"Quiero escribir mi historia". Pablo Francisco Di LeoЧитать онлайн книгу.
en una sociedad dada y que son aceptados por la mayoría de los integrantes de la misma. Al respecto puede consultarse el concepto de imaginario social de Cornelius Castoriadis (1988).
2. Para profundizar en estos temas puede consultarse el capítulo 6.
3. La reflexividad puede ser entendida como un rasgo tanto institucional como un recurso de los agentes. Maristella Svampa (2002), retomando a Anthony Giddens, señala que la reflexividad –como contracara de la globalización– es un proceso que se dirige hacia la transformación de la tradición. En este sentido, la autora dice que, “desde el punto de vista de la experiencia individual, este proceso de destradicionalización lleva a poner el acento en las nuevas dimensiones que cobran las relaciones íntimas y en la multiplicación de medios que dispone el individuo para construir reflexivamente su yo, [es decir], en la posibilidad (y necesidad) que tiene de elegir y recrear diferentes estilos de vida” (4).
4. Volveremos sobre esta categoría, para ampliarla y desarrollarla, más adelante.
5. Entendemos por modelos normativos formas idealizadas de organizar las expresiones de erotismo, deseo y amor. Estos modelos normativos permiten clasificar y jerarquizar conductas de acuerdo con un deber ser, que si por un lado se asienta en la universalización de una moral particular, genera también por otro, la construcción de estereotipos de los que transgreden esas conductas y prácticas deseables (Amuchástegui, 1996; Jones, 2010).
6. El proceso de universalización de la moral moderna conyugal implica un proceso de legitimación de la institución del matrimonio y la ecuación taxativa de la matriz heterosexual que esta institución posee desde su génesis (Hiller, 2012). Asimismo, determinadas disposiciones y roles son asignados a cada uno de los sexos, constituyendo así posiciones eróticas particulares, por ejemplo, mujer-pasiva, hombre-activo (Fernández, 1994).
7. Para más detalle sobre este tema véase el siguiente capítulo.
8. Por regla heteronormativa entendemos aquellas significaciones y prácticas que resultan acordes a los modelos de género que priman las relaciones de pareja heterosexuales, pero también todas sus significaciones y prácticas en el estilo de vida que suponen ciertas características propias de los varones y otras propias de las mujeres donde la diversidad tiene poco lugar. Para profundizar sobre el tema puede consultarse Ana María Fernández (1994).
9. Respecto de la construcción de identidades de género, desde posiciones teóricas constructivistas Judith Butler (2002) sostiene que el género no consiste en una posición esencialista, sino que las identidades de género son posiciones identitarias producidas desde las prácticas sociales; es ahí donde reside el carácter performativo de éstas.
10. Esta temática también es abordada en los capítulos 3 y 4.
2. Madres e hijos: múltiples modos de construir y significar los vínculos filial-maternales
Soledad Vázquez y Pablo Borda
Desde la interpretación de las ciencias sociales la familia resulta ser un ámbito de socialización de las personas, y en su interior se despliega un significativo proceso de construcción y transmisión de la identidad, así como también de una serie de cuidados e intercambios de sentidos relacionados con la procedencia, saberes heredados y la adquisición de un capital simbólico entre las distintas generaciones. Estas características de la institución familiar forman parte vital de la construcción del lazo social, garantizando a cada generación el establecimiento de un nexo con su pasado (Kaufman, 2006).
Si bien es cierto que la familia es una de las instituciones modernas productoras y reproductoras del orden social, resulta necesario, para adentrarnos en las propuestas del presente trabajo, mencionar que ha experimentado transformaciones en las últimas décadas, las cuales hacen cada vez más visibles los límites y las contradicciones inherentes a su configuración otrora soterrados.1 Estos cambios tensionan la forma, el rol y el funcionamiento tradicionales que configuraban a la institución como un soporte de los sujetos, poniéndolos a la vez en la necesidad de resignificar las experiencias vivenciadas en el ámbito familiar.
Las formas de construir y practicar los vínculos filial-maternales son una dimensión constitutiva de la institución familiar en la que esos cambios y mutaciones se expresan con nitidez. Por ello este capítulo focalizará su atención en los modos en que esos vínculos son relatados y significados por los jóvenes que participaron de nuestra investigación. Desde una perspectiva en la que convergen la sociología del individuo, la propuesta epistemológico-metodológica del enfoque biográfico y los argumentos centrales del debate en torno a las experiencias de maternidad, nos proponemos explorar los modos en que los jóvenes entrevistados significan los vínculos construidos con sus madres.
El capítulo está organizado en cuatro partes. Luego de realizar algunas precisiones conceptuales, en la primera sintetizamos las principales herramientas para desplegar nuestro problema. En “Los bordes de la maternidad” analizaremos la convergencia entre las dimensiones estatutarias y subjetivas de la institución familiar que hemos visualizado en los relatos de los jóvenes que participaron de nuestra investigación, focalizando nuestra atención en los vínculos filial-maternales. Este recorrido se hará dialogando con los aportes conceptuales de la sociología del individuo y el debate en torno a las maternidades que despliegan ciertos estudios que adscriben a la perspectiva de género. Luego, en “Enseñanzas y violencias”, como así también en “Separaciones: ausencias, dolores y resignificaciones biográficas”, abordaremos dos experiencias recurrentes descriptas en los relatos, vinculadas a la construcción y práctica de las relaciones filial-maternales, profundizando aun más el análisis en torno a esa convergencia. Como podrá apreciarse, esas experiencias dan cuenta de una resignificación subjetiva de esos vínculos por parte de los jóvenes entrevistados que permite su legitimación social al tiempo que invisibiliza la exterioridad de los mismos como soportes. Por último, haremos algunas reflexiones finales.
Algunas precisiones conceptuales. El proceso de producción de los relatos biográficos de nuestros entrevistados nos permitió visualizar, desde sus significaciones, la convergencia entre las dimensiones estatutarias y las subjetivas de la configuración familiar que proponen Kathya Araujo y Danilo Martuccelli (2012) para el análisis de las relaciones familiares en Chile. Estas categorías dan cuenta del debate existente entre dos formas de concebir los vínculos filiales: por un lado, aquella que “insiste en [su] carácter fuertemente institucional, su capacidad para producir el orden social y engendrar individuos a la vez autónomos y conformes a las exigencias de la sociedad”, y, por otro, la que “sin negar la remanencia de estas funciones, prefieren subrayar [el proceso de] desinstitucionalización o la destradicionalización” que la familia estaría atravesando a partir de las mutaciones sociales e institucionales que se vienen produciendo en las últimas décadas (144).
Específicamente, nos referimos a la convivencia entre aquellas acciones protectoras desplegadas entre sí por los miembros de la familia, que contribuyen a producir y reproducir el orden social existente en el espacio doméstico –dimensión estatutaria– y aquellas experiencias de resignificación biográfica orientadas a singularizar las vivencias en el interior de cada familia –dimensión subjetiva– sosteniendo, como lo hacen esos autores, lo siguiente: