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Nuestro grupo podría ser tu vida. Michael AzerradЧитать онлайн книгу.

Nuestro grupo podría ser tu vida - Michael  Azerrad


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en otoño de 1982 hicieron de teloneros de los Ramones en el Hollywood Palladium, Black Flag tuvo problemas de sonido, pero tal y como escribió un crítico: «a pesar de todo, Rollins sacó adelante el concierto con su carácter profundamente amenazador. Semejante exhibición, espantosa e intimidante, de agresividad y frustración rockera difícilmente se puede considerar hermosa. Pero como en un accidente de coche a toda velocidad, no podías apartar los ojos, ni los oídos, de ellos». Otro escritor apuntó que Rollins era «una mezcla de Jim Morrison y Ted Nugent. No es extraño que los chicos se lo quieran comer». Un contingente de la policía de Los Ángeles más grande de lo habitual custodió el local, bloqueando algunas calles cercanas, mientras algunos helicópteros sobrevolaban la zona. El concierto transcurrió sin incidentes.

      Los medios, desde los más pequeños fanzines locales hasta Los Angeles Times, hicieron su agosto con la notoriedad del grupo. Una revista de skate afirmó que el grupo había «generado explosivos disturbios en numerosos conciertos», lo cual era una exageración, aunque un concierto en el Polish Hall de Hollywood acabó en un lanzamiento masivo de botellas y sillas que costó cuatro mil dólares en daños materiales, además de una detención y dos polis heridos.

      Gerard Cosloy, entrevistador de Boston Rock, preguntó por qué no intentaban detener la violencia en sus conciertos. Dukowski respondió con un resumen sucinto del principio anárquico del punk. «¿Tenemos derecho a comportarnos como líderes, a decirle a la gente lo que debe hacer?», replicó Dukowski. «La solución fácil no es ninguna solución, es el puto problema. Es demasiado fácil tener a alguien que te diga qué debes hacer. Es más difícil tomar tus propias decisiones. Tenemos cierta confianza en la gente que nos viene a ver.»

      «Con entrevistas como esta», añadió Ginn, «quizá consigamos transmitir a la gente qué defendemos, que estamos en contra de que peguen a la gente, que estamos en contra de menospreciar a alguien simplemente porque lleva el pelo más largo. Hemos hecho nuestra declaración de principios, pero no impediremos que la gente escuche otras cosas, que vista de forma diferente, o que haga lo que quiera. No somos policías.»

      A pesar de todo, alguien que se pareciera remotamente a un hippie tenía muchas posibilidades de llevarse una paliza en un concierto de Black Flag. Quizá ese fuera uno de los motivos por los que Ginn empezó a dejarse crecer el pelo tras Damaged, con Rollins y el resto del grupo copiándole poco después; era una manera más de ridiculizar a su público cada vez más conformista. «Siempre intentamos hacer una declaración de principios en el sentido de que no importa cómo vayas», explicó Ginn. «Sino cómo sientes y cómo piensas.»

      Damaged tuvo un impacto bastante grande en Europa e Inglaterra, sobre todo en la prensa, que quedó fascinada al descubrir que realmente había una escena punk rock radical desarrollándose en las comunidades playeras del sur de California, a las que hasta entonces habían considerado como una idílica tierra prometida; el último lugar, aparentemente, en que los chavales mandarían a la mierda a la sociedad.

      —Y eso hizo que algunos pensaran: «Bueno, ¿es esto legítimo?» —explica Ginn—. Está ese elemento de: «Esto está mal, viniendo de ese lugar. Gente así debería proceder de Birmingham, Inglaterra. Vosotros, chicos, lo tenéis bien». Pero cuando te rodean fans de Genesis, no sé cuán idílica es la situación. Cuando te rodea tanto materialismo y buscas algo más profundo, no es un entorno ideal.

      La gira que realizaron en Reino Unido en 1981 fue una pesadilla: hacía un frío glacial, sufrían frecuentes ataques por parte de skinheads y grupos punk ingleses rivales, y era normal que se derramara sangre sobre el escenario. En un concierto, Ginn sangró abundantemente después de que alguien le tirara una bala a la cabeza; cayó del escenario tambaleándose, no sin antes haber lanzado cabreado una silla al público. Incluso perdieron el primer avión de vuelta a casa.

      Cuando salió Damaged, el grupo realizó una gira desde principios de mayo hasta mediados de septiembre de 1982, un largo y penoso viaje. Sin embargo, su meteórica progresión estaba a punto de sufrir un parón repentino.

      SST había estado vendiendo sus ediciones a pequeños distribuidores con una lista de precios intencionadamente bajos. Pero como los distribuidores solían vender discos de importación, sus copias generalmente acababan en tiendas especializadas, incomprensiblemente metidas en la sección de importación y con precios carísimos, propios de discos de importación. Al ser un grupo de punk rock de un sello independiente, Black Flag jamás figuraba en las secciones de rock de las tiendas de discos normales, colocado alfabéticamente entre Bad Company y Black Sabbath, lugar que Ginn creía que les correspondía. Así que decidió llevar el siguiente disco de Black Flag a un distribuidor convencional. Muchos distribuidores independientes más grandes ni siquiera devolvieron las llamadas de SST, pero sí que lo hizo una de las grandes compañías, MCA.

      Como parte del contrato, Ginn aceptó coeditar el disco de Black Flag con Unicorn, un pequeño sello distribuido por MCA. Pero en 1982, justo cuando el disco estaba a punto de llegar a las tiendas con el logotipo de MCA en la carátula, alguien de Rolling Stone habló presuntamente mal de Black Flag al director de distribución de MCA, Al Bergamo. De repente, Bergamo anunció que sería «inmoral» editar Damaged, asegurando que el disco tenía un contenido inapropiado, más allá del límite del buen gusto. «Ciertamente, no sonaba como Bob Dylan o Simon y Garfunkel, ni tampoco lo hacían las cosas que intentaban decir», añadió.

      Black Flag aseguró que habían advertido a MCA del contenido del disco, pero que MCA, convencido de que el grupo vendería muchos discos, miró hacia otro lado. En su libro Rock and the Pop Narcotic, Joe Carducci, que empezó a controlar las ventas, la promoción y el márketing de STT en 1981, aseguró que aquella reprobación del contenido por parte de MCA era una maniobra de distracción: el auténtico motivo era que Unicorn estaba tan endeudado con MCA que, para MCA, continuar aquella relación no tenía ningún sentido desde un punto de vista económico. Las letras con «contenido inapropiado» de Black Flag solo fueron una excusa para cortar los vínculos con Unicorn.

      Así pues, el grupo fue al centro de prensado y puso pegatinas con la mención de Bergamo «contenido inapropiado» sobre el logotipo de MCA en veinte mil copias del disco. Posteriormente, se desencadenó un embrollo de pleitos cuando SST afirmó que Unicorn no había pagado los derechos de autor y los gastos del álbum a SST.

      Unicorn contraatacó con una demanda y consiguió un requerimiento judicial que impedía a Black Flag editar cualquier otra grabación hasta que se resolviera ese asunto. Cuando SST lanzó la recopilación retrospectiva de material inédito de Black Flag, titulada Everything Went Black, sin los créditos del grupo en ella, Unicorn llevó a SST a juicio en julio de 1983 y describió al grupo como, en palabras de Ginn, «una especie de amenaza para la sociedad». El juez sentenció que Ginn y Dukowski, copropietarios de SST, habían violado el requerimiento y los envió a ambos a la cárcel del condado de Los Ángeles durante cinco días por desacato a un emplazamiento judicial.

      Tras su liberación, Ginn se mostró como siempre escéptico.

      —Ni siquiera habló de ello —explica Rollins—. Simplemente, dijo: «El ensayo es a las siete». No habló de ello. No bromeó, no dijo ni una palabra. No tengo la menor idea de cómo debió de ser para Greg Ginn ir a la cárcel. No dijo nada, salvo que subió al autobús para ir a la cárcel, que tenía un bocadillo o algo parecido para comer en el bolsillo delantero y que un tipo estiró el brazo por encima del asiento para quitárselo.

      Ginn sigue sin contar demasiado acerca de su experiencia en la cárcel por deferencia a la gente que ha pasado mucho más tiempo que él en cárceles mucho peores.

      —No es algo que recomendaría —es todo lo que dice—. Es muy degradante. Y recomendaría a cualquiera que hiciese lo posible por mantenerse alejado de allí.

      Finalmente, Unicorn quebró a fines de 1983 y Black Flag pudo volver a grabar discos.

      Pero aquella dura experiencia había tenido graves consecuencias para Black Flag. Damaged se había descatalogado y toda esa batalla legal había reducido drásticamente las posibilidades de salir de gira, un golpe bajo para la popularidad del grupo, por no hablar de sus ingresos.


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