Nosotros los anarquistas. Stuart ChristieЧитать онлайн книгу.
en la casa de Aurora López de Patraix, un barrio de Valencia.
Esa asamblea fue la conferencia fundacional de lo que llegaría a ser la organización anarquista más difamada de la historia, la Federación Anarquista Ibérica, más conocida por sus iniciales, FAI.
La Conferencia de Valencia duró dos días. Para garantizar la seguridad se celebró en dos emplazamientos distintos. La segunda sesión tuvo lugar al amparo de un picnic en un bosque de pinos que bordeaba una playa del sur de la ciudad, en la zona conocida como el Grao de Valencia.[1]
Progreso Fernández, un anarquista valenciano que hasta hacía poco había vivido en Francia fue uno de los organizadores de la conferencia fundacional:
A principios de 1927 bajé a Valencia para establecer contactos por toda la región; accedí a hacerlo con la condición de que me dieran un empleo... Empecé yendo a Burriana, Puerto de Sagunto, Liria, Játiva, Sueca, Villena, Elda, Alicante, Murcia... Me reuní con gente que había estado en la CNT y que simpatizaba con el anarquismo.[2]
Puesto que también había anarquistas en Portugal, se decidió dar (al nuevo organismo) un carácter más amplio. De ahí el nombre. Se mandaron invitaciones a la CGT portuguesa y a la CNT, pero sólo acudieron representantes de la federaciones regionales catalana y del Levante de la CNT.
Desde hacía tiempo, la mayoría de los grupos organizados de la península pedían una organización peninsular que estableciera lazos estrechos entre los grupos regionales y de exiliados españoles y los portugueses. La Unión Anarquista Portuguesa (UAP), fundada en Alanquer en 1923, desempeñó un papel destacado en los preparativos de la fundación de la FAI. En mayo de 1926, el periódico de la Unión Anarquista Portuguesa, O Anarquista, publicó una propuesta de orden del día para un congreso anarquista que debería celebrarse el 1 de julio en Marsella. Entre los puntos de la orden del día estaba la entrada «Federación Anarquista Ibérica» (FAI).[3]
Dos meses más tarde, en julio de 1926, la Federación de Grupos Anarquistas Hispanohablantes, formada en Lyon el año anterior, convocó lo que resultaría ser un importante congreso anarquista en Marsella. Sólo los grupos hispanohablantes mandaron a treinta delegados de todos los rincones de la península y del exilio. Entre las principales cuestiones de la orden del día estaban los problemas del anarquismo internacional y los específicos de los grupos anarquistas del exilio.
Un tema destacado de la agenda era la postura del movimiento anarquista español con relación a la CNT. Hay mucha confusión respecto a lo que en realidad se acordó en ese sentido; hay quien cree que se acordó intervenir directamente en la CNT, una decisión que otros insisten en que no se tomó.
Lo que es cierto es que los delegados concluyeron que debería formarse lo antes posible una Federación Anarquista Ibérica y que propusieron la creación de un Comité de Relaciones para ese propósito en Lisboa. A dicho comité se le encomendó la tarea de convocar un congreso ibérico para dar «forma definitiva» a la federación propuesta.
Puede que el debate fundamental del Congreso de Marsella girase en torno a la cuestión de precipitar la caída del régimen de Primo de Rivera. Emergieron dos principales tendencias totalmente enfrentadas. Una liderada por García Oliver que defendía la colaboración estrecha con todos los otros grupos –partidos políticos y disidentes del ejército– que quisieran combatir la dictadura, con independencia de sus creencias políticas (Oliver y el Comité Revolucionario Nacional colaboraban en esa época con el partido Esquerra Catalana de Francesc Macià). El otro grupo, capitaneado por Manuel Pérez, se oponía a la colaboración argumentando que iba en contra del ideal anarquista. Aunque el segundo grupo se impuso en el Congreso de Marsella, eso no alteró el grado de colaboración entre los anarquistas, la CNT y los partidos enemigos de la dictadura, que perduró hasta la llegada de la República en 1931.
El 3 de enero de 1927 en Lisboa, un congreso de la UAP exigió que los acuerdos del Congreso de Marsella con relación a la fundación de la FAI se aplicasen lo más pronto posible. Para los portugueses, el carácter revolucionario de la organización propuesta nunca estuvo en duda. El tercer punto de la agenda describía una de las principales tareas de la FAI. «la revolución española y la ayuda que los portugueses, además de otros pueblos, podrían darle».[4]
La velocidad a la que la organización peninsular se constituyó indica que evidentemente era una prioridad para los militantes anarquistas. Eso pudo deberse a la decisión de la dictadura en noviembre de 1926 de montar comités de arbitraje con la esperanza de establecer una sociedad corporativa «armoniosa». La función de los comités paritarios era negociar los salarios y las condiciones laborales, y cuando el ministro de trabajo de Primo de Rivera invitó a la socialista UGT a colaborar en el plan, esta organización no dejó escapar la oportunidad «alegando que se obtendrían beneficios materiales inmediatos».[5] La respuesta de Pestaña fue pedir la legalización de la CNT para poder competir con la UGT. Otros miembros de la reorganizada y reestructurada CNT, los del Comité Nacional de la CNT de Mataró de orientación sindicalista, y el Comité Revolucionario Nacional de orientación anarquista, se opusieron firmemente a esa propuesta, provocando disensiones aún más graves entre las bases del sindicato y agrandando la distancia entre sindicalistas y anarquistas.
El 20 de marzo de 1925, al cabo de dos meses de la reunión de Lisboa y de la petición de legalización de Pestaña, un plenario regional de la Federación de Grupos Anarquistas de Cataluña preparó la agenda de la primera conferencia de la FAI. Valencia y el mes de junio fueron el emplazamiento y la fecha elegidos para el acontecimiento. El gran número de turistas que visitaba la ciudad en junio servirían de tapadera para la propuesta reunión clandestina. Se constituyó una Secretaría Nacional provisional para organizar la conferencia fundacional y convocar a todos los grupos interesados. El Comité de Relaciones Anarquistas de Cataluña promulgó un manifiesto. Era lo más próximo a una declaración de los objetivos y principios de la propuesta FAI:
La Federación de Grupos Anarquista de España– a todos:
¿Quiénes somos? Somos los eternos anarquistas. Los eternos rivales del orden burgués y capitalista de ahora y siempre. Los enemigos de la propiedad, la explotación, las leyes, las religiones, el militarismo, la estupidez humana y la injusticia social.
Somos los que siempre parece que estemos tras cada acontecimiento grave y crucial.
Han intentado implicarnos en los delitos más viles, en los crímenes más repugnantes. No negaremos que algunos miserables se han hecho llamar anarquistas, después de perpetrar sus execrables delitos. No obstante, el anarquismo no quiere saber nada de robos ni de asesinatos sistemáticos.
Aunque aceptamos la violencia como una necesidad revolucionaria y justificamos el tiranicidio cuando se trata de una expropiación espontánea, excepcional y ocasional siempre y cuando el individuo ha agotado todos los medios legales existentes y se encuentra frente a la ineludible necesidad de garantizar su derecho a la vida, eso no justifica el robo condenado por la sociedad contemporánea, ni la violencia empleada como un arma en la lucha individual, y mucho menos como instrumento de propaganda.
¿Qué queremos? Lo hemos dicho más de mil veces. Aspiramos al establecimiento de una nueva sociedad en que todos sus miembros puedan tener sus necesidades materiales, morales e intelectuales completamente cubiertas. ‘A cada cual según sus necesidades, de cada cual según su fuerza y sus posibilidades’. Queremos que en esa sociedad no haya jefes, ni gobierno, ni coacción de ningún tipo. Ni esclavos, ni víctimas de sus compañeros. Una sociedad libre de hombres libres.
También progreso ilimitado y perfección infinita, junto a un bienestar cada vez mayor.
Buscamos la emancipación de hombres y mujeres, de ambos sexos, de todas las razas. Buscamos la emancipación completa en el contexto