Una historia popular del fútbol. Mickaël CorreiaЧитать онлайн книгу.
o libertarias».221
Tras las victorias comunistas y socialistas en las elecciones municipales de 1925 y 1929 en los suburbios de París y también en Lille, Roubaix o Toulouse, numerosos representantes voluntaristas contribuyen al auge local del fútbol obrero. En 1926 el comunista Georges Marrane, recientemente nombrado alcalde de Ivry, se dirige a su partido en estos términos: «Habría que intervenir ante los ayuntamientos comunistas para lograr obtener terrenos deportivos en los suburbios de París. Si los jóvenes obreros prefieren ir a los clubes burgueses es porque estos disponen de buenos terrenos».222 Así, en 1926 este alcalde inaugura en su municipio el estadio Lenin, y la Unión Deportiva del Trabajo de Ivry, afiliada a la fst, recibe el apoyo del pleno municipal, pasando así de 39 socios en 1925 a 450 en 1933.223 El periódico Le Populaire del 7 de marzo de 1930 describe las ejemplares instalaciones deportivas recién estrenadas por el ayuntamiento socialista de Pantin, que incluyen dos campos de fútbol con «agua y vestuarios en el estadio». En cuanto al Club Atlético Obrero de Villejuif, asociado a la fst, su sede se traslada de un despacho de bebidas directamente al ayuntamiento, que había pasado a ser comunista en 1925. Los directivos del club, todos ellos miembros del pleno municipal, ponen en marcha la política social del ayuntamiento, facilitándoles la adhesión a los parados a partir de 1933 y organizando encuentros deportivos para recaudar fondos a beneficio de la causa obrera.224
El poderoso ascenso del fútbol obrero brinda a los militantes un nuevo espacio de identificación y de afirmación dentro de la escena deportiva y municipal. Los clubes rojos desarrollan una serie de prácticas solidarias destinadas tanto a sus miembros como al conjunto de la comunidad obrera. Por ejemplo, los equipos ofrecen a los jóvenes futbolistas desplazados por el servicio militar la «paga del soldado». Originariamente instituida por la cgt en 1900, esta contribución financiera, a la vez solidaria y antimilitarista, consiste en enviar unos francos a los obreros sindicados incorporados al Ejército con el fin de que mantengan el contacto con las esferas militantes.
También se organizan numerosos partidos en favor de los combates obreros, como cuando la Unión Deportiva Obrera de Halluin se enfrenta a la Juventud Deportiva Obrera de Puteaux en el velódromo de Vincennes con el fin de brindar apoyo a las grandes huelgas de las fábricas textiles de Halluin en 1928-1929.225 Otros encuentros brindan una ocasión para transmitir directamente consignas políticas: el 29 de diciembre de 1929, un partido «movidito» entre el AS Roma y el Stade de París fue interrumpido por unos doscientos militantes comunistas y refugiados políticos italianos que proferían «exclamaciones antifascistas» en las gradas, siendo algunos de ellos detenidos por emitir «gritos hostiles al Gobierno».226
Los clubes obreros exhiben en sus nombres su filiación política, utilizando de forma recurrente términos como «estrella», «proletario», «obrero», «trabajo», «popular» o «socialista», y también a través de sus uniformes, que suelen ser rojos, a veces con toques de negro y a menudo marcados con una estrella. Durante los encuentros deportivos obreros los estadios están sistemáticamente decorados con banderas rojas, los futbolistas cantan La Internacional al principio del partido y los aficionados gritan en las gradas «¡Frente Rojo!», «¡Deporte Rojo!» o «¡Vivan los sóviets!».227 El himno de la federación comunista asegura que «la fst, gran familia / te acogerá, hermano obrero, / porque su hoz y su martillo / han de brillar por todos los desheredados». En 1928, durante las competiciones organizadas por la fst en el estadio Pershing, en el municipio de París, las insignias tricolores, «ominosos símbolos de brutales equipos chovinistas», son arrancadas y reemplazadas por los «estandartes escarlatas de las organizaciones obreras».228 Antes del comienzo del partido y durante el descanso son asimismo momentos propicios para la movilización y la propaganda políticas. En 1934, en el estadio Aimé Saunier de Bobigny, militantes comunistas toman la palabra durante el descanso para llamar a la lucha contra el fascismo y la guerra inminente. El mismo año, en el estadio de la Unité de Saint-Denis, un partido entre el club deportivo obrero local y un equipo londinense proporciona a un dirigente de la fst la ocasión de pronunciar un discurso ante seiscientas personas exhortando a los obreros a unirse a la federación deportiva.229 Por último, como destaca el periodista deportivo y especialista del fútbol obrero Nicolas Kssis-Martov, la memoria de las luchas y de la historia obrera son una fuente inagotable de nombres para los torneos.230 En 1920 se crea una Copa Nacional de Fútbol Jean Jaurès y el ganador de la Copa de los Clubes Metalúrgicos recibe el premio Benoît Frachon, así llamado en homenaje al dirigente sindicalista comunista. La Unión de Sindicatos cgtu organiza en 1927 el Trofeo Dzerzhinski, nombre del jefe de la Checa, la policía política soviética, fallecido el año anterior, y un torneo entre cocheras recibe el nombre de Yves Maurice en memoria de un taxista muerto durante la huelga de taxis de febrero de 1934.231
Hacia un fútbol antifascista
La afiliación de las dos federaciones deportivas obreras francesas a la Internacional Roja Deportiva (irs), organización comunista fundada en 1921 bajo el control del Komintern, o a la Internacional Deportiva Obrera Socialista (isos), estructura de ideología socialista creada en 1913, permite a algunos futbolistas participar en competiciones con el sello del internacionalismo obrero. En el verano de 1928, una delegación de deportistas de la fst es enviada a Moscú para participar en los primeros juegos internacionales creados por iniciativa de la Unión Soviética, las Espartaquiadas (en referencia a Espartaco, el gladiador insumiso que encabezó el levantamiento de los esclavos contra la élite romana). Este evento deportivo, que reunió a una docena de países, es considerado por la irs a la vez como un ejemplo de la educación física soviética al servicio del movimiento revolucionario y como una contramanifestación en contra del deporte burgués (ya que por entonces estaban teniendo lugar en Ámsterdam los Juegos Olímpicos de verano de 1928).232 Las Espartaquiadas de Moscú, que rinden homenaje a los deportistas obreros y permiten a las autoridades soviéticas hacer visitar a los atletas extranjeros las fábricas y los hospitales de la «patria del proletariado» entre dos competiciones, son celebradas por los comunistas franceses como la prueba fehaciente de la «aparición de una nueva raza creada por la acción bienhechora de todo un sistema político».233
Las Espartaquiadas también sirven para divulgar la estrategia del «clase contra clase» formulada por el Komintern. Aunque la isos lleva organizando olimpiadas obreras desde 1925, las Espartaquiadas ofrecen a los soviéticos y a quienes los respaldan una ocasión para distinguirse de los «social-traidores». Aunque habían sido invitadas, las asociaciones deportivas socialistas, calificadas de «lacayas de los grupos esquiroles burgueses»,234 se niegan a acudir a Moscú en 1928. Las segundas Espartaquiadas, que se celebran en Berlín en 1931, se planean en contra de las olimpiadas obreras que habían tenido lugar una semana antes en Viena. La irs condena a los «social-fascistas» de la isos y declara que las Espartaquiadas son el único verdadero estandarte «de la lucha contra la pauperización inducida por el sistema capitalista, contra el fascismo y la amenaza de guerra imperialista, y por la defensa de la Unión Soviética».235
Sin embargo, en vista del contexto político europeo, en 1934 el Komintern opera un cambio radical de estrategia. Mussolini lleva más de doce años en el poder, Hitler asume el mando de Alemania en enero de 1933 y España comienza a desgarrarse entre nacionales y republicanos. Entonces Moscú exhorta a los comunistas a formar, junto con las entidades socialistas, un frente unido contra la amenaza fascista. Por esa razón las Espartaquiadas del verano de 1934, que se celebran en París, reciben el nombre de «Encuentro Internacional de Deportistas contra el Fascismo y la Guerra». Es momento de unidad, tanto deportiva como política, y la fst, afiliada a la irs y organizadora de estos juegos, invita a los socialistas de la isos, a través de su sección francesa, la ussgt, a participar en este encuentro. Unos tres mil atletas comunistas y socialistas procedentes de dieciocho países inauguran a principios de agosto el encuentro deportivo antifascista en el estadio Pershing delante de veinte mil espectadores.236 Deportistas de la fst y de la ussgt desfilan bajo una misma pancarta, «Deporte Rojo, Frente Rojo», para poner de relieve la dinámica unitaria que se está desarrollando en el seno del movimiento deportivo obrero.
Aunque la isos ya había intentado en 1932 organizar un campeonato de Europa de fútbol obrero, rápidamente frustrado debido a la desaparición de las secciones obreras alemana y austriaca tras la llegada al poder de los nazis,237