Una historia popular del fútbol. Mickaël CorreiaЧитать онлайн книгу.
target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_cd263047-7131-5319-8ea2-b43ee428b5d5">40. Patrick Vassort, o. cit.
41. Le sou, o sol, fue una moneda cuyo origen remonta a la antigüedad romana (el solidus, creado por el emperador Constantino) y que, con distintos valores, se utilizó en Francia desde la época de Carlomagno hasta la aparición del franco en 1795. (N. de la T.)
42. Louis Gougaud, o. cit.
43. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
44. Patrick Vassort, o. cit.
45. Norbert Elias, La civilisation des moeurs, Pocket, col. «Agora», París, 2011 [1939].
46. Patrick Vassort, o. cit.
47. Sports en Morbihan, des origines à 1940, Archives départementales de Vannes.
48. Anatole de Barthélemy, «Recherches historiques sur quelques droits et redevances bizarres au Moyen Âge», Revue de Bretagne et de Vendée, t. 3, 1859.
49. Guillotin de Corson, «Usages et droits féodaux en Bretagne», Revue de Bretagne, de Vendée et d’Anjou, t. 25, enero 1901.
50. Emmanuel Laot, Le sport dans les Côtes d’Armor. Des origines à 1940, Service éducatif des Archives des Côtes-d’Armor, Saint-Brieuc, 1997.
51. Nicolas Bancel y Jean-Marc Gayman, o. cit.
52. Ib.
53. Edward P. Thompson, «Modes de domination et révolutions en Angleterre», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, n.º 2-3, junio 1976, pp. 140-141.
54. Eric Hobsbawm, Histoire économique et sociale de la Grande-Bretagne, tome 2: De la révolution industrielle aux années 70, Seuil, París, 1977, p. 92.
55. Ib.
56. Edward P. Thompson, La guerre des forêts. Luttes sociales dans l’Angleterre du xviii siècle, La Découverte, París, 2014.
57. Eric Hobsbawm, o. cit.
58. Edward P. Thompson, o. cit.
59. James Walvin, o. cit., p. 27.
60. Norbert Elias y Eric Dunning, o. cit.
61. James Walvin, o. cit., p. 29.
62. Eric Hobsbawm, o. cit., p. 93.
2
Normalizar el cuerpo, modelar el espíritu
El nacimiento de un deporte industrial
«Tomar parte en un partido no es ninguna tontería, os lo puedo asegurar. No tiene nada que ver con los juegos de vuestros colegios privados. Este semestre hemos tenido dos clavículas rotas y una docena de alumnos lisiados. El año pasado, un jugador se rompió una pierna.»
Thomas Hughes, Tom Brown’s school days, 185763
A finales del siglo xviii, las public schools64 británicas, instituciones educativas privadas reservadas a la aristocracia, se veían agitadas por frecuentes sublevaciones de alumnos. Así, «a la famosa revuelta de Eton de 1768 le siguieron cinco graves rebeliones en Winchester, entre 1770 y 1818. En 1770 algunos alumnos estaban armados con pistolas, y en 1793 arrancaron el empedrado de un patio y transportaron los adoquines a lo alto de una torre para defender su reducto, durante un conflicto provocado por la disciplina impuesta por un prefect, y “otras perrerías”».65 Estos motines escolares se extendieron a varios public schools: «En Harrow, en 1771, tras el fracaso de la candidatura del doctor Parr al cargo de director, los alumnos, que lo habían apoyado, atacaron el edificio en el que se reunían los administradores y destruyeron el carruaje de uno de ellos. Fueron necesarias tres semanas para restablecer el orden. Eton y Harrow también sufrieron revueltas, al igual que Charterhouse, Merchant Taylors’ y Shrewsbury. Rugby tuvo las suyas en los años 1780».66
En algunas de estas instituciones aristocráticas los valores inculcados a la futura élite del reino eran, como poco, feudales: el coraje, la lealtad, la resistencia al dolor eran las principales obsesiones moralizadoras de los educadores.67 Y aunque las autoridades escolares usaban y abusaban de flagelaciones y otros castigos corporales para con los internos, tenían grandes dificultades para mantener el orden en sus establecimientos. En efecto, las relaciones de dominación estaban estructuradas más por la edad y la antigüedad de los alumnos —los de más edad, los seniors, hacían sufrir los peores ultrajes a los más jóvenes, los fags— que por la autoridad del cuerpo docente sobre los estudiantes. Y de hecho los alumnos practicaban cada año el barring out, un ritual de derrocamiento en el que ocupaban los edificios, a veces durante varios días, resistiendo violentamente a los profesores que se esforzaban por penetrar en el recinto. Con frecuencia los intentos infructuosos de restablecer a golpe de látigo el orden y la disciplina en las public schools se saldaban con la sublevación de los jóvenes pensionistas hasta que sus reivindicaciones eran aceptadas.
Cuando no se entregaban a sus actividades académico-sediciosas, los alumnos consagraban una gran parte de su tiempo libre a diferentes variedades de folk football, inspiradas directamente en los juegos de pelota de origen popular. Cada public school practicaba su propia variedad de fútbol, desde al menos 1747 en Eton y 1749 en Westminster.68 Algunos juegos consistían en hacer circular la pelota entre jugadores del mismo equipo hasta la portería, como en Rugby a partir de 1823, así como en Marlborough y Cheltenham. Otros, calificados como dribbling game y practicados en Eton, Westminster, Charterhouse y Shrewsbury, se reducían a patear con fuerza el balón hasta el territorio del equipo rival.
En Eton los alumnos practicaban regularmente el field game, en el que se enfrentaban dos equipos a los que no les estaba permitido tocar la pelota con la mano. El fútbol de Charterhouse se jugaba dentro del claustro del monasterio cartujo del colegio. La exigüidad del espacio obligaba a los jugadores a practicar el dribbling game, aunque el juego no estaba exento de furiosas refriegas en las que podían intervenir hasta sesenta alumnos.69 En Harrow los equipos se enfrentaban en un gran terreno embarrado que se inundaba regularmente, lo que obligaba a los jugadores a estar siempre en movimiento y a realizar pases largos. El fútbol de Winchester, por su parte, tenía la reputación de ser particularmente violento, resultando con frecuencia los jóvenes gentlemen heridos de gravedad. Por último, en ocasiones los alumnos no dudaban en medirse con otros jóvenes de condición más modesta. Los de Harrow disfrutaban enfrentándose con los zapadores que construían las líneas del ferrocarril, mientras que los futbolistas de Eton medían a menudo sus fuerzas contra los ayudantes de carnicero de Windsor.
Contrariadas