Эротические рассказы

Cuando es real. Erin WattЧитать онлайн книгу.

Cuando es real - Erin Watt


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no sabía que ibas a venir.

      —Te he mandado un mensaje.

      Él hace una mueca.

      —Estábamos jugando. Chicos, os dejo. Ha venido mi chica.

      —Pon un calcetín en la puerta —grita Mark al tiempo que W cierra la puerta de su habitación. Mark es un chico del norte del estado que siempre me pregunta cómo es W en la cama, como si supiera que nunca lo hemos hecho y disfrutase al provocarme con ello.

      W me sonríe con las manos en las caderas.

      —¿Necesito poner el calcetín?

      —Hay gente ahí fuera —le recuerdo.

      Él se ríe y me tira a la cama.

      —¿Y? Aquí solo estamos tú y yo.

      Yo me estremezco cuando su mano se cuela bajo mi camiseta.

      W hace que me sienta bien, pero no estoy preparada para dar el siguiente paso aún. Y menos todavía si sus compañeros están ahí fuera jugando a un videojuego y hay dos chicas desconocidas con ellos.

      Lo empujo con la mano.

      —Mi primera vez no va a ser con público.

      Ya hemos hablado de esto. Al principio él se resiste, pero luego saca la mano de debajo de mi camiseta y la posa en la parte del vaquero que cubre mis caderas. Parte de su pelo castaño cae sobre su frente cuando rueda y se coloca a mi lado. Yo le aparto el pelo para poder ver sus ojos color chocolate. Está guapísimo, como siempre. Más que Oakley Ford, eso está claro.

      ¿En serio? Bufa mi voz interna. Tienes que estar bromeando.

      Vale, W no es más guapo que Oakley, pero es más simpático y dulce y lo quiero y eso cuenta para todo.

      —Vale —sonríe, y se forman arrugas alrededor de sus preciosos ojos—. ¿Han mirado los gemelos el parque de skate que te mandé por mensaje?

      —¿El de Boyle Heights? Está como en otro estado. —Cualquier cosa que suponga que alguien de Los Ángeles se meta en la autovía se considera un crimen menor dada la aglomeración de tráfico. Ir a Boyle Heights no requiere pasaporte pero sí un gran esfuerzo. Aunque quiero a mis hermanos, no los quiero tanto.

      —Ya, pero si los traes podremos quedar. Eso estaría bien, ¿no? —Su boca besa un lado de mi cuello.

      Ambos sabemos que los gemelos no irán, pero es un gesto dulce que W trate de juntarnos a todos.

      —Pues sí. Veo el sentido a tu plan. —Me acurruco contra él y mis labios encuentran los suyos.

      —Beneficios de salir con un universitario —bromea.

      Nos besamos un poco más y cuando nos separamos por falta de aire, la razón por la que he venido vuelve a instalarse en mi mente.

      —Oye, necesito pedirte un favor.

      —La respuesta es sí. —Me hace cosquillas en el ombligo.

      He practicado un discurso en el autobús pero no sonaba bien. Aun así, lo digo.

      —Sabes que me he tomado el año libre para ayudar a Paisley, ¿no?

      —Ajá.

      Sus labios viajan hasta mi oreja.

      —Me ha salido la oportunidad de ganar una gran suma de dinero este año. Nos duraría bastante.

      —Suena bien.

      Se mueve desde mi oreja hasta mi cuello y después baja la camiseta holgada por la curvatura de mi hombro.

      Permitir que me bese cuando estoy a punto de decirle que necesito salir de mentira con una estrella del pop hace que me sienta demasiado culpable como para disfrutar de ello. Así que me salgo de la cama y me quedo al lado de la ventana.

      —Necesito que no te enfades y me entiendas.

      W frunce el ceño y pasa la pierna por la esquina de la cama. Se apoya sobre los codos, y la estampa de su cuerpo largo y desgarbado me es tan familiar y maravillosa que cuestiono de nuevo mi decisión.

      —Empieza a parecerse al discurso que Danny Jones le dio a Karen de que se iba a la Universidad de Nueva York y no quería una relación a distancia.

      —No, no es nada de eso. —Me froto la frente—. Es… es que este trabajo requiere que haga algo que no te va a gustar.

      —¿Vas a participar en una peli porno? —Sus cejas se elevan hasta las entradas de su pelo.

      —Dios, W, no.

      —Dilo de una vez, V.

      Suspiro en señal de frustración.

      —No puedo decir nada más hasta que firmes esto. —Le doy el contrato de una página que declara que se le pueden contar algunas cosas a W pero no todos los detalles.

      Él deja el papel a un lado.

      —No voy a firmar nada. ¿Qué coño pasa, Vaughn?

      —No digas tacos —digo sin pensar.

      —No canalices a tu hermana —se queja. Paisley y él no se llevan bien. Ella cree que él me presiona y él que ella es demasiado estirada.

      —Sé que parece una locura, pero si no lo firmas no puedo desvelarte los detalles y parecerá peor si no te los digo, créeme.

      —Entonces confía en . —W coge el papel y lo tira a la cama, que está detrás de él—. Me lo puedes contar todo. Sabes que soy una tumba.

      No es que no confíe en W, pero el futuro de toda mi familia está en juego.

      —Si se tratase solo de mí te lo contaría, pero ya le he prometido a la agencia que no diría nada a menos que firmases esto.

      Él entrecierra los ojos.

      —¿Qué agencia?

      —En la que trabaja Paisley. Diamond Tal…

      —¿Diamond Talent Management? —exclama—. ¿Son ellos los que te han dado el trabajo? ¿Por qué no has dicho eso antes? Claro que firmaré. ¿Dónde necesitas la firma?

      Veo como W se apresura a coger un bolígrafo del escritorio. Casi tiembla por el entusiasmo.

      No alza la mirada al escribir su nombre sobre la línea, incluso en las que se supone que Jim tiene que firmar en nombre de Oakley. Pone el punto en la última «i» de su nombre completo con una floritura.

      —Vale. Cuéntamelo todo.

      Me levanto y arrastro a W hacia la cama para poder sentarme a su lado y cogerle de la mano mientras le explico esta locura.

      —Vale, esto es todo lo que te puedo decir: voy a hacer algo para la agencia, algo así como una campaña en redes sociales. —Suena ridículo cuando lo digo en alto, pero eso es lo que el contrato de confidencialidad me permite revelar—. Saben que tú y yo estamos saliendo y…

      —¿Me conocen? —Sus ojos brillan de entusiasmo—. ¿Paisley les ha hablado del canal? ¡Pensé que lo odiaba! ¿Qué vídeo les gustó? ¿En el que puntuamos las celebraciones de gol? ¿O en el que nos disfrazamos y fingimos ser los perros del cuadro en que juegan al póker? Tuvimos muchas visitas en ese aunque no fuese interactivo.

      Arrugo la frente.

      —Eh, no es acerca del canal.

      —¿No? Pero lo has mencionado, ¿verdad?

      —No exactamente. —Me siento avergonzada. Ni se me había pasado por la cabeza que lo primero en que pensaría W es en su canal, y ahora me siento mal por no habérselo comentado a Jim Tolson.

      —¿Por qué no?

      Hay cierto tono de traición en su voz. W y sus compañeros crearon un canal de YouTube en septiembre en el que cuelgan vídeos sobre ellos comentando los titulares deportivos.


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