Una historia popular del fútbol. Mickaël CorreiaЧитать онлайн книгу.
—pastos, leña, recolección y pesca—, sufren una rápida pauperización y se ven abocados al éxodo rural.58 Las comunidades campesinas se desintegran progresivamente y se ven despojadas tanto de sus tierras como de sus juegos de pelota, vaciados de su primitiva función social. A consecuencia de la privatización de las tierras y de su parcelación, se hace imposible convertir el conjunto de los terrenos comunales en campo de juego para entregarse al folk football. La gentry autoriza entonces los juegos de fútbol bajo ciertas condiciones impuestas, practicados por equipos más limitados (una treintena de jugadores), con porterías materializadas, en un campo de juego reducido y dividido en partes equilibradas. Los partidos de fútbol salvajes y provocadores de disturbios son, por su parte, ferozmente reprimidos por los Royal Dragoons, el escuadrón montado del Ejército británico creado en 1674, que acude como refuerzo a petición de la gentry local.59
La monopolización de la violencia por las instituciones centrales, así como el parlamentarismo como forma de gestión del poder, prefiguran el fútbol moderno. Del mismo modo que en la Cámara de los Comunes whigs (liberales) y tories (conservadores) se enfrentan a uno y otro lado de una sala dividida en dos partes equitativas, y se encuentran sometidos a la regulación del presidente de la sesión, el fútbol se juega a partir de ahora en un terreno acotado, con campos simétricos y bajo el control de una autoridad superior.60
A comienzos del siglo xix, el nacimiento en las ciudades inglesas de las primeras fuerzas policiales —en particular los Watch Committees, cuerpos de policía locales creados en 1835—, las restricciones espaciales ligadas a la industrialización galopante del país y el escaso tiempo libre concedido a los obreros de las primeras fábricas marcaron el punto final de las prácticas populares urbanas de folk football. «Los pobres han sido despojados de todos sus juegos, de todos sus pasatiempos, de todos sus festejos», deplora en 1842 un enviado especial del Times a Liverpool. Paralelamente, el Highway Act, votado en 1835, estipula que los juegos de balón están prohibidos en las calles de las ciudades y deben practicarse en el campo, en espacios delimitados para ello. El esférico se adapta penosamente a estas nuevas imposiciones espaciales, y en el medio rural se practica esporádicamente un fútbol en el que dos equipos, con un número similar de jugadores, se enfrentan en un terreno que no supera los cien metros de longitud, con las porterías señaladas por dos estacas separadas por una distancia de tres pies.61 En 1844, un clérigo de Suffolk escribe, a propósito de los campesinos despojados tanto de sus tierras como de sus diversiones: «No tienen prados ni tierras comunales para practicar deportes. Me dijeron que hace treinta años tenían derecho a un campo de juego en un terreno de propiedad privada, durante ciertas épocas del año, y que entonces tenían fama por su fútbol; pero de una forma u otra este derecho se perdió, y ahora el terreno está cultivado…».62
10. Citado en Norbert Elias y Eric Dunning, Sport et civilisation. La violence maîtrisée, Fayard, París, 1994, p. 240.
11. El harpastum podría haber dado origen al calcio fiorentino, juego de pelota practicado en Florencia desde la Edad Media.
12. También se practicaban juegos de pelota en la América precolombina (el tlatchi), en el Japón feudal (el kemari) o en China bajo la dinastía Han (el cuju).
13. Émile Souvestre, Les derniers bretons, vol. 2, 2.ª ed., Charpentier, París, 1836, p. 56.
14. Citado en Ronald Knox y Shane Leslie, The miracles of king Henry VI, Cambridge University Press, Cambridge, 1923.
15. Norbert Elias y Eric Dunning, o. cit.
16. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, Du guerrier à l’athlète: éléments d’histoire des pratiques corporelles, puf, París, 2002.
17. Charles Gondouin y Jordan, Le football: rugby, américain, association, Pierre Lafitte & Cie, París, 1914, p. 273.
18. No obstante, a veces algunos relatos tardíos hacen referencia a la regla del bann, que protegía al portador de la soule.
19. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
20. Louis Gougaud, «La soule en Bretagne et les jeux similaires du Cornwall et du pays de Galles», Annales de Bretagne, vol. 27, n.º 4, 1911.
21. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
22. Michel Pitre-Chevalier, La Bretagne ancienne, Didier, París, 1859, p. 552.
23. Patrick Vassort, Football et politique. Sociologie historique d’une domination, Les Éditions de la Passion, París, 1999.
24. Siméon Luce, La France pendant la guerre de Cent Ans, Hachette, París, 1890.
25. Hippolyte Violeau, Pèlerinages de Bretagne (Morbihan), París, 1855, p. 163.
26. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.; Patrick Vassort, o. cit.
27. La Jacquerie fue una revuelta campesina que tuvo lugar en el norte de Francia en 1358 durante la guerra de los Cien Años, y que fue duramente reprimida. Se la conoce como la Jacquerie a causa del apelativo «Jacques Bonhomme» con el que los nobles designaban despectivamente a sus siervos. (N. de la T.)
28. Jean-Michel Mehl, Les jeux au Royaume de France, du xiii au début du xvi siècle, Fayard, París, 1990.
29. Émile Souvestre, «La soule en Basse-Bretagne», Musée des familles, vol. 3, 1836.
30. James Walvin, The people’s game. The history of football revisited, Mainstream Publishing, Edimburgo, 2000, p. 26.
31. Ib., p. 27.
32. Siméon Luce, o. cit.
33. Patrick Vassort, o. cit.
34. Ib.
35. James Walvin, o. cit.
36. Ib.
37. Norbert Elias y Eric Dunning, o. cit.
38. Ib.
39. Jean-Jules Jusserand, Les