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Salud Mental Y Alta Sensibilidad. Dr. Juan Moisés De La SernaЧитать онлайн книгу.

Salud Mental Y Alta Sensibilidad - Dr. Juan Moisés De La Serna


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altamente sensibles que no han identificado su rasgo, es intentar cambiar su forma de ser. Luchar contra la propia naturaleza de la persona es imposible y desaconsejable. El perfeccionismo y la autocrítica que desarrolla la persona altamente sensible, deben orientarse hacia el propio beneficio. Evitar que se conviertan en desventajas o en problemas psicológicos es la clave de una sana autoestima para las personas altamente sensibles.

      Una buena gestión de la alta sensibilidad consiste por tanto en aprovechar la ventaja que le da su sensibilidad. Y así evitar los habituales inconvenientes que surgen, para que no deriven en problemas psicológicos, tales como ansiedad, depresión o estrés.

      En resumen, las personas altamente sensibles perciben los estímulos de forma más intensa, generando mayor viveza en sus emociones. Las emociones que cualquier persona genera en su vida diaria pueden ser positivas o negativas. Las positivas, son por ejemplo la alegría, la felicidad o la ilusión. Y las negativas pueden ser la tristeza, la apatía o la angustia. La persona altamente sensible presenta mayor sensibilidad a los estímulos. Esto supone mayor activación en general y, por tanto, mayor presión y malestar ante las emociones negativas. Mayor tensión emocional, sumado a no saber gestionar las propias emociones, puede llevar a generar síntomas psicológicos e incluso problemas de salud manifiestos. Por todo ello, es importante que las personas que se identifican con el rasgo de la alta sensibilidad, aprendan a gestionar sus emociones. Conseguir este logro puede ser en ocasiones todo un reto, o simplemente se puede adquirir de forma natural. Al conseguir controlar esta habilidad, se evitarán problemas psicológicos, tales como la ansiedad o el estrés.

      Referencias

      Aron, A., Ketay, S., Hedden, T., Aron, E. N., Rose Markus, H. y Gabrieli, J. D. (2010). Temperament trait of sensory processing sensitivity moderates cultural differences in neural response. Social Cognitive and Affective Neuroscience, 5(2-3), 219-226.

      Aron, E. N. y Aron, A. (1997). Sensory-processing sensitivity and its relation to introversion and emotionality. Journal of Personality and Social Psychology, 73(2), 345–368.

      Aron, E. N., Aron, A., y Jagiellowicz, J. (2012). Sensory Processing Sensitivity: A Review in the Light of the Evolution of Biological Responsivity. Personality and Social Psychology Review, 16(3), 262–282.

      Dabrowski, K. (1964). Positive Disintegration. Little Brown.

      Dabrowski, K. (1967). Personality-shaping through positive disintegration. Little Brown.

      Dabrowski, K. (1972). Psychoneurosis is not an illness. Gryf Publications.

      Dabrowski, K., Kawczak, A. y Piechowski, M. M. (1970). Mental growth: through positive disintegration. Gryf Publications.

      Dabrowski, K. y Piechowski, M. M. (1977). Theory of levels of emotional development. Vols I y II. Dabor Science Publications.

      Díaz-García, M. I. y Díaz-Sibaja, M. A. (2005). Problemas cotidianos del comportamiento infantil en M.I. Comeche, y M.A. Vallejo (Coor.), Manual de terapia de conducta en la infancia. Dykinson.

      Pluess, M. (2017). Vantage Sensitivity: Environmental Sensitivity to Positive Experiences as a Function of Genetic Differences. Journal of Personality, 85(1), 38-50. doi: 10.1111/jopy.12218

      La persona altamente sensible percibe los estímulos que recibe del medio ambiente que le rodea, fijándose en los detalles. Se trata de un proceso que realiza de forma inconsciente, casi sin darse cuenta. Toda la información que la persona recibe a través de los sentidos, en situaciones nuevas, la analiza detenidamente. Vista, oído, gusto, tacto y olfato están al mismo nivel de desarrollo que en una persona no-PAS, sin embargo, la percepción que se recibe a través de estos órganos se ve más beneficiada en los PAS.

      Percibir como un PAS es similar a sentir los dos extremos de un estímulo. Perciben un ruido demasiado alto, o bien percatarse de uno demasiado suave. Disfrutan con sabores intensos, o pueden notar un suave ingrediente añadido a una receta. Aquello para lo que cada cual es más sensible suele variar de una persona PAS a otra, unos demuestran su sensibilidad ante sabores, otros ante los sonidos, las luces, los olores o los tejidos. Pero todos tienen una sensibilidad extrema y manifiesta.

      La diferencia con personas no-PAS radica en los gustos o intereses que éstos presentan. Las personas no-PAS difieren con los PAS en que eligen por propios intereses o gustos si prefieren un tipo de comida, o un tipo de música. En cambio, los PAS poseen una necesidad superior a un interés o gusto, se trata de algo innato que no está determinado por el simple hecho del propio gusto. Podríamos decir que hay una fuerza biológica que lleva al PAS a percibir sentir los dos lados de una moneda. Muchas de las quejas van hacia sentir demasiado calor o bien, demasiado frío. Parece no haber término medio. En ocasiones demandan rodearse de mucha gente y en otras requieren la soledad. Así con multitud de situaciones, generando una incongruencia entre las personas con las que conviven.

      El aspecto positivo nos demuestra que una persona altamente sensible disfruta de los detalles de la vida. Lo muestran a través de la sensación que les producen diversas particularidades, tales como, una conversación profunda, la luz del amanecer o visitar un museo. En las relaciones personales, el amor y la amistad adquieren un sentido superior. Al mismo tiempo disfrutan de la privacidad que obtienen en esos momentos a solas, dónde pueden dar rienda suelta a su creatividad. Muchos de ellos son buenos dibujando, bailando o cocinando, otros tienen la inteligencia de tomar buenas decisiones o bien, la de ayudar a los demás. Son muy diversos los aspectos en los que puede destacar la persona altamente sensible gracias a su creatividad y su emocionalidad.

      Respecto a la noción del tiempo, las personas PAS requieren de un tiempo en solitario, para desconectar de la rutina. En especial después de vivir experiencias de mucha estimulación, su cuerpo les pide un espacio de relajación, silencio y tranquilidad.

      Las emociones de una persona altamente sensible se caracterizan por su flexibilidad para dispararse ante las situaciones estimulantes. La existencia de experiencias que generan emociones extremas son determinantes para la persona PAS. Son capaces de disfrutar mucho más de lo bueno, pero también de sufrir mucho más por aquello que duele.

      El sistema nervioso del PAS, al actuar de manera predeterminada, reacciona estimulado por las emociones que le generan lo sucedido en el entorno. El sistema límbico es la parte del cerebro responsable de producir las emociones, generando respuestas neuroquímicas y hormonales. De este modo, se asocia la emoción a lo vivido. La emoción es un impulso inconsciente, básico y primitivo. Sin embargo, cuando se repiten las emociones asociadas a experiencias similares, la persona comienza a darle un valor concreto formando un sentimiento hacia ello. Los PAS exteriorizan estos sentimientos mediante una fina y sutil sensibilidad.

      Además de sentir profundamente, la persona altamente sensible, piensa y actúa como un todo reflexivo. Sin notar que lo hacen, procesan la información reflexionando antes de actuar, mediante la observación detallada de los estímulos. Del mismo modo son capaces de captar mensajes encubiertos de otras personas, percatarse de señales que se transmiten sin necesidad de decir nada, gracias a su empatía. La doctora Bianca Acevedo (2014) ha estudiado la parte del cerebro encargada de estimular a las neuronas espejo, responsables de la existencia de empatía. Se ha encontrado mayor incidencia de este tipo de neuronas en las personas altamente sensibles. En este sentido, las personas PAS tienen esa capacidad innata de poder ponerse en el lugar de otros y saber qué está sintiendo la otra persona. Por otra parte, tener dicha capacidad no implica necesariamente tener la intención de actuar al respecto.

      Cuando la madre de Irena decidió acudir a la consulta del psicólogo, llevaba años aguantando comentarios en las comidas familiares y reuniones con amigos. Con la mejor intención, los abuelos, tíos, cuñadas y amigas mostraban su interés por la salud psicológica de Irena. Muy lejos de imaginar que no le pasaba nada, más bien eran ellos los que estaban dejando a un lado la atención a la diversidad en cuanto a personalidad. Las frases se repetían cada fin de semana: “¿Qué te dice su pediatra?, “Con la edad que tiene debería comer de todo,


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