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Cómo volar un caballo. Кевин ЭштонЧитать онлайн книгу.

Cómo volar un caballo - Кевин Эштон


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a lo ancho, como imaginamos naturalmente, sino a lo largo. Los nueve puntos se unen trazando líneas que se extienden más allá del “cuadrado” formado por los puntos. Éste es el origen de la frase “Pensar fuera de la caja”.16

      ¿Quiere esto decir que la mente da saltos? Esta pregunta puede contestarse con un problema más, el de la banda de lunares:

      Julia duerme en un cuarto cerrado con llave. Junto a su cama hay una campana para llamar al ama de llaves. Junto al mango de la campana hay una abertura que comunica con la habitación contigua. El cuarto contiene una caja fuerte, una cadena para perro y un tazón para leche. Una noche, Julia grita. Se oye un silbido y un estruendo. Julia es encontrada agonizante con un cerillo quemado en la mano. No hay rastros de violencia. No hay mascotas en la casa. Su cuarto se mantenía cerrado con llave. Sus últimas palabras fueron: “La banda de lunares...”. ¿Cómo murió Julia?

      Éste no es un problema psicológico. Es el resumen de un cuento protagonizado por Sherlock Holmes y escrito por Arthur Conan Doyle en 1892.17 Julia murió mordida por una serpiente venenosa entrenada para arrastrarse por la abertura y regresar al silbido del asesino. Éste mantenía encadenada a la serpiente y la alimentaba con la leche. El estruendo fue el ruido que hizo al esconder a la víbora en la caja fuerte tras el homicidio. Luego de ser mordida, Julia encendió un cerillo para alumbrarse, y alcanzó a ver al animal, que le pareció una “banda de lunares”.

      Holmes resuelve esto observando que el único acceso al cuarto cerrado con llave es la abertura. Deduce que, como Julia murió pronto y sin señales de violencia, es probable que haya sido envenenada. Por lo tanto, algo pequeño y ponzoñoso pasó por la abertura. La cadena para perro sugiere que se trata de un animal, no de un gas, y el tazón descarta insectos como arañas. Las últimas palabras de Julia, acerca de una banda de lunares, parecen misteriosas al principio, pero ahora semejan una referencia a la solución restante más probable: una serpiente, enseñada a responder al silbido de su amo. El estrépito indica que el animal está en la caja fuerte.

      Holmes es un personaje de ficción célebre por detectar, no por crear. Él mismo describe su proceso como “observación y deducción: elimina todos los demás factores, y el que resta debe ser la verdad”. No resuelve el asesinato de Julia con un salto creativo. El “discernimiento” que da inicio a su proceso de deducción —que el único acceso al cuarto cerrado con llave es la abertura— es una observación. De ésta se desprende la inesperada solución de que una serpiente mató a Julia.18

      La mente no da saltos. La observación, evaluación y repetición, y no cambios repentinos de percepción, resuelven los problemas y nos llevan a crear. Podemos ver esto usando la técnica de Duncker: observando a la gente mientras resuelve el problema más famoso de ese autor.

      3 PASOS, NO SALTOS

      Muchos individuos no usan palabras para pensar, pero todos podemos verbalizar nuestros pensamientos sin afectar nuestras habilidades de resolución de problemas.19 Escuchar a la mente muestra cómo funciona el pensamiento. Robert Weisberg pidió a varias personas pensar en voz alta mientras se ocupaban del problema de la caja de Duncker.20 Cambió éste incluyendo clavos además de tachuelas y sustituyendo la puerta de madera por un pedazo de cartón. Las personas con las que trabajó tenían estos objetos frente a sí. Se les pidió imaginar soluciones, pero no ponerlas en práctica.

      He aquí los pensamientos de tres personas a las que no se les ocurrió usar la caja de tachuelas como candelero:

      PERSONA 1: Derretir la vela y tratar de fijarla. Se sostendrá verticalmente sobre un clavo, pero se romperá. Ponerla de lado y clavarla. Parece pesada. Ponerle uno o dos clavos juntos, aunque tal vez no se sostenga. Yo podría... no, no podría.

      PERSONA 2: Considero los clavos, pero no perforarán, así que ¿de qué otra forma fijar la vela? Atravesarla con un clavo en posición vertical. En posición horizontal. No voy a poder usar los cerillos. Poner clavos en el pabilo y bajo la vela...

      PERSONA 3: Se me ocurre que puede tomarse un clavo y hundirlo, pero la vela se partiría. Usar entonces los cerillos para derretir un poco de cera, y luego usar los clavos... no, así no. Sujetar varios clavos juntos y poner la vela encima...

      Y he aquí los pensamientos de tres personas a las que se les ocurrió usar la caja de tachuelas para sostener la vela:

      PERSONA 4: La vela tiene que arder recta, así que si tomara un clavo y atravesara con él la vela y el cartón... [pausa de diez segundos]. Si tomara varios clavos e hiciera una fila, podría poner la vela encima. Si saco los clavos de la caja, clavaría la caja en la pared.

      PERSONA 5: Derrito la cera y la uso para pegar la vela. Tomo un clavo... no atravesará la vela. Pongo clavos alrededor de la vela o bajo ella para sostenerla. La pongo sobre la caja de clavos... No funcionaría, se rompería la caja.

      PERSONA 6: Enciendo un cerillo y veo si puedo poner cera en el cartón. Atravieso la vela con un clavo hasta el cartón. Miro los cerillos para ver si la idea daría resultado. Intento más combinaciones con los clavos. Hacer una base para la vela con los clavos como rectángulo. Mejor todavía, usar la caja. Fijar dos clavos en el cartón, poner la caja sobre ellos, derretir algo de cera y ponerla en la caja con la vela.

      Así es como los seres humanos pensamos. Todos a quienes se les ocurre usar la caja de tachuelas llegan a ello de la misma forma. Tras eliminar otras ideas, piensan hacer una plataforma con los clavos, y luego usar como plataforma la caja de tachuelas. No hay un súbito cambio de percepción. Pasamos de lo conocido a lo nuevo en pasos pequeños. El patrón es igual siempre: partir de algo conocido, evaluarlo, resolver los problemas y repetir hasta encontrar una solución satisfactoria. Duncker descubrió esto en la década de 1930: “Las personas que acertaban llegaban a la solución de este modo: comenzaban por las tachuelas y buscaban una ‘plataforma por fijar a la puerta con ellas’”.

      La evaluación conduce a la repetición. La persona 3 decide “sujetar varios clavos juntos y poner la vela encima”, y evalúa esto como satisfactorio. La persona 4 lo evalúa como insatisfactorio, así que da un paso más: usa la caja de tachuelas. La persona 5 también da este paso, la solución que Duncker buscaba para este problema, pero hace la evaluación contraria: no funcionará. La persona 6 es la que da más pasos y, en consecuencia, mejora la solución de Duncker, usando cera derretida para estabilizar la vela.

      Crear es dar pasos, no saltos: busca un problema, resuélvelo y repite. Entre más pasos des, mejor. Los principales artistas, científicos, ingenieros, inventores, emprendedores y demás creadores no dejan de dar pasos en busca de nuevos problemas y soluciones, y de nuevos problemas otra vez. La raíz de la innovación sigue siendo la misma que cuando nuestra especie surgió: examinar algo y pensar “Puedo hacerlo mejor”.

      Seis universitarios hablando de cómo resolver un enigma no son suficientes para generalizar; ni 25, el número a quienes Weisberg pidió pensar en voz alta, y ni siquiera 376, el de quienes intentaron resolver el problema de la caja en sus experimentos.21 Pero estos resultados socavan una premisa vital del mito de la creatividad: crear requiere saltos de pensamiento extraordinario. No es así. El pensamiento ordinario es suficiente.

      4 ¡AJÁ!

      Hay una alternativa a la teoría de que la creación procede del pensamiento ordinario: la idea propuesta por los psicólogos Pamela Auble, Jeffrey Franks y Salvatore Soraci; el escritor Jonah Lehrer, y muchos otros, de que muchas de las mejores creaciones son producto de un momento extraordinario de repentina inspiración, llamado “efecto eureka” o “momento ¡ajá!”. Ideas que principian como orugas de la mente consciente se convierten en capullos en el inconsciente, y luego echan a volar como mariposas. Este momento se traduce en excitación, y quizá también provoca exclamaciones. La clave para crear es cultivar más de esos momentos.

      Quienes creen esto tienen muchas objeciones razonables a la propuesta de que la creación se deriva del pensamiento ordinario. Hay casos documentados de grandes creadores que han tenido momentos ¡ajá! Muchas personas, frustradas por no poder resolver un problema, lo dejan de lado, sólo para dejar que venga después la solución. Los neurólogos que


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