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E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl WoodsЧитать онлайн книгу.

E-Pack HQN Sherryl Woods 1 - Sherryl Woods


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una mujer adulta y perfectamente capaz de tomar mis decisiones.

      –Bueno, claro que lo eres –dijo Thomas con la mirada brillante ante su indignación–. Pero está claro que Jake es muy protector contigo y puedo entender que le preocupe que estemos viéndonos. No tengo ningún problema en hablar con él para tranquilizarlo.

      –¿En serio? Porque yo sí –respondió–. Puede que haya pasado mucho tiempo desde que no salgo con nadie, pero creo que ya hemos pasado la época en la que un hombre de la familia tenía que dar su aprobación para que una chica pudiera salir con alguien.

      Thomas sonrió.

      –No iba a otorgarle el poder del veto, Connie. Pero pensé que estaría bien tenerlo de nuestra parte antes de que se monte el follón con mi familia.

      Ella suspiró. Tenía razón.

      –Puede que tengas razón. Aun así, hay una mesa de picnic ahí detrás. ¿Por qué no salimos y discutimos esto? Podemos decidir cómo queremos manejar la situación y la más que probable interferencia familiar.

      –Me parece muy bien.

      Claro que, lo que Connie no había tenido en cuenta era que la mesa de picnic se veía desde el despacho de Jake. Apenas habían dado un sorbo de café cuando su hermano salió del edificio con gesto serio.

      –Otra vez por aquí –le dijo a Thomas con tono hostil.

      –¡Jake! –le advirtió Connie.

      –Solo estoy preguntándome por qué viene tanto por aquí –añadió Jake sin dejar de mirarlo.

      –Ya sabes que trabajamos juntos para la fundación –apuntó ella decidida a guardar la apariencia de que sus encuentros eran puramente inocentes.

      –Y he estado saliendo con tu hermana –dijo Thomas, ignorándola.

      –¡Thomas!

      Jake se sentó, asombrado.

      –¿Habla en serio? –le preguntó a su hermana–. ¿Estáis saliendo?

      –Hemos salido un par de veces.

      –Pero es el hermano de Mick –dijo como si eso fuera un crimen.

      Thomas se rio.

      –Entiendo que puedas ver eso como algo preocupante.

      –¿Ah, sí? –preguntó Jake sarcásticamente–. Pues precisamente eso te convierte en una persona demasiado mayor para mi hermana.

      –¿Y exactamente qué es para ti demasiado mayor? ¿Dos años de diferencia? ¿Diez? ¿Veinte? ¿Acaso sabes cuántos años tiene Thomas? ¿Te importa que después de Sam, que tenía la madurez de un mosquito, pueda querer un hombre en mi vida que sepa quién es y lo que quiere?

      –Solo me preocupo por ti, hermanita. Sé que llevas mucho tiempo sola y más todavía desde que Jenny se ha ido a la universidad, pero no quiero que nadie se aproveche de tu vulnerabilidad.

      Ella se acercó y lo abrazó.

      –Nadie en el mundo podría haber sido mejor hermano que tú, pero es hora de que empiece a vivir mi vida, Jake. Puedo tomar mis propias decisiones sobre lo que me conviene.

      –¿Y crees que Thomas te conviene? –le preguntó con escepticismo.

      –Aún no lo sé –miró a los azules ojos de Thomas–. Pero quiero descubrirlo.

      –Y te aseguro, Jake, que no estoy jugando a nada. No sé adónde llegará esto, pero tu hermana es la primera mujer en mucho tiempo que me ha hecho querer algo más en mi vida. Créeme, me lo he pensado mucho antes de pedirle una cita. Nadie comprende las complicaciones familiares mejor que yo. Tendremos a algunas personas de nuestro lado y a muchas otras escépticas como tú, pero creo que nos merecemos intentarlo, ¿no crees?

      Jake parecía dudoso.

      –Te aseguro que mis intenciones para con tu hermana son de lo más honorables. Haré todo lo que pueda para no hacer nada que pueda hacerle daño.

      –¿Quieres esto? –le preguntó Jake a su hermana.

      –Lo quiero.

      –De acuerdo –dijo aunque no muy contento–. Me reservaré mi opinión –y miró a Thomas–. Pero si le haces daño…

      Thomas asintió.

      –Entendido. Tendré que vigilarme las espaldas.

      –No las espaldas. Me verás venir.

      Connie vio la mirada de entendimiento que se lanzaron los dos hombres más importantes de su vida y en cierto modo quiso sacudir la cabeza con exasperación, aunque por otro lado se sintió feliz. Esa posible confrontación había salido mejor de lo que se había esperado, así que si podían pasar el filtro de los O’Brien la mitad de bien, tal vez podrían lograr que lo que tenían durara.

      Will llegó al hotel alrededor de las dos y se encontró a Jess caminando de un lado a otro, furiosa.

      –¿Llego en mal momento?

      –Llegas tarde.

      –¿Cómo puedo haber llegado tarde? Ni siquiera fijamos una hora –le recordó–. Te dije que me pasaría y que tomaríamos un helado o un café –una probablemente inapropiada sonrisa se dibujó en sus labios–. ¿Me has echado de menos?

      –No. Creía que me habías dejado plantada porque Mack y Jack te habían convencido de que soy una mala apuesta.

      –Nadie podría convencerme de eso –le aseguró.

      –Pero lo han intentado, ¿verdad?

      –¿De verdad quieres que diga algo que despertará mal rollo entre los tres?

      Ella suspiró resignada.

      –Lo sabía. Querían que te echaras atrás.

      –¿No era ese el mensaje que Abby y tu familia estaban enviando también?

      –Es distinto cuando viene de Jake y de Mack. No sé cómo, pero lo es.

      Will contuvo las ganas de reír.

      –¿Tan importante es la opinión de la gente? Estoy aquí. A menos que hayas cambiado de idea, vamos a salir –la miró fijamente–. ¿O es que tu familia te ha convencido de que es mala idea salir conmigo? ¿Te estás arrepintiendo?

      Ella le lanzó una mirada cargada de exasperación.

      –Oh, no les preocupo yo. Eres tú el que les preocupa. ¿No te parece irónico? Creo que todo el mundo está aliado y me resulta bastante irritante.

      –Entiendo que te molestes, pero vamos a demostrarles que todos se equivocan.

      –Hasta que nos hayamos fugado, nos hayamos casado y hayamos celebrado nuestro quince aniversario, creo que será imposible.

      –Pues eso es lo que haremos.

      Ella sonrió.

      –¿Cómo puedes tener tanta fe en esto cuando yo estoy muerta de miedo?

      –He tenido más tiempo que tú para acostumbrarme a la idea –le recordó–. Tenía catorce años cuando me enamoré de ti, pero ya me alcanzarás. Ahora, voto porque vayamos a tomar un helado, aunque la decisión es tuya si prefieres café o una copa.

      –¿Mi voto cuenta más?

      –En esta cita, sí –sonrió y le advirtió–: Pero no siempre será así. Se nos va a dar muy bien el tira y afloja.

      –Nunca me ha gustado hacer concesiones.

      –Aprenderás –le dijo tomándole la mano–. Es la base de toda relación con éxito.

      –Soy una O’Brien. Nos gusta ganar.

      –Pero las concesiones pueden ir acompañadas de buenas recompensas.

      –¿Como


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