Los Inuit. Francesc BailónЧитать онлайн книгу.
diferentes materiales para construirlos: turba, tierra, nieve, costillas de ballena, madera flotante, pieles de foca, morsa o caribú. Estas construcciones ceremoniales tenían un uso social y religioso. Incluso a veces, se realizaban pasadizos secretos para la representación del propio chamán. Normalmente en estos edificios se desarrollaba la vida social de la comunidad y en ella se realizaban los juegos y bailes tradicionales, la danza del tambor, ceremonias de curación y religiosas.
Por otra parte, entre los Iñupiat existía el qalgi, que era la casa ceremonial tradicional o de los hombres. A diferencia del qasgi Yup’ik, los qalgit (en plural) no se utilizaban para dormir, sino que eran lugares donde los hombres solían congregarse, relacionarse, trabajar y explicar las conductas rituales. En las poblaciones tenían con frecuencia dos o más qalgit, cada uno asociado a una familia extensa. Si bien en realidad era una casa para los hombres, las mujeres y las jóvenes podían realizar frecuentes visitas, especialmente durante las noches. Los qalgit eran además los centros donde tradicionalmente se realizaban las fiestas del Mensajero y del Nalukataq;11 estas construcciones acabaron desapareciendo durante los años 60. En la década de los 80, algunas comunidades reconstruyeron los qalgit para convertirlos en centros y en lugares para la transmisión de los conocimientos indígenas.12
Asimismo, en todos estos recintos comunales se explicaban cuentos, leyendas e historias locales que siempre han tenido un carácter epistemológico para este pueblo. Mientras que el entretenimiento era probablemente el objetivo principal de la narración de cuentos, las historias tradicionales transmitían información histórica y cosmológica, y por lo tanto, eran una parte importante de la educación del niño inuit. Muchas historias tradicionales, y también contemporáneas, son relatos morales que sirven para reforzar los valores culturales, y como advertencia sobre los peligros que conlleva ignorar los consejos de los ancianos o vagar solo en medio de la tundra.
La economía de subsistencia de este grupo Iñupiaq se basaba principalmente en la migración de los animales y en los períodos estacionales que determinaban la disposición de los recursos. En las islas Diomedes y en la península de Seward los nativos llevaban un modo de subsistencia semejante a los habitantes de la isla St. Lawrence, por lo que cazaban sobre todo animales marinos siguiendo sus fases migratorias (ballenas, morsas y focas). Por el contrario, en el interior de la península de Seward, los Iñupiat cazaban el caribú mientras que los pobladores de Norton Sound se dedicaban a la caza de focas y a la pesca. El salmón, el bacalao, el halibut, el cangrejo y el arenque eran otros componentes de la dieta alimenticia de los Iñupiat del estrecho de Bering.
Tenían una rica cultura material formada por una amplia diversidad de utensilios de hueso, piedra, madera y marfil que usaban para curtir y tallar las pieles, afilar las herramientas y para armas de caza (arpones, lanzas, flotadores de piel de foca, ganchos, arcos, flechas, etcétera). Igualmente utilizaron el taladro de arco, y a pesar de la abundancia de madera flotante, preferían usar las lámparas de esteatita nutridas con aceite de foca o de morsa para calentarse, cocinar, tener luz y secar sus ropas.
Como otros grupos Iñupiat, la vestimenta tradicional se basaba en unos pantalones, calcetines, botas y parkas de piel (la más caliente era de caribú y la más impermeable de foca). Los mukluks, kamiks o kamiit13 eran las botas tradicionales inuit, hechas sobre todo de piel de foca o caribú (en algunos lugares del Ártico utilizaban un forro interior hecho con liebre ártica y usaban la piel de oso polar para la parte superior). Dentro de las botas, y entre las diferentes capas de piel, colocaban una especie de plantilla hecha con algún tipo de hierbas vegetales que permitían aislar los pies del frío suelo. Normalmente los kamiit se cosían con agujas hechas de hueso (tras el contacto con el «hombre blanco» pasaron a ser de acero), el hilo solía ser de tendón de caribú o narval y el dedal, de piel de foca barbuda.
La parka tradicional de la mujer tenía una capucha para llevar a su bebé. Esta prenda se denomina amaat, amaut, amauti o amangut (según qué grupos inuit). El estilo y la decoración de esta prenda variaban según las regiones. El amauti no solo representaba la comunidad inuit de donde procedía, sino que además, indicaba la edad y el estatus social de la mujer. Fue pensado para que las madres pudieran llevar a sus bebés en su misma parka, para así darles calor y protegerlos contra el viento y el frío. Solía estar hecho de piel de foca o caribú.14
También usaban (como el resto de grupos inuit) el anorak o anoraq, una prenda de vestir hecha básicamente de intestinos de animales, incluso con pieles de pescado. La función de esta vestimenta era de protección contra la lluvia. Las manoplas o pualuit solían ser muy impermeables y resistentes, y por lo tanto estaban hechas igualmente de piel de foca. Las muñecas podían estar decoradas con pieles de oso polar o zorro ártico.
Por otra parte, el sistema de capas de ropa, manteniendo la ventilación de las mismas para protegerse del frío, era y sigue siendo hoy, una práctica común entre todos los grupos inuit del Ártico. La vestimenta se diseñaba con el objetivo de capturar el aire caliente del cuerpo. Los estilos de ropa variaban de un grupo inuit a otro. Las prendas de vestir definían la edad del portador, el género, la ocupación, la localización geográfica y por lo tanto, identificaba al grupo cultural al que pertenecía la persona. Las diferencias regionales eran evidentes, no solamente en el diseño de la ropa, sino también en los materiales, tintes y las técnicas de la costura usadas. De este modo, los recursos existentes en cada zona condicionaban la disponibilidad del tipo de piel de animal utilizado.
Señalar también que los Iñupiat del estrecho de Bering usaban los kayaks y el umiak. Como era habitual entre el resto de grupos inuit que navegaban con ambas embarcaciones, las pieles debían cambiarse anualmente. Para asegurar la estanqueidad, estas eran bañadas en aceite y a menudo usaban la resina o gomas vegetales para reforzar la cubierta de los barcos. Asimismo, emplearon los trineos de perros: el que tenía forma de cesta se usaba para los viajes por el interior, y el trineo plano se utilizaba sobre todo para arrastrar los grandes barcos de piel a través del hielo, al igual que los trineos más pequeños.
Las aldeas se dividían según los patrones de los umiaat llamados umialiit (plural de umialik) y de sus respectivas tripulaciones y utilizaban el qalgi para reunirse y trabajar. El umialik también solía ser el líder del poblado, aunque no era un cargo hereditario.
Los Iñupiat de esta zona establecieron relaciones comerciales con otros nativos de Alaska y de Siberia (básicamente en verano, debido a las fuertes corrientes marinas de invierno). El intercambio de productos, basado en la reciprocidad, fortalecía las relaciones sociales de los individuos y permitía, además, tener acceso a productos tales como las pieles de reno y zorro, huesos de ballena y colmillos de morsa, todos ellos procedentes de Siberia. A pesar de esto, las pieles de castor y de nutria terrestre eran los bienes más preciados. La región del estrecho de Bering, por otra parte, era también una zona beligerante. Los conflictos bélicos entre familias, clanes, aldeas y nativos norteamericanos del interior eran frecuentes, de tal manera que se imponía la ley del más fuerte, y quienes abandonaban su área cultural de subsistencia podían ser asesinados. Este era el motivo principal por el cual los hombres no iban solos a cazar. Uno de los grupos más agresivos y peligrosos eran sin duda los Malemiut, que vivían en Norton Sound.
Los Iñupiat del estrecho de Bering creían en la reencarnación del espíritu en una vida humana o animal. Practicaban el ritual epónimo y el atiq o ateq, era el nombre o el alma del nombre. En la cosmología Iñupiaq los nombres estaban asociados con las almas de las personas, tanto vivas como muertas. El nacimiento de un niño representaba, y en muchos aspectos pasaba a ser, el sustituto de una persona recientemente fallecida. En otras palabras, la muerte y el nacimiento simbolizaban un reciclaje de las almas, y la reutilización de los nombres vinculados a las almas es una de las formas en la que los niños están inmersos en una red de relaciones sociales. Un niño a menudo se le conocía por el referente parentesco de su tocaya o tocayo.15
Además vivían en una delgada línea que separaba el mundo natural de la realidad espiritual. El frío y el hambre constituían un escenario donde las vidas humanas dependían de la vida que tomaban otros seres. Por este motivo, en la actualidad los programas educativos y las manifestaciones artísticas se han encaminado al mantenimiento de una estructura social y religiosa marcada por un modelo de subsistencia tradicional. De esta manera, la cultura material y la vida ceremonial