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El mundo prodigioso de los ángeles. Susana RodriguezЧитать онлайн книгу.

El mundo prodigioso de los ángeles - Susana Rodriguez


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narración de la Biblia, pues tanto por la mañana como por la noche estas aves llegaban al desierto para mostrar su apoyo al profeta Elías.

      Según los pieles rojas, también son cuervos los pájaros que intervienen, junto a las águilas, para ayudar, curar y llevar los mensajes divinos. De todos modos, los indios americanos hablan también sobre apariciones angelicales bajo formas humanas.

      El jefe piel roja Alce Negro nos explica lo que le sucedió: «Estaba mirando las nubes y vi dos hombres que descendían de cabeza, como flechas apuntando hacia abajo; mientras descendían entonaban un canto sagrado, al que acompañaban los truenos como tambores. Ahora os lo cantaré. Tanto los tambores como el canto decían: “Escucha, una voz sagrada te está llamando; por todo el cielo te llama la voz sagrada”».

      Intentemos ahora entender cuáles son la naturaleza y las características de nuestra relación con los ángeles. Para empezar, parece como si su presencia no fuera una opción, es decir, algo no necesario y de lo que se puede prescindir cuando se desee.

      De vuelta a nuestro siglo nos encontramos con el gran sabio, literato y filósofo de la India Rabindranath Tagore, que dice lo siguiente: «Creo que somos libres, dentro de ciertos límites, y hasta estoy convencido de que existe una mano invisible, un ángel que nos guía, que de alguna manera, como una hélice sumergida, nos empuja hacia delante».

      El psicoanalista Carl Gustav Jung afirma en su autobiografía que, a partir de la experiencia acumulada a través del examen de millares de pacientes, más de un noventa por ciento de las dolencias psicológicas se pueden imputar a carencias espirituales.

      No es una verdad absoluta que los bienes materiales, la riqueza y el éxito colmen la existencia humana. Para ser verdaderamente feliz el hombre necesita algo más, el pan del espíritu. Lo dice también Jesús: «Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia; y todas las demás cosas se os darán por añadidura» (Mateo 6, 33).

      Actualmente la ciencia nos enseña que fenómenos como la creatividad, la intuición, la inspiración, la iluminación, el éxtasis y la expansión de la conciencia forman parte integrante de la naturaleza humana y deben estudiarse como tales.

      La consecuencia de todo lo anterior es que el hombre, sobrepasando los límites tradicionales, adquiere el conocimiento de formar parte de un todo, que se expresa no sólo con la materia, sino también con la energía y con el espíritu.

      Albert Einstein afirma que: «Cada ser humano forma parte de un conjunto llamado universo. Cada uno experimenta sus propios pensamientos y sentimientos como algo separado del resto, como una especie de ilusión óptica de la conciencia, pero que acaba convirtiéndose en una prisión. Nuestra misión consiste en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestro círculo de comprensión y conocimiento hasta incluir a todas las criaturas vivientes y a la totalidad de la naturaleza en todo su esplendor».

      Esta idea es la misma del holismo (del griego holos, «el todo, el conjunto»), una antigua doctrina que el hombre contemporáneo está redescubriendo tras superar muchas dificultades.

      Esta concepción surge de la constatación de que el pensamiento racional de Occidente ha desarrollado, sobre todo a partir del siglo XVIII, una metodología que separa para alcanzar el conocimiento; por ello sólo conoce de manera parcial y fragmentaria lo existente.

      El cambio cultural de nuestro siglo, iniciado por la física cuántica y por el descubrimiento de Einstein del principio de la relatividad, ha invertido la situación precedente, proyectando la idea de una realidad universal como un sistema integrado y armónico, donde cada individuo constituye una parte indispensable de un todo y la humanidad es un único cuerpo viviente compuesto por millones de células, tantas como seres humanos existen.

      Esto ha dado paso a una nueva toma de conciencia y ha puesto en marcha la búsqueda de una visión global del hombre, del ambiente en el que vive y del universo entero, en el que se valora la potencialidad de cada individuo y las expresiones particulares y originales de cada una de las distintas culturas; en esto consiste el holismo.

      Nuestra era ofrece nuevas perspectivas para que el hombre se reconcilie consigo mismo, con los otros seres vivos, con todas las entidades – animadas o inanimadas, materiales y espirituales– que le rodean, porque la existencia es sólo una.

      De vuelta a los ángeles, hemos visto que se trata de mensajeros de la divinidad y que su principal trabajo es abrir una vía para el diálogo con Dios y mostrar al individuo, siempre respetando su libertad, el camino que le conduce hasta Él. Por otro lado, también es el custodio del hombre, al que sigue paso a paso en su existencia, sobre todo proporcionándole protección ante las adversidades.

      Muchas personas sostienen que la verdadera función de los ángeles, más que de protección en las pequeñas y grandes dificultades de la vida, debería ser iluminativa. Es decir, el ángel tendría que representar para el hombre un guía espiritual, que lo dirigiera en lo moral y lo ayudara en su evolución hacia el descubrimiento y la realización de sí mismo, en una larga espiral de perfeccionamiento progresivo.

      Los hombres y los ángeles están divididos, pero unidos al mismo tiempo; viven en mundos paralelos, pero complementarios; de hecho, estos seres de luz que nos parecen tan lejanos están en realidad muy cerca de nosotros.

      ¿Los ángeles están lejos de algunas personas?

      Cada individuo – creyente o ateo, bueno o malo– va siempre acompañado de una entidad invisible, de naturaleza espiritual, dotada de una inteligencia excepcional y de unos poderes extraordinarios, puesto que lleva consigo una parte de la energía divina que anima la creación y que pone a disposición de su protegido.

      El encuentro con el ángel es una experiencia real, común a un gran número de personas y recogida y estudiada por muchos investigadores; se trata de algo real, porque en todos los casos provoca como consecuencia un cambio radical en la existencia de las personas. Poco importa si, al menos de momento, esta experiencia no puede «explicarse» mediante los parámetros de la ciencia tradicional y positivista.

      Conseguir establecer una relación con el propio ángel es sumamente gratificante, puesto que se trata de encontrar una potencia celestial que nos pertenece, guía y ayuda en nuestra dimensión individual. En cierta manera, se trata de algo más directo, íntimo y personal de lo que pueda llegar a ser la misma relación con Dios como entidad soberana e infinita que nos pertenece a todos. El encuentro con el ángel es una experiencia totalmente privada; en efecto, sobre todo al principio, nos encontramos con una especie de reserva a compartir estas experiencias con los demás, pues se presupone que estas vivencias no son creíbles y se corre el peligro de hacer el papel del visionario o, peor todavía, el del impostor.

      Queda por añadir que si bien la fe en Dios ya no extraña a nadie, ni siquiera a un ateo, expresar la fe en los ángeles puede provocar fácilmente un malentendido, ya que, al presentarnos a los ojos de los demás como ingenuos y supersticiosos, este hecho puede devaluar nuestra imagen social.

      Tomás Kemeny puntualiza de forma muy acertada cuáles son las consideraciones que el hombre debe tener con los ángeles y cuáles deben ser las expectativas correctas: «Los ángeles no actúan de socorristas en un puesto de primeros auxilios, de enfermeras de la Cruz Roja, de psicoanalistas o de sustitutos ocasionales de un presentador de televisión. Los ángeles no forman parte del mundo útil, sino del lujo del espíritu». Se trata de una forma ocurrente de decir que para referirnos a ellos es necesario mantener un profundo respeto, de la misma forma que se precisa discernimiento y sobriedad en el momento de presentarles nuestras demandas.

      Puede suceder que el ángel esté ausente cuando deseemos verlo y lo invoquemos y que, en cambio, aparezca cuando no se le esté buscando y no se piense en él. A veces puede ocurrir que se perciba de forma muy clara la presencia de entidades espirituales que nos cuidan.

      Hay momentos en que los ángeles se comunican continuamente y usan manifestaciones y señales que se recogen e interpretan. En algunos casos puede plantearse la duda de si las señales que se reciben no son más que fenómenos casuales. Es precisamente en estas situaciones cuando pueden recibirse nuevas señales tan impresionantes que no sólo no pueden ser ignoradas, sino que, además, provocan una gran turbación. Se trata de las combinaciones


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