Del sacrificio a la derrota. Nicolás BuckleyЧитать онлайн книгу.
de finales del siglo XX? Como hemos visto en la sección de violencia política, los estudios sobre terrorismo no han tenido tradicionalmente una aproximación holística. Sin embargo, no hay duda de la intención política en intentar asesinar al rey y la importancia de intentar comprender este fenómeno desde varios ángulos. En este sentido, la historia de vida de Sertucha retrata las motivaciones políticas de un activista vasco en un contexto neoliberal en los noventa donde casi todas las esferas de la vida humana quedan sujetas a relaciones mercantiles. Mi investigación revela que, al final del siglo XX, comunidades como la vasca, después de experimentar durante décadas la represión por parte de las fuerzas de seguridad, aún tienen individuos como Sertucha dispuestos a ejercer la lucha armada con fines políticos. En este sentido, mi investigación tiene el objetivo de analizar el proceso económico neoliberal que empezó con la crisis del petróleo en 1973, contribuyendo a precipitar la caída del régimen de Franco e iniciando un «no retorno» con el comienzo de la gran recesión en 2008 y sus efectos en la composición social de ETA y de la Izquierda Abertzale. Entendemos el neoliberalismo no solamente como un sistema que se reduce a las relaciones económicas entre individuos, sino que, para su implementación en la sociedad, necesita una serie de mecanismos culturales y políticos. Siguiendo esta línea, el «Régimen del 78» no solo no ha existido sin el neoliberalismo, sino que es una expresión cultural y política de él. Para entender mejor el «Régimen del 78» a través de las subjetividades de los militantes de ETA, mi investigación analiza la realidad material de españoles y vascos en los años finales de la transición a la democracia.
Acercándonos a la Izquierda Abertzale desde sus representaciones más icónicas, el último capítulo de este libro trata específicamente de abordar a los presos políticos vascos que representan simbólicamente los valores fundamentales para esta comunidad, como son el sacrificio o la lealtad. Fuentes primarias, como documentos de la asociación de presos vascos Etxerat, nos muestran cientos de testimonios de torturas de la policía sobre activistas vascos, y nos ayudan a entender que la Izquierda Abertzale tiene a la tortura como la principal fuente de dolor y que esta es, por lo tanto, la principal conexión emocional entre esta comunidad y el Estado español[76]. Los cuatro narradores nos ayudan a comprender desde su vida cotidiana en la cárcel su lucha contra el Estado. La comunidad de presos es posiblemente el último bastión tanto emocional como material donde ETA aún tiene una base social importante en el siglo XXI. El desafío como historiador oral que me encuentro en este último capítulo es cómo entender una realidad tan ajena a mi persona, como estudiante de clase media que lleva una vida «estándar». Esta distancia entre mi persona y el testimonio del narrador representa simbólicamente la distancia entre la comunidad radical vasca, que en el siglo XXI sigue teniendo cientos de presos en las cárceles, y la realidad social en que viven el resto de los españoles.
Ciertamente, omitiendo las historias de vida de los militantes de ETA, la literatura sobre el conflicto vasco es un reflejo de esta distancia. De hecho solo podemos acercarnos a las historias de vida de los militantes de ETA en prisión desde la información que colectivos de presos nos facilitan. En mi opinión, la historiografía sobre ETA se ha enfocado demasiado en el corpus ideológico de ETA (simpatizando o en la mayoría de las veces criticándolo) y se ha olvidado de las subjetividades personales de sus militantes.
Entre estos cuatro narradores que nos hablan de su vida en la cárcel, se encuentra Anitz Eskisabel, la única mujer y la persona más joven de toda la investigación. Anitz representa la última generación de vascos dispuesta a comprometerse (o por lo menos a simpatizar) con la lucha armada. A la vez, su identidad como mujer nos ayuda a tener una aproximación de género a ETA. Durante la entrevista, Anitz se infravaloraba constantemente, y muchas veces hablaba de su papel en la lucha política de una manera secundaria. Esto contrasta si la comparamos con el resto de narradores (varones) que participaron en este estudio y que rechazaron aparecer anónimos, ya que querían que sus nombres acompañaran su historia. Anitz, por el contrario, fue la narradora que más me costó convencer para que participara en esta investigación. El hecho de que normalmente los narradores que aparecen en estudios de terrorismo permanecen anónimos, como en el caso del estudio de Carrie Hamilton sobre las mujeres en ETA, obedece al hecho de que la organización terrorista sigue activa en el momento de la investigación. Aunque ETA declaró el alto el fuego en 2011, durante los años en que realicé las entrevistas (2014 y 2015), esta organización, aunque desactivada, seguía existiendo y, como tal, seguía siendo una amenaza para el Estado. Sin embargo, en 2011 ETA dejó de representar (simbólicamente) el presente, y pasó a ser parte del pasado, al ser una organización armada que no practicaba ya la violencia. Esta nueva realidad social facilitó que durante los años en los que realicé las entrevistas los narradores no tuvieran (tanto) miedo de futuras represalias por el hecho de participar en esta investigación. Las siete entrevistas y sus correspondientes identidades personales representan el recorrido histórico de ETA. En las siguientes páginas concretaremos cómo este recorrido se transforma en historia.
Haciendo historia
La proximidad entre el investigador y su objeto de estudio es uno de los aspectos más controvertidos dentro de los estudios sobre terrorismo. Como se ha mencionado previamente, estar demasiado cerca de un terrorista puede dar la sensación de simpatizar con su causa y, por lo tanto, generar la impresión de que el análisis final resulte no ser objetivo (algo parecido a sufrir síndrome de Estocolmo). De hecho, si consideramos los ya reconocidos trabajos de Eva Forest e Iker Casanova, y tenemos en cuenta que los dos son personas que simpatizan con la Izquierda Abertzale, esta teoría podría resultar ser cierta. Como hemos visto, Eva Forest entrevistó a los militantes de ETA que asesinaron a Carrero Blanco, e Iker Casanova escribió la biografía de uno de los líderes más carismáticos en la historia de la organización, Argala. Ambos autores son considerados activistas políticos de la Izquierda Abertzale[77]. El hecho de que su trabajo apele directamente a las emociones de los militantes de ETA es precisamente el núcleo (desde mi punto de vista) de la controversia. ¿Podemos analizar las vidas cotidianas de los militantes de ETA sin ser influenciados (en el sentido de tener que tomar una posición política) por sus narrativas políticas? El resultado de mi investigación revela un proceso de inmersión dentro de las narrativas de los militantes de ETA, contrastándolas con mi propia narrativa sobre el conflicto vasco. Por consiguiente, mi contribución a la historiografía del conflicto vasco es tratar de entenderlo desde la profundidad que nos da la historia social y tratar a su vez de explorar el universo emocional de siete militantes de ETA desde el nivel de la comunidad.
El mundo de ETA, como el de cualquier otro grupo insurgente armado, es un mundo cerrado y acostumbrado a la falta de comprensión desde el mundo exterior. Los testimonios de los militantes de ETA me habían proveído de mucho contenido para la investigación. Sin embargo, teniendo en cuenta el mundo cerrado de la Izquierda Abertzale, mi investigación debía basarse en otras fuentes primarias como los documentos internos de ETA Zuzen o Zutabe, para entender mejor la estructura de la organización y de las direrentes narrativas de la Izquierda Abertzale[78]. La ideología de ETA podía ser encontrada fácilmente en los discursos y sus símbolos. Sin embargo, en los Zuzen o los Zutabe esta ideología no nos mostraba simplemente qué pensaba ETA sobre determinados temas políticos. ETA y la Izquierda Abertzale aparecían en los Zuzen y los Zutabe mostrando cómo vivían el mundo y, a la vez, cómo el mundo les interpelaba. Mi motivación de investigar sobre estos documentos internos no consistía en extraer una información específica. En ellos pude constatar dos temas que aparecían una y otra vez en casi todos los números de Zuzen y Zutabe. El primer tema, que aparecía de una forma velada, era la violencia. En estos documentos ETA miraba al mundo como un terreno hostil, desde la ideología marxista (lucha de clases) y desde el nacionalismo vasco, entendiendo al Estado español como algo externo a los vascos. La violencia solo era causa y consecuencia del segundo concepto semántico que también aparecía, está vez de una forma explícita, de una forma constante, el «Régimen del 78». En el siglo XXI, este concepto se ha hecho popular entre académicos y forma parte de la vida política española gracias en parte al surgimiento en 2014 del partido político Podemos. Este hecho nos hacer ver que la