Ofrezco respeto, recibo respeto. Sura HartЧитать онлайн книгу.
ese punto la situación puede derivar fácilmente a insultos, críticas, culpabilización, discusiones y peleas. Más tarde, al intentar arreglar las cosas, a menudo se recurre a cesiones, negociaciones y regateos, mediante los cuales raramente se satisfacen plenamente las necesidades de nadie.
Explore por su cuenta
¿Qué significa para usted la palabra cooperar?
¿Alguna vez ha dicho a su hijo o hija algo parecido a: Tu habitación está hecha un desastre; quiero que la limpies antes de irte a jugar? Seguramente luego se preguntó por qué no le había obedecido enseguida y sin perder la sonrisa. Usted tomó una decisión unilateral y esperaba de su hija o hijo que obedeciera y cumpliera con sus expectativas en cuanto al momento de limpiar y los estándares de limpieza. Porque, al fin y al cabo, ¡yo soy la madre! (o el padre). Esta actitud, sin embargo, no toma en consideración el punto de vista de su hija o hijo. Cuando no toma en consideración los pensamientos, sentimientos y necesidades de sus hijos e hijas ni las posibles soluciones que pueden aportar para terminar con la habitación limpia, corre el riesgo de perder su respeto y buena voluntad. Esas quejas y resistencias son consecuencias naturales de su decisión de actuar sin tener en cuenta la opinión de sus hijas o hijos.
El prefijo co- de cooperación significa conjuntamente, como en co-creación y co-autora. Oper quiere decir trabajar, de modo que cooperar significa trabajar conjuntamente. La verdadera cooperación no es algo que se pueda imponer. Cuando no se trabaja conjuntamente en el funcionamiento de un hogar –con acuerdos mutuos sobre las reglas que afectan a la vida de los niños y las niñas y recurriendo a la resolución conjunta de problemas y a la toma conjunta de decisiones– cabe esperar las siguientes consecuencias: resistencias, discusiones, sentimientos heridos, luchas para imponer la propia voluntad y dependencia de los castigos y las recompensas. Una ley fundamental de las relaciones humanas es: si no hay coen el funcionamiento del hogar, se genera resistencia, que a su vez conduce al uso de castigos y recompensas para forzar a la otra persona a obedecer, lo que a su vez provoca todavía más resistencia, y así sucesivamente. Las madres y los padres que eliminan el co- del funcionamiento de sus hogares están destinados a cosechar las consecuencias de dicha omisión. Si no está trabajando de manera conjunta con sus hijas e hijos, ellas y ellos no van a querer trabajar con usted.
Una joven compartió la siguiente historia con nosotras: su padre solía obligarla a limpiar su habitación según unas especificaciones muy estrictas; llegaba incluso a levantar el borde de la alfombra para revisar si había limpiado por debajo y, si encontraba unas migas sin barrer, la castigaba. Cuanto más insistía él en que ella hiciera las cosas así, más crecía la hostilidad y la resistencia de ella. La hija limpiaba la habitación porque tenía miedo de su padre y temía lo que le podría suceder si no lo hacía. La limpiaba con rencor en lugar de hacerlo movida por el deseo de cooperar y contribuir al buen funcionamiento del hogar.
Juntas, las personas podemos ser más sabias de lo que cualquiera sería sola.Necesitamos saber cómo hacer que esa sabiduría fluya.
Tom Atlee
¿Hasta qué punto podría haber sido diferente esta situación si ella y su padre hubieran acordado los estándares de limpieza juntos, si ella hubiera sido incluida a la hora de juzgar si la habitación estaba limpia o no?
Explore por su cuenta
¿De qué manera podría estar olvidando el code cooperación en el funcionamiento de su hogar?
Si está omitiendo el co- en su manera de hacer, ¿cuáles son las consecuencias de sus acciones?
Escriba al menos una cosa que podría hacer para contribuir a que aumente la cooperación en su hogar.
La cooperación es una técnica de supervivencia
La cooperación es un objetivo para madres y padres; se trata de algo que desean que esté más presente, más a menudo. También es una competencia que hay que desarrollar. A fin de sobrevivir y prosperar, todas las especies de este planeta tienen que adquirir esa habilidad. Nuestra capacidad de sobrevivir como seres humanos y de prosperar en una sociedad global cada vez más interconectada pasa por aprender y poner en practica los matices de la cooperación.
Los seres humanos han estado funcionando de un modo fieramente competitivo durante más de diez mil años2, ejerciendo poder los unos sobre los otros para obtener privilegios tribales, nacionales o personales. El desequilibrio de poder, la no consideración de las necesidades básicas de millones de personas, así como las de especies no humanas y de la propia Tierra, han tenido como resultado conflictos inacabables, guerras y devastación. Hay muchos indicadores económicos, sociales y ecológicos de que la forma en que nuestra especie ha estado funcionando es insostenible, de modo que se hace necesaria una nueva manera de cooperar o compartir el poder. Cuando madres y padres fomentan la cooperación en sus familias, se convierten en modelos de cambio para sus hijos e hijas, otras familias y otros miembros de la comunidad, además de tomar parte activa en la creación de un cambio evolutivo hacia la paz y la sostenibilidad global.
La cooperación: una habilidad para la supervivencia
Según la bióloga evolutiva Elisabet Sahtouris, la cooperación es el único camino hacia la sostenibilidad. Los ecosistemas maduros, como las praderas y los bosques pluviales, evolucionan cuando hay más cooperación que competición hostil. El enormemente complejo ecosistema del bosque pluvial es un ejemplo particularmente gráfico de un sistema maduro que ha sobrevivido a lo largo de millones de años porque susespecies han aprendido a cooperar las unas con las otras. En el bosque pluvial, “toda especie está plenamente implicada, todas trabajan de forma cooperativa mientras reciclan todos sus recursos, y todos los productos y servicios se distribuyen de manera que todas las especies se mantengan sanas. Eso es sostenibilidad3”.
Las personas que viven en granjas familiares o pequeñas comunidades no necesitan que se les recuerde la necesidad de cooperar. La construcción colectiva de graneros, las comidas en las que cada cual aporta algo y las cosechas comunitarias han sido la norma durante cientos de años. Sin embargo, las personas que vivimos en unidades familiares más aisladas corremos el riesgo de olvidar que todas pisamos el terreno de la interconexión. Podemos olvidarlo, claro, mientras las cosas fluyen, hasta que sucede algo que afecta al conjunto. Cuando una gran empresa cierra en una comunidad, todo el mundo siente el impacto económico, social y personal del cierre. En 2004, cuando un desprendimiento de tierras en una montaña enterró varios hogares en la aldea de La Conchita (California), las personas de los pueblos vecinos sintieron el impacto y se implicaron, organizándose para apoyar a las familias que perdieron sus hogares y a sus seres queridos. Y un año después, cuando los huracanes Katrina y Rita provocaron inundaciones que destruyeron miles de vidas en Nueva Orleans y otras ciudades y pueblos del sur de los Estados Unidos, todo el país vibró como una red interconectada de dolor y preocupaciones personales, sociales, económicas y ambientales.
Cuando el flujo de la vida comunitaria se interrumpe a causa de crisis naturales o debidas a la acción humana –y la supervivencia se ve claramente comprometida– algo se mueve en nuestro interior, y nos hacemos conscientes de la base de interconexión sobre la que nos sustentamos como comunidad y como especie. Este reconocimiento de nuestra interdependencia –de que todos formamos parte de una gran red de vida, y de que nuestro bienestar está íntimamente ligado al bienestar de las demás personas– nos muestra por qué la cooperación es una habilidad que es importante desarrollar, no solo en aras de la armonía del hogar, sino también por nuestra supervivencia como familia humana.
Las familias son nudos esenciales en nuestra red de interdependencia, y el impacto de las relaciones que se dan en su familia lo sentirán varias generaciones más a través de las vidas de sus hijos e hijas, nietas y nietos. Su forma de abordar la crianza no solo afectará a su familia, sino también a las vidas de cientos y tal vez miles de personas que estarán presentes