Una historia popular del fútbol. Mickaël CorreiaЧитать онлайн книгу.
«una alternativa al alcoholismo y a las malas compañías» y «atraer al Partido a jóvenes camaradas».
Al año siguiente se funda la Fédération Sportive Athlétique Socialiste (fsas), una organización deportiva obrera que en sus comienzos tan solo reúne a una decena de clubes. «Queremos crear centros recreativos al alcance de la clase obrera que funcionarán al margen del Partido, pero que aun así serán para el Partido centros de propaganda y de captación», declaran sus fundadores.201 Sus comienzos son modestos: en 1914 la Federación reivindica cuatro mil socios, mientras que los patronatos católicos tienen ciento cincuenta mil, y la usfsa, doscientos mil. Sin embargo, el fútbol termina imponiéndose entre el movimiento obrero como un «verdadero deporte de carácter socialista en el que los miembros del equipo coordinan sus esfuerzos y su voluntad con miras a una acción colectiva y a un resultado conjunto».202 En 1909-1910, once equipos procedentes de seis clubes toman parte en el primer campeonato laborista de fútbol. Cuatro años más tarde, participan en él unos cuarenta equipos procedentes de veinte clubes obreros.203
En el día a día, los clubes de fútbol rojos van tirando con escasos medios, apelando a la colaboración de militantes voluntarios, a la sociabilidad obrera y a la solidaridad familiar para organizarse como buenamente pueden. El responsable del equipo suele ser a la vez entrenador, árbitro y utillero, y su compañera, tesorera y administradora del club. Por ejemplo, cuando a comienzos de la década de 1930 se creó el Club Populaire Sportif del X distrito de París, este no recibe de la Federación ni de la municipalidad ningún apoyo en términos económicos ni de infraestructura. Los futbolistas, que costean la compra de sus propias camisetas, se entrenan en los extrarradios o en la Porte de Charenton, en un terreno en el que «era más difícil jugar de un lado que del otro por culpa de la pendiente».204 «Teníamos botas y chándales que no estaban adaptados —recuerda un antiguo jugador del club—. Pero no nos dábamos ni cuenta. Éramos muy felices y había muy buen ambiente».205 Pese a las precarias condiciones materiales, el ambiente familiar, el placer de jugar juntos y las reuniones dominicales convierten al equipo en una «pandilla de amigos». «No había vez, ganáramos o perdiéramos, que no acabáramos comiéndonos un chucrut donde Jenny. Las noches de partido nos juntábamos allí una treintena, lo que daba una mesa muy larga que poníamos en la planta baja —cuenta otro joven futbolista de la época—. Era una reunión entre amigos y estaba muy bien».206
Los intensos debates políticos que atraviesan el movimiento obrero, sobre todo después de la revolución bolchevique de 1917, repercuten en el seno de la esfera deportiva laborista. Para atajar el dominio de la burguesía sobre el deporte, la corriente leninista exhorta a la federación deportiva a avivar la conciencia de clase y pone sobre aviso a «los jóvenes obreros que practican el fútbol con las clases burguesas» porque, como dice el periódico Le Sport Alsacien: «Es sabido que el deporte es un medio extremadamente poderoso para reducir las contradicciones sociales. […] Hay personas que, vestidas en atuendo deportivo que no permite distinguir al rico del pobre y luchando por los mismos colores, se han convertido en amigos para toda la vida».207 También los comunistas, influidos por el movimiento cultural soviético Proletkult y por el modelo deportivo de la fizkultura, que sostienen que en el marco de una revolución socialista total la competición deportiva debería ser abolida,208 condenan la «competición reservada a los campeones y no a las masas», aunque para ello sea necesario «suprimir los campeonatos de fútbol que tanta animosidad provocan entre los equipos».209 A los ojos de los revolucionarios, el fútbol debe volverse completamente proletario.
La escisión de la izquierda francesa entre comunistas y socialistas en el Congreso de Tours de 1920 se manifiesta también en el plano deportivo. El fútbol obrero se divide en dos organizaciones: la comunista Fédération Sportive du Travail (fst), que en 1923 se une a la Internacional Deportiva Roja de Moscú, y la Union des Sociétés Sportives et Gymniques du Travail (ussgt), fundada por los socialistas en 1925 y afiliada a la Internacional Deportiva Obrera Socialista.210 Para la fst, que era la organización mayoritaria, «el club de deportes local es la antecámara de las organizaciones revolucionarias»211 y debe seguir la línea estratégica del «clase contra clase» dictada por el Komintern.212 Ejemplo de ello es la Étoile Sportive de Gentilly, que proclama durante su fundación, en 1930:
La burguesía utiliza el deporte para reclutar militarmente a jóvenes obreros e inculcarles valores chovinistas. El deporte neutro no existe. ¡Vosotros, jóvenes trabajadores, no pintáis nada en esas formaciones que defienden el capitalismo! Lo único que debe importaros es vuestro desarrollo físico y moral como clase. Estéis donde estéis, nunca debéis olvidar que sois obreros. Por esa razón, por vuestro interés particular y por el interés del conjunto de los trabajadores de Gentilly, acudiréis en gran número a nuestro club.213
Por su parte, la ussgt, menos favorable a la politización radical del deporte, aboga por unas actividades deportivas accesibles para todos y se esfuerza por difundir a través de sus clubes los «principios deportivos obreros» preconizados por la Internacional Deportiva Obrera Socialista, como la «educación en materia de solidaridad, disciplina y espíritu de sacrificio» o la mejora del «estado de salud de la clase obrera sometida a los daños físicos que provocan los métodos de trabajo capitalistas y las condiciones de vida modernas».214 Pero, mientras el movimiento obrero se fisura, el fútbol se extiende prodigiosamente entre las clases trabajadoras. «En Francia el fútbol es un deporte popular, casi exclusivamente popular —afirma en 1926 Le Miroir des Sports—. Ha penetrado profundamente en las masas. No es una exageración afirmar que los simpatizantes burgueses lo han abandonado y que ha encontrado pocos adeptos entre ellos».215 En 1927 la fst reivindica ciento sesenta equipos de fútbol, a los que se suman una cuarentena de equipos de la ussgt216 y numerosos clubes parisinos de inmigrantes y refugiados, como los askenazis del Yiddischer Arbeiter Sporting Club o los españoles del Armonía Deportivo.
Pies en el balón, puños en alto
En la región de París, los primeros pasos del fútbol obrero sobre el campo de juego vienen de la mano de las universidades populares y las cooperativas obreras de consumo. Estas estructuras autogestionadas, muy numerosas —en 1907 existen en París y sus suburbios 41 sociedades cooperativas de consumo y una treintena de universidades populares—,217 crean sus propios clubes deportivos, por entonces afiliados a la Fédération Sportive Athlétique Socialiste (fsas, antes de la escisión entre la fst comunista y la ussgt socialista). El equipo de fútbol del Club Athlétique Socialiste (cas) de la Bellevilloise, cooperativa obrera del distrito XX de París, nace en 1909 y organiza un partido amistoso contra el equipo del club deportivo de la cooperativa la Union de Amiens para celebrar el Año Nuevo de 1910.218 El Avenir de Plaisance en el distrito XIV de la capital, la Utilité Sociale en el distrito XIII, la Égalitaire en el distrito X, o el Progrès en Aubervilliers también tienen sus clubes de fútbol destinados a los «camaradas socialistas de estos barrios tan populares».219
Las cooperativas también sirven de soporte a la vida asociativa de los equipos de fútbol obrero. El primer club rojo, la Union Sportive del Partido Socialista, celebra su nacimiento el 1 de marzo de 1908 en el salón de fiestas de La Égalitaire. La Utilité Sociale alberga en sus comienzos al club deportivo de las Juventudes Socialistas del distrito XIII, así como a la sede de la fsas durante la primera guerra mundial. El Club Athlétique Socialiste de la Bellevilloise ofrece unos horarios de atención al público todas las mañanas en el bar de la cooperativa y el tesorero del club atiende a sus visitas allí mismo.220 La federación deportiva obrera recurre incluso a la banda de música de la cooperativa para animar sus manifestaciones deportivas, y organiza en la propia cooperativa encuentros sobre su política asociativa.
No obstante, las cooperativas obreras se preocupan por preservar la diversidad política de sus organizaciones económicas, en las que se codean socialistas con libertarios, comunistas y obreros no politizados. Algunos clubes nacidos en las cooperativas llegan a denunciar regularmente los intentos de la fsas de obligar a sus miembros a que se saquen la tarjeta del partido. Durante un congreso federal deportivo de 1913, la Étoile Sportive Socialiste de la cooperativa Utilité Sociale propone sin éxito que las cooperativas y los sindicatos puedan formar parte de la dirección de las sociedades deportivas. En cuanto al club de la cooperativa La Égalitaire,