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Monstruos En La Oscuridad. Rebekah LewisЧитать онлайн книгу.

Monstruos En La Oscuridad - Rebekah Lewis


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elfos oscuros son altos. Son criaturas ágiles que, al igual que sus primos, los elfos de la luz o Ljósálfar de Alfheim, no suelen molestar a los humanos. Les divierte observarlos o jugar con ellos. Cuenta la leyenda que los elfos oscuros han evolucionado a favor de la especie masculina, por lo que, debido a la escasez de féminas con las que procrear, a menudo secuestran a mujeres humanas con las que aparearse y reproducirse en su hogar, Svartalfheim.

      Maddy se carcajeó. Algunos clientes la miraron y ella se aclaró la garganta, volviendo la vista rápidamente hacia la pantalla. No había más información, solo un formulario para hacer preguntas o comentarios.

      Esto no puede ser cierto, pero de todas formas pulsó en el enlace del formulario. Tras cumplimentar sus datos, dejó un breve mensaje: ¿Se trata de una broma? He entrado en esta página pensando que podría encontrar la solución a un problema, pero en su lugar, lo que descubro es una sarta de tonterías sobre los elfos. Además, ¿de dónde han sacado ustedes todos esos detalles?

      Maddy apagó el portátil. Ya había leído suficientes estupideces por hoy. Elfos.

      Capítulo 3

      Una vez hubo abandonado la cafetería, Maddy decidió que necesitaba ejercer control sobre algo, por lo que fue a la peluquería a arreglarse el pelo. Sin pensarlo dos veces, optó por darse un tinte de color rosa. ¿Por qué no? Nada a su alrededor tenía sentido y ella siempre había querido tener el pelo de color rosa, así que eso fue lo que hizo. Durante un par de horas dejó de pensar en monstruos, elfos y sombras en la oscuridad.

      Ya de vuelta en casa, se puso a mirar la puesta de sol a través de la ventana a la vez que echaba un vistazo a un correo nuevo que había recibido en su portátil. Re: Su comentario sobre «Monstruos en la oscuridad».

      De haber sabido Maddy que lo mejor para ella hubiera sido borrarlo, lo habría hecho. Después habría apagado el portátil y se hubiera ido a la cama temprano para volver al trabajo a la mañana siguiente. Sin embargo, era una mujer adulta, aunque necesitara tener todas las luces de la casa encendidas porque había un monstruo debajo de su cama. Así que se debía a sí misma descubrir si existía alguna posibilidad o, al menos, tener la esperanza de encontrar una solución a ese tema. Abrió el mensaje antes de que pudiera convencerse a sí misma de que no debía hacerlo.

       Hola Maddy. Gracias por haberte puesto en contacto conmigo. Te puedo asegurar que no se trata de ninguna broma. Sé todos estos detalles porque yo misma conocí a un elfo oscuro y rechacé su oferta. Quizá no me haya expresado bien en el artículo. Por cierto, ¿hay algún elfo interesado en ti? Estaré disponible todo el día si necesitas hablar de ello.

      El correo no estaba firmado. Quienquiera que fuera esa persona, no quería hacer pública su identidad. Como no tenía nada que perder, le contó brevemente su problema con el monstruo y el encuentro de la noche anterior.

      Le dio al botón de enviar y se levantó a preparar un sándwich de pavo. Maddy comió de pie en la cocina, sin quitarle ojo al ordenador, que había dejado en una mesa al otro lado de la habitación. Al escuchar la señal de un nuevo correo entrante, fue corriendo hacia el portátil y abrió rápidamente la respuesta.

      Debe de estar realmente interesado en ti. Por lo general, ellos contactan con los humanos cuando estos empiezan a hacerles preguntas o a molestarlos... Si no quieres tener nada con él, dile que no estás interesada. Puede que nunca se vaya, pero se volverá menos agresivo y dejará de intentar que le prestes atención, como pasó anoche. Son muy particulares cuando se trata de la felicidad de sus parejas. Aparentemente es bastante difícil que una humana pueda llevar a término el embarazo de un elfo oscuro. La insatisfacción puede ser peligrosa. Si, por el contrario, estuvieras interesada, sedúcelo. Llévatelo a la cama. Y no te preocupes, no te puedes quedar embarazada sin haber pasado por los ritos sagrados en Svartalfheim. Hasta que decidas abandonar Midgard, se tratará solamente de sexo placentero.

      La boca de Maddy se abrió de par en par. Había pasado de preocuparse por la existencia de un monstruo espeluznante debajo de su cama a la posibilidad de que este fuera un monstruo sexual que podría estar loco por ella. Se rio a carcajadas, esta vez no había nadie que pudiera escucharla, así que continuó riéndose mientras iba apagando el ordenador. No tenía por qué seguir respondiendo a una tarada que claramente vivía en un mundo de fantasía. Ahora que Maddy había apartado todas esas tonterías de su vista, era el momento de dejar de pensar y seguir adelante.

      Pero Maddy no pudo quitarse de la cabeza lo que había leído.

      Las luces del dormitorio estaban encendidas, el mando a distancia temblaba ligeramente entre sus manos y las sábanas le cubrían más arriba de la barbilla. No se había molestado en arreglar las mantas y el edredón antes de acostarse, ya que no quería pasar mucho tiempo de pie junto a la cama después de lo que había pasado la noche anterior. El edredón estaba ladeado y arrastraba por el suelo, pero no le importaba. Se sentía segura con la luz encendida porque de esta manera el elfo oscuro, si eso es lo que era aquella cosa, no podría atraparla. Mientras miraba al techo, se dio cuenta de que no había tenido sexo desde hacía meses, quizá un año...

      No. Calculó mentalmente. Hace más de un año.

      La idea de mantener relaciones con un extraño siempre le había fascinado a pesar de no ser el tipo de persona que pudiera hacerlo. Sus fantasías sexuales solían ser de ese estilo —curioso si se tiene en cuenta que se trata de algo que una persona no debería hacer nunca. No obstante, si la chica de la página web estaba en lo cierto, Maddy podría convertir en realidad su sueño. Una vez hubieran consumado, se desharía del elfo oscuro y nadie tendría por qué enterarse jamás.

       Seguro que no es tan fácil. Debe de haber alguna pega.

      ¿De veras se lo estaba planteando? A pesar de todo, Maddy se movió bajo las mantas y sintió la humedad que mojaba su entrepierna. Nunca se masturbaba en la cama, por la paranoia de que lo que estuviera bajo la cama pudiera escucharla, pero si no apartaba de su cabeza lo que estaba pensando podría caer en la tentación. Echó un vistazo al reloj de la mesilla de noche. Eran las dos de la madrugada. ¿Cómo es que aún seguía despierta?

      Algo se movió bajo la cama. Reptaba con sigilo. Luego se hizo el silencio. Se le formó un nudo en la garganta. Está ahí. La humedad que había entre sus piernas se volvió más patente. Esto hizo que Maddy se sintiera molesta a la vez que excitada. Si se tocaba, el monstruo la escucharía. Lo sabría. Las luces estaban encendidas, lo cual quería decir que este no podría salir a por ella.

      Si lo que había leído antes era cierto, podría meterlo en su cama con solo apagar la luz y pedírselo. El problema es que sonaba ridículo y la hacía parecer estúpida, un ser inocente. Sin embargo, lo cierto es que había algo debajo de su cama. ¿Por qué no podría ser un elfo oscuro?

      Sus labios se curvaron en una sonrisa. Si se tocaba mientras le hablaba y este no abandonaba la oscuridad reinante bajo la cama, entonces comprobaría que, en realidad, se trataba de un elfo oscuro.

      Estiró las piernas y dejó a un lado el mando a distancia. Deslizó las manos por debajo de la banda elástica del pantalón de su pijama y de sus braguitas. Se mordió el labio notando una fricción placentera y cerró los ojos. Inmersa en esa sensación, casi se olvidó de que había algo arrastrándose bajo la cama y se quedó inmóvil. El monstruo parecía... inquieto.

      No debía hablar con él. En realidad, no debería hacerlo.

      —Sé que estás ahí abajo.

      Los movimientos se detuvieron con el sonido de su voz.

      —Es muy grosero interrumpir a una chica que se está toqueteando —casi se rio de lo absurdo de la situación—. Estoy segura de que tienes alguna excusa para hacerlo.

      No esperó respuesta. En su lugar, comenzó a centrarse en movimientos que le proporcionaban placer. Entonces, un timbre


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