afuera para que nuestro entorno reciba el espíritu de Schoenstatt, tanto más deberíamos profundizar ese espíritu de Schoenstatt, aquí, en el lugar mismo. De no ser así, querría decir que no hemos captado correctamente nuestra misión para esta época. Y es así como Dios, en su bondad, se ha dignado conducir y disponer las cosas de manera que pudiésemos establecernos concretamente en este mismo lugar. Hay tantas cosas que se orientan de acuerdo a este punto programático y están en gestación. Todo el Movimiento debe estar encarnado de manera ideal en este lugar.
Esto ya ha sucedido en el caso de ustedes, las ramas femeninas del Movimiento, de una manera fecunda en las Hermanas de María. Los que vemos aquí en su forma ideal, como aspiración infortunadamente no realizados aún, debemos llevarlos a todas partes donde podamos educar mujeres y muchachas; a las escuelas, a las asociaciones, donde se presente la oportunidad.
Así, pues, ustedes comprenden lo que quiero decir cuando declaro que el concepto que teníamos y tenemos de nosotros mismos corresponde a una comunidad de educación. Esta tendría que ser, por lo tanto, nuestra tarea más esencial, en toda su anchura, altura y profundidad, y en todo lugar donde estemos: actuar educando. Con razón, por tanto, he escogido esta frase: nuestra comunidad schoenstattiana de educación vista a la luz de las comunidades educacionales bolcheviques y socialistas.
Diagnóstico de nuestra época: revolución mundial en el sentido bolchevique y en el sentido cristiano
Esta tarde voy a ocuparme en forma más esquemática y clara del bolchevismo, por cuanto aquí se exponen metas e ideas educacionales. Por lo tanto, los enunciados deberían expresar más claramente que se trata de nuestra comunidad de educación, o si ustedes quieren, de nuestra educación a la luz de la revolución mundial. Porque la revolución mundial es, en verdad, la meta de la pedagogía bolchevique, de los instrumentos y tendencias educacionales bolcheviques. Escuchen ustedes una vez más esta frase, con todos sus elementos colocados unos al lado de otro: nuestra educación a la luz de la revolución mundial.
Si ustedes escuchan esta frase por primera vez, tendríamos que explicarla, dado que poseemos una visión más profunda de taller de la educación cristiana: nuestra educación debiera, en verdad, poner en escena esta revolución mundial, pues nuestra