Nosotros los anarquistas. Stuart ChristieЧитать онлайн книгу.
trabajo en el marco de los parámetros legalmente definidos y fijados por el estado y el capitalismo.
La acusación de que la FAI se había montado para «reunir a un núcleo de ardientes y resueltos revolucionarios que inspirarían y controlarían a todo el movimiento», fue calificada de totalmente falsa por el miembro fundador Progreso Fernández, que opinaba que nunca hubo peligro de que la CNT cayese en la trampa del revisionismo.[3]
El único problema era que se intentaba legalizar a la CNT para competir con la UGT, –y añadía–, tampoco se puede decir que la FAI se crease para preservar la pureza ideológica de la CNT. Por supuesto, es posible que en determinadas regiones como Cataluña, el papel de la FAI fuera concebido así, pero no fue el caso de Valencia.[4]
A pesar de que Fernández afirmara lo contrario, parece ser que hay po cas dudas de que la FAI confiaba en poder revitalizar a la CNT, una estrategia que implicaba combatir el reformismo.
Otro indicador de que la FAI no se fundó para crear una organización homogénea y cohesionada que controlase a la CNT, ni siquiera a sus propios afiliados, se refleja en el hecho de que lo más cercano a una declaración pública de objetivos y principios fue el manifiesto «A todos» publicado por el Comité de Relaciones Anarquistas antes de su fundación formal. La coordinación de la oposición a la dictadura y la creación de un foco de difusión de propaganda anarquista eran cuestiones que obviamente había que discutir, pero los diferentes grupos de cada región tenían libertad para luchar por sus prioridades del modo que considerasen más adecuado a sus capacidades.
En opinión de Progreso Fernández, los objetivos de la FAI eran:
Combatir la dictadura, siempre que fuera posible. Sin perder de vista el futuro inmediato y lejano, usar la propaganda para propagar el anarquismo –a través de los periódicos y de las escuelas racionalistas. Defendimos un movimiento sindical de inclinaciones anarquistas, lo que ahora se conoce como anarcosindicalismo. Pensábamos que el colaboracionismo de clase había fracasado: lo que debíamos hacer era trabajar por la unidad anarquista.[5]
Las actas de la Conferencia de Valencia muestran con claridad que la principal preocupación de la mayoría de los delegados era garantizar que los principios libertarios fijados en el Congreso de Saint Imier en 1872 predominaban como referentes del sindicalismo español. Esa visión del papel de los sindicatos estaba totalmente reñida con el concepto gradualista de mejorar los valores de la clase obrera y las condiciones laborales mediante la armonía de las clases sociales:
Habiendo comprendido que la armonía entre las clases es imposible, y que el sindicalismo, al buscarla, ha fracasado, debemos procurar la unidad anarquista. La organización sindical no sólo ha de beneficiar a la clase obrera, debe trabajar por su emancipación. Puesto que eso sólo es posible en la acracia, debería hacerse mediante el anarquismo. La organización de la clase obrera debería volver a lo que era antes de la disolución de la FRE.[6]
Gran parte de la primera sesión de la Conferencia de Valencia consistió en determinar qué grupos reunían los requisitos para afiliarse a la FAI. ¿Podrían afiliarse, por ejemplo, grupos de intereses especiales como los naturistas, los vegetarianos, los esperantistas, etc.? El consenso fue que lo único que podía exigirse a cualquier grupo que desease entrar en la FAI era el compromiso de buscar la unidad de acción con los otros grupos en la lucha por la liberación social.
En cuanto al papel de los anarquistas en su simbiótica relación con la CNT, los delegados acordaron por unanimidad la necesidad de revitalizar al sindicato, paralizado como organismo nacional en 1924 por una decisión algo arbitraria del Comité Nacional, y de ratificar al anarquismo como fuente de inspiración y organización de la Confederación.
Según José Llop, uno de los delegados de la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España en la reunión de Valencia, la única función de la FAI, al menos para él, era garantizar la presencia anarquista en los sindicatos.
En la conferencia, los grupos se organizaron de modo que los problemas sindicales se abordaron fusionando los diferentes puntos de vista de los anarquistas que también eran miembros de la organización sindical, de las cooperativas, etc. La cuestión sindical predominaba en las actividades de los grupos. Es decir, que el grupo se formó con el único propósito de estar activo en las filas sindicalistas.[7]
¿Cómo habían de garantizar los anarquistas el contenido anarquista de la CNT si era una organización autónoma y soberana? Los delegados de la FAI, definidos por Progreso Fernández como «militantes de la CNT de la clase obrera», que habían preservado el sindicato durante sus años de clandestinidad, resolvieron el peliagudo problema de cómo esquivar a los reformistas, o potencialmente reformistas, comités nacionales y regionales, y a la vez garantizar la autonomía de ambos organismos. La solución fue la creación de un lazo orgánico, o «ensamblaje» mediante comités conjuntos de la CNT y FAI de Ayuda y Defensa de los Presos a nivel de federación local. Esos comités locales habían de dar a los militantes anarquistas voz e influencia en la Confederación, en los ámbitos revolucionarios de la solidaridad y la acción directa.
Esa relación especial entre los específicamente anarquistas y las organizaciones sindicales fue conocida como la trabazón. Su objetivo era defender el compromiso de la CNT con la solidaridad y la acción directa, protegiendo así al sindicato de la manipulación por parte del comunismo de Estado y de las influencias colaboracionistas. Eso daría lugar a mucha polémica y malestar entre los reformistas y gradualistas de la CNT.
[1] Broué y Temime: The Revolution and the Civil War in Spain, Londres, 1971, p. 57; James Joll: The Anarchists, Londres, 1979, p. 245; Frank Jellinek: The Civil War in Spain, Londres, 1938, pp. 92-93; Gabriel Jackson: The Spanish Republic and the Civil War 19311939; Princeton, 1965, p. 20; Raymond Carr: The Spanish Tragedy, Londres, 1977, p. 15; George Woodcock: Anarchism, Londres. 1963, p. 358; Franz Borkenau: The Spanish Cockpit, Londres, 1937, p. 37; Hugh Thomas: The Spanish Civil War, Londres, 1977, p. 68; Arthur H. Landis: Spain, The Unfinished Revolution, Nueva York, 1972, p. 26; Gerald Brenan: The Spanish Labyrinth, Cambridge, 1976, p. 184; César M. Lorenzo: Les Anarchistes Espagnoles et le Pouvoir, París, 1969, pp. 66-68; Felix Morrow: Revolution and Counter-Revolution in Spain, Nueva York, 1974, p. 100.
[2] Brenan, op. cit., p. 184.
[3] Joll, op. cit., p. 245.
[4] Ronald Fraser: Blood of Spain, Londres, 1979, p. 548.
[5] Progreso Fernández: «Anarquismo en el mundo», Bicicleta, núm. 11, Barcelona, 1977.
[6] José Llop: El movimiento libertario español, París, 1974, p. 287.
[7] Ibíd., p. 290.
VI. ¿SOCIEDAD SECRETA, ELITE REVOLUCIONARIA?
A menudo, historiadores marxistas y liberales han declarado que la FAI era una organización secreta y elitista. Pero en realidad, la FAI jamás fue una organización secreta, y sus militantes nunca actuaron de manera encubierta en relación con la CNT, ni intentaron ocultar su afiliación a los no afiliados. Sin duda, en las condiciones impuestas por la dictadura o en los periodos de represión, la