Suya por una noche. Sandra FieldЧитать онлайн книгу.
se estremeció de nervios—. ¿Sabes lo que hizo hace tres días? Me refiero a Jared. Intentó darme dinero para que me fuera.
—¿Qué?
—Me ofreció un montón de dinero para anular la boda. Y ni siquiera puedo decírselo a Benson. Jared es su único hijo, después de todo.
—¿Cómo se ha atrevido a hacer eso?
—Él se atreve a cualquier cosa. Es el director general de Holt Incorporated. Millones de dólares, querida. Millones. No los ha hecho andando con tiento.
Devon se quedó con la boca abierta.
—¿Jared Holt es quien lleva Holt Incorporated?
—No solo la dirige. Es el dueño de la empresa. Ha hecho una fortuna. Es cincuenta veces más rico que Benson.
Holt Incorporated tenía un grupo de empresas por todo el mundo, en algunas de las cuales Devon había estado, una flota de cruceros, varios centros comerciales y una empresa de ordenadores de gran éxito.
—¿Por qué no me lo has dicho? —preguntó Devon.
—¿A tan larga distancia? ¿Cuando estabas en Borneo y Papua Nueva Guinea y todos esos lugares a los que estás yendo siempre? Tengo mejores cosas de qué hablar que de Jared Holt.
Devon se sentó en la cama y dijo con una risa:
—¿Adivina una cosa? Le he preguntado si trabajaba en los establos de su padre?
—¡No puedo creerlo, cariño!
—Y también le he preguntado si había sido modelo alguna vez.
Alicia gruñó.
—¡Oh, no! ¿Cómo pudiste…?
—Muy fácil. Él es el hombre más rudo y arrogante que conozco. Y he conocido a unos cuantos.
Alicia se estremeció brevemente.
—No lo enfurezcas. Puede ser un enemigo terrible, Devon —su madre solo la llamaba Devon cuando quería hablar de algo muy serio.
—No temo a Jared Holt —dijo Devon, no muy convencida interiormente—. Pero me da miedo llegar media hora tarde a esa encantadora pérgola que he visto puesta en el jardín. Vete, madre. Tengo que arreglarme.
Alicia le dio un rápido y fervoroso abrazo.
—¡Me siento tan feliz de que estés aquí! —dijo. Y se marchó.
Devon abrió la maleta deseando poder decir lo mismo. Sacó uno de los vestidos y se dirigió a la ducha.
Capítulo 2
CUANDO faltaba un minuto para las seis, Alicia golpeó la puerta.
—¿Estás lista, cariño?
Devon se estaba mirando en el espejo.
—Entra, madre. Dos segundos más —gritó. Y se puso los pendientes de ópalos australianos.
—Estoy muy nerviosa —balbuceó Alicia—. Sé que esta es mi quinta boda, pero amo a Benson de verdad, y realmente quiero que esto dure para siempre. Para que seamos una familia feliz. ¿Crees que debería casarme o que estoy cometiendo otro terrible error?
Como Devon todavía no había conocido a Benson, apenas podía contestar a la pregunta. Aunque si Benson era parecido en algo a Jared, su madre estaba cometiendo el mayor error de su carrera marital. Y lo de «una familia feliz» era un sueño.
—Por supuesto que vas a ser feliz —dijo Devon para tranquilizarla, al darse cuenta de que los labios de su madre estaban temblando.
Tomó brevemente el brazo de Alicia y dijo:
—Venga, mamá. Deslumbrémoslos.
—Las flores están en la mesa del vestíbulo… Estamos guapas, ¿no es cierto? —dijo Alicia ingenuamente.
—Guapas —dijo Devon, aunque no era el efecto que había querido causar.
Llevaba un vestido largo de seda tailandesa de color turquesa muy sencillo, con un escote que pronunciaba sus pechos y una abertura lateral hasta las rodillas. Otro ópalo adornaba su cuello. Los zapatos eran unas sandalias de tiras finas con tacones muy altos. Se había recogido el pelo y había dejado escapar algunos rizos que le caían por el cuello y acariciaban cada tanto sus mejillas.
—Estamos muy atractivas —dijo Devon—. Y no dejes que Jared Holt te estropee el día de tu boda. No lo merece.
—No lo dejaré —dijo Alicia y sonrió a su hija—. Estoy aprendiendo unas pocas cosas, Devon. Le he dicho a Benson que no prometería obedecer, que era demasiado vieja para eso. Él se rio simplemente y dijo que no quería una esposa que fuera un felpudo. Es un hombre muy agradable. Te gustará.
El romántico italiano, el aristócrata británico y el dueño de petróleo de Texas, los esposos número dos, tres y cuatro, habían sido presentados del mismo modo a Devon.
—Estoy deseosa de conocerlo.
Las flores eran orquídeas y el fotógrafo las estaba esperando.
Devon se sintió ansiosa. Recogió el más pequeño de los dos ramos de flores y sonrió a la cámara. Luego bajó las escaleras al lado de su madre. Cuando llegaron al escalón de abajo, Alicia dijo:
—Te he pedido que seas tú quien me entregue a Benson, ¿no es cierto?
—No.
—El cuñado de Benson lo iba a hacer. Pero ha sufrido una operación hace dos semanas. La única otra posibilidad era Jared. ¡Por favor, dime que lo harás, Devon!
De ninguna manera iba a permitir que ese monstruo llevase al altar a su madre.
—Claro que lo haré —respondió Devon.
Cuando salieron a la luz del sol, al frente de la casa, el fotógrafo tomó varias fotos. Devon, mientras, observó el escenario.
Había un toldo blanco entre los árboles, que proveía de sombra. Las sillas donde se habían sentado los invitados estaban adornadas con rosas y una música de harpa muy suave se oía entre las conversaciones.
Cuando Alicia y Devon se acercaron a las sillas, el músico tocó el último acorde de harpa y luego se quedó en silencio. Desde un órgano cerca del altar adornado con flores blancas se oyeron las primeras notas de la marcha nupcial. No la tocaban muy bien.
Alicia susurró:
—Es la hermana de Benson la que toca el órgano. Insistió en tocarlo. Benson no quiso herir sus sentimientos. ¡Oh, Devon, estoy tan nerviosa! Jamás debí aceptar casarme con él. ¿Por qué sigo casándome? No soy joven, como tú; debería cometer menos errores.
—Venga, madre; es demasiado tarde ahora. Así que hagámoslo con estilo —dijo Devon, tomó la mano de su madre y la llevó del brazo.
Benson era el novio; Jared, su hijo. Ambos estaban de espaldas a las mujeres que iban caminando por la alfombra verde dispuesta sobre la hierba.
Benson era más bajo que su hijo y tenía una cabellera gris bien peinada. Cuando el órgano se equivocó de nota, se dio la vuelta. Vio a Alicia caminando hacia él y le sonrió. No era tan apuesto como Jared y había acumulado algo de gordura en la cintura. Tenía un aspecto muy humano, pensó Devon. No como Jared. Y su sonrisa era a la vez amable y cálida. En eso tampoco se parecía a Jared.
—Creo que has elegido bien, mamá —le susurró a su madre.
Alicia le sonrió emocionada.
El órgano emitió un chirrido, luego subió el tono de forma triunfal pero desafinada. Devon se estremeció. Y finalmente Jared se dio la vuelta.
Ni siquiera miró a Alicia. Su mirada se dirigió directamente a la hija de Alicia, y en un momento dado a Devon le pareció notar una reacción