Salud Mental Y Alta Sensibilidad. Dr. Juan Moisés De La SernaЧитать онлайн книгу.
Irena se sentía muy incómoda ante semejantes comentarios. Al mismo tiempo que sabía que su hija era inteligente al menos como la media. Así como cariñosa, alegre, feliz y sensible. También había observado conductas parecidas en algunas de las niñas de su colegio, lo cual le transmitía tranquilidad. Por eso, tardó en acudir a consulta de psicología, para evitar que pusieran una etiqueta a su hija, porque su intuición le decía que Irena, simplemente sentía y se desenvolvía de forma diferente a sus primos y a los hijos de sus amigas. Cuando por fin buscó ayuda profesional, le confirmaron que no había ningún trastorno. Pasado algún tiempo encontró en la web de casualidad, que existían los NAS, niños altamente sensibles, quedando así desenmascarado el misterio de por qué Irena actuaba y sentía la vida a su estilo.
JANE 38 AÑOS
Jane llevaba toda su vida intentando agradar a las personas que le rodeaban, aunque ello supusiera un malestar para sí misma y pese a ser consciente de perder cada vez más autoestima por su actitud. De pequeña era una niña obediente, incapaz de decir aquello que pensaba para no herir los sentimientos de sus padres. De adolescente no tenía criterio propio, se dejaba “machacar” decía ella misma, sobre todo por su madre, quien la manipulaba constantemente para conseguir que fuera la hija que ella había diseñado. Su juventud se llenó de problemas sociales con amigos, ya que no podía tomar sus propias decisiones, no había aprendido a hacerlo. Esto también le supuso problemas de pareja, Jane era tan empática que lo daba todo sin pedir nada a cambio, dejando que su miedo al fracaso se apoderase de ella.
La experiencia más traumática contada por Jane, fue convivir con una pareja que actuaba como si el mundo girase en torno a él y que tenía un sentido exagerado de su propia importancia y de sus derechos. En terapia descubrió que su pareja era narcisista, una persona que necesitaba ser el centro de atención y un elogio continuo, al que tenía que elogiar constantemente para tener su aprobación y al que si no obedecía le castigaba.
Como la mayoría de los casos, Jane pensaba que ella era diferente y que era lo que le había tocado vivir. Se superponían dos factores, tener alto grado de empatía, más una educación a la antigua, es decir, crecer escuchando frases del tipo: “si te dan en una mejilla debes poner la otra”, “calladita estás más guapa” o bien, “no le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.
En el tratamiento, la base de partida fue reconocer en Jane los cuatro factores del rasgo altamente sensible. En segundo lugar, se trabajaron habilidades sociales, sobre todo asertividad y también se mejoró su autoestima. La paciente aprendió a detectar a personas que no le hacían sentir bien y a defenderse de ellas. El hecho de haber tocado fondo en su relación de pareja, fue también su salvación, ya que, buscó ayuda profesional y se dio cuenta que no debía permitir que otra persona le manipulase, ni esperar que un narcisista respetase su sensibilidad, ni tener que estar continuamente alagándole para conseguir lo más mínimo de él. Jane se quitó el miedo al fracaso, sintiéndose orgullosa de ser ella misma y de poder elegir con quién quiere compartir algo y qué decisiones tomar. Ahora no tiene miedo, ni siquiera tiene miedo a equivocarse, ya que prefiere cometer sus propios errores y aprender de ellos, antes que no ser ella misma.
Referencias
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