Patrimonios migrantes. AAVVЧитать онлайн книгу.
una forma errante de explotación ganadera que ha llegado a configurar un importante patrimonio europeo, recopilando algunos ejemplos que se pueden seguir en tradiciones centenarias propias de zonas que atraviesan paisajes y regiones de territorios como la Provenza, Cataluña, Castilla, Aragón, o la zona de los Balcanes. En muchos de estos territorios se están construyendo actualmente museos o centros de interpretación, de los cuales Calaf defiende su interés por abordar el concepto de trashumancia, por el sentido de tránsito de «ida y vuelta», por la mutación en el paisaje y en la vida que representa dicho tránsito. Otro ejemplo interesante de migración al que se refiere Calaf es el Museo Vostell de Malpartida, un museo que reúne la mejor colección de obras del movimiento artístico Fluxus, y que llegó a tierras extremeñas debido a que su promotor, el artista Wolf Vostell, se enamoró del paisaje de aquellas tierras y de sus gentes, habiendo ubicado en Los Barruecos este peculiar espacio museístico, que viene desarrollando una importante tarea de difusión del arte contemporáneo en un territorio especialmente atractivo por su particular ubicación geográfica.
Además de recordarnos las interesantes intervenciones arquitectónicas que han generado algunas bodegas de vinos en sitios particularmente afines a esta tradición (Rioja, Cataluña, Ribera del Duero), lo cual ha permitido un tránsito fluido desde la producción vitivinícola hacia la utilización del paisaje como entorno turístico, creando así un valor patrimonial añadido y un nuevo paisaje, la profesora Calaf hace referencia a la tendencia de algunas ciudades a reutilizar espacios abiertos para instalar auténticos parques de escultura, lo cual modifica evidentemente los usos urbanos del paisaje y del arte. Centrándose en los ejemplos asturianos de Gijón y Llanes, las reflexiones de la autora nos permiten reubicar el interés de los ayuntamientos democráticos por resignificar espacios públicos como verdaderos museos al aire libre. Estas actuaciones permiten el tránsito de la ciudad industrial hacia la ciudad de ocio y cultura. Estas y otras tantas sugerentes aportaciones las podemos visitar en el texto de Calaf, cuya importante trayectoria investigadora queda reflejada tanto en sus trabajos individuales como en las habituales colaboraciones con Olaia Fontal (Calaf, Fontal y Valle, 2007). Me gustaría resaltar aquí su apuesta por lo que ella denomina los patrimonios mutantes, de los cuales deja buena nota a lo largo de su texto.
El tránsito patrimonial y los recorridos geográficos son también motivo de interés para el profesor Germán Navarro, quien en su texto Las rutas de la seda como itinerarios culturales. Exposiciones y museología incide en las rutas de la seda como itinerarios culturales, temática en la cual es especialista, entendiendo que la desubicación geográfica de los patrimonios puede plantearse de forma enriquecedora desde la educación artística. Tanto las migraciones de artesanos y comerciantes, como las transferencias de saberes y tecnologías se convierten en fenómenos clave para entender el mestizaje de las ideas y fomentar así la integración cultural. Aceptar el territorio como camino permite entender que los tránsitos e itinerarios derivan en expresión de la circulación del patrimonio, un legado que deja así memoria de lo acontecido. Tales huellas permitirán a las instituciones diseñar museos especializados, exposiciones temporales y también foros de debate. Navarro apunta que los contactos entre pueblos y civilizaciones generan un patrimonio común, de manera que el concepto de movimiento, de ruta, de interacción cultural, resultará esencial para abordar la temática de los patrimonios migrantes. En ese sentido, las rutas de la seda se convierten en un maravilloso ejemplo de carácter histórico, comercial, cultural y social.
Al indagar en las repercusiones educativas que han impulsado las iniciativas vinculadas a las rutas de la seda, Navarro recopila una serie de enlaces web en los que podemos encontrar interesantes ejemplos de carácter divulgativo y didáctico. Haciendo un verdadero recorrido geográfico, que se puede realizar tanto de forma presencial como desde el entorno web, destaca la presencia de actividad educativa significativa en los museos de la seda de China (el nacional de la Seda, el de Suzhou, el de Nanjing y el de Jiangnan), los de Yokohama y Nomura en Japón, el de Estocolmo en Suecia, el de Tbilisi en Georgia, el de Bsous en Líbano, el de Soufli en Grecia, el de Taulignan en Francia, el de Macclesfield en el Reino Unido, y finalmente los de Mendicino y Como en Italia, reconociendo este último como un caso especial, ya que su propio nombre contiene una palabra significativa: Museo Didáctico de la Seda. Navarro opina que los tres más preocupados por la vertiente educativa en sus webs son los de Como, Macclesfield y Bsous, y valora el italiano como un buen ejemplo de continuidad entre el mundo productivo de ayer (el museo con su maquinaria) y la realidad actual (la escuela que prepara a los futuros técnicos industriales). Dicho centro pretende así difundir la cultura textil, al tiempo que sensibiliza a la juventud de la entidad de su pasado, vinculando cultura, historia, arte, tecnología y economía. El museo se proyecta de este modo entre la ciudad y sus territorio, mediante itinerarios guiados o verdaderas rutas que reconstruyen el desarrollo del artesanado local, con lo cual se pueden entender mucho mejor los motivos que posibilitaron su asentamiento en aquellas tierras italianas. Algo similar ocurre con los tres espacios que configuran el museo de Macclesfield.
Descubrimos con Navarro (2005) que los itinerarios que unieron las culturas de Oriente y Occidente a través de las rutas de la seda han migrado en la actualidad de su inicial función comercial hacia nuevas implicaciones, como puedan ser los usos educativos que descubrimos en los museos. También introduce su valoración sobre el territorio que ahora suscriben los investigadores y los gestores de museos. El autor cita a Eulàlia Morral, directora del Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa, que fue presidenta de la Comisión Española de la Ruta de la Seda, y quien opina que si para el ciudadano en general resulta difícil visualizar como patrimonio estos elementos tan diversos, para quien lo gestiona resulta casi heroico alcanzar un mínimo nivel de coherencia en su museo, especialmente con respecto al resto de los museos. En cualquier caso, también destaca el hecho de que si bien el patrimonio textil ha sido poco valorado desde la museología, esta situación le otorga un enorme margen de posibilidades, al poder contar la historia desde nuevos puntos de vista.
El intercambio y la continua difusión de recursos técnicos, patrones de consumo, modelos iconográficos y tipos de diseño han dado lugar a un importante mestizaje cultural que desemboca en procesos planetarios de interacción social según nos recuerda Navarro. En ese sentido, las rutas de la seda han favorecido la emergencia de nuevas estrategias didácticas para museos con un beneficio directo para los educadores. Estas nuevas estrategias han contribuido a reforzar la idea de intercambio cultural, ayudando al mismo tiempo a rememorar las destrezas del aprendizaje desde el patrimonio sedero. El autor coincide con Calaf y Fontal (2007: 87) cuando afirman que el concepto de patrimonio, que normalmente se asocia con los de legislación e historia, puede ser adoptado por la educación artística como fin específico para poner en valor identidades y saberes que deben convertirse en referentes inmediatos para el diálogo de culturas, el respeto a la diversidad y, en definitiva, la defensa de valores fundamentales para la construcción de una humanidad más creativa, sensible y vitalizante, educada para la ciudadanía responsable, cualquiera que sea su ideología y sus creencias, religiosas o no religiosas.
Sobre intercambio cultural y sobre respeto a las identidades nos habla también el texto de las autoras Rosa Hervás, Elena Tiburcio y Francisca Navarro, titulado Educación patrimonial como estrategia para la formación ciudadana y la memoria compartida hispano-marroquí, a partir de una investigación sobre la identificación del patrimonio común hispano-marroquí y la importancia de la formación ciudadana como una estrategia para su puesta en valor. El patrimonio se entiende cada vez más como parte fundamental de un acervo común, dentro del cual los matices y las diferencias locales enriquecen a todos. Si hasta mitad del siglo XIII la kura de Tudmir mantuvo intensos contactos con el Magreb, especialmente durante los dominios almorávide y almohade, es evidente que dichos contactos se advierten aún en la fisonomía de nuestras ciudades, percibiéndose en ejemplos como los numerosos restos monumentales de la poliorcética andalusí, la gestión del agua y el patrimonio asociado a la misma, en la trama urbana de distintos núcleos de población, en su toponimia o incluso en su paisaje, manifestación externa del sistema territorial. Todos estos elementos parten de un patrimonio compartido, en el cual la transición de saberes, el mestizaje y la integración fundamentan la multiculturalidad actual.
Los autores Alejandro Giménez y Adriana Careaga, como representantes del Espacio Cultural Al Pie de la Muralla, nos animan a recorrer las posibilidades históricas