Эротические рассказы

Llegada . Морган РайсЧитать онлайн книгу.

Llegada  - Морган Райс


Скачать книгу
Luna? Tendría que saber que Kevin y ella siempre serían los mejores amigos y que nada se interpondría, ¿no? Y por lo demás… bueno, eso significaría que Luna estaba interesada en ser algo más que amigos y Kevin no podía creer que eso pasara jamás de verdad.

      —No dijo gran cosa —dijo Kevin—… Solo que escapó.

      —Parece que eso se le da bien —dijo Luna, con otra mirada intencionada hacia la puerta.

      —Luna —dijo Kevin—. ¿Puedes por lo menos intentar ser amable con ella? Quiero decir, ni tan solo ser porque estás enfadada con ella. Pensé que os llevaríais bien.

      —¿Porque las dos somos chicas? —dijo Luna.

      —¡No! —se apresuró a decir Kevin—. O sea, porque las dos sois… —Intentó pensar en las palabras adecuadas. ¿Fuertes sería adecuada? Chloe desde luego que lo parecía, pero Luna no, aunque Kevin sabía por experiencia que lo era.

      —No nos parecemos en nada —dijo Luna—. Me llamó animadora.

      Hizo que sonara a insulto.

      —Bueno, estabas en el…

      —No se trata de eso —dijo Luna, pero después se detuvo—.Vale, está bien. Seré amable. Supongo que si estamos atrapadas juntas en un búnker, tendremos que llevarnos bien. Pero lo hago por ti, no por ella.

      —Gracias —dijo Kevin.

      —Evidentemente, si hay una nueva señal, no vamos a poder quedarnos en el búnker, ¿verdad? —dijo Luna, como si todo fuera bastante evidente. Tal vez para ella lo era. A Luna siempre se le había dado bien inventarse planes para las cosas. Bastante a menudo, eran planes para meterse en más problemas.

      Kevin todavía no lo había pensado bien, pero Luna probablemente tenía razón. Si había una nueva señal, entonces tenían que descubrir lo que significaba, y solo había un lugar donde podían hacerlo.

      —Creo que tenemos que volver al instituto de investigación —dijo Kevin.

      —¿A pesar de que casi no pudimos salir de allí la primera vez? —dijo Luna—. Y que no sabemos que hay en el mensaje, y que no sabemos si servirá de algo cuando los alienígenas ya han tomado el mundo. Podría ser simplemente «lo sentimos, intentamos advertiros».

      —Pero ¿y si no lo es? —replicó Kevin—. Quiero decir, ¿en serio piensas que mandarían un mensaje a través del espacio para eso?

      —No, supongo que no —dijo Luna, ahora más seria.

      —¿Y si descubrieron una manera de vencer a los extraterrestres, o de obligarlos a dejar de controlar los cuerpos de la gente? —dijo Kevin—. ¿Y si nos proporcionan un modo de mejorar esto? Tenemos que regresar. Bueno… tengo. O sea, tú podrías estar más a salvo si…

      —Acaba ese pensamiento y te doy un puñetazo —dijo Luna—. Por supuesto que yo voy a ir.

      —Pero yo pensaba que…

      —¿Pensabas en dejarme atrás mientras tú pasabas una aventura solo? —preguntó Luna.

      Kevin negó con la cabeza.

      —Pensaba que por fin habíamos encontrado un lugar seguro. Pensaba que tal vez no querrías dejarlo. Yo sí que tengo que estar allí para traducir el mensaje, pero nadie más… ¡ay!

      Se frotó el brazo donde Luna le había dado con el puño.

      —Te dije que lo haría —dijo con una amplia sonrisa que daba a entender que no lo sentía ni de lejos—. Iré contigo, pues alguien tiene que evitar que te cojan los controlados. Además, si hay algo que nos permita dar la vuelta y darles una paliza por lo que hicieron, quiero saberlo.

      Eso era en parte lo que hacía tan increíble a Luna. No se rendía, incluso cuando todo daba a entender que era lo sensato. Lucharía contra cualquier cosa, incluida una invasión alienígena.

      —¿Te he dicho alguna vez lo increíble que eres? —preguntó Kevin.

      —No hace falta que me lo digas —dijo Luna con otra gran sonrisa—. Ya lo sé. Sinceramente, tienes suerte de poder ser mi amigo.

      —Es verdad —dijo Kevin. Se puso serio por un instante—. Necesitamos un plan si vamos a volver.

      —Necesitaremos provisiones —dijo Luna y empezó a contar las cosas con los dedos—. Necesitaremos comida, tal vez herramientas para entrar, máscaras…

      —Chloe dijo que el vapor había desaparecido —puntualizó Kevin.

      —¿Y ella cómo lo sabe? —replicó Luna—. Vale, de acuerdo, pero por si acaso yo preferiría tener una. Podrías encargarte tú de decirle que nos vamos.

      —A lo mejor querrá venir con nosotros —dijo Kevin.

      Luna hizo una mueca.

      —Supongo que eso es mejor que dejarla aquí y preguntarnos si nos dejará entrar de nuevo. Yo empezaré a reunir provisiones. Tú ve a hablar con ella.

      ***

      Kevin fue por todo el complejo subterráneo en busca de Chloe. Tardó un rato en encontrarla en los enredados pasillos y los almacenes, pero por fin la oyó más adelante. Parecía que estaba hablando sola.

      —No puedo hacerlo… No puedo hacerlo…

      Con cuidado, Kevin miró desde la puerta y vio a Chloe sentada en el suelo de un almacén. Había cosas esparcidas por ahí de una manera que no parecía accidental. Parecía que había pasado el brazo por una de las estanterías y lo había tirado todo al suelo. Tenía la cabeza apoyada en las manos y parecía que estaba llorando.

      —¿Chloe?

      Alzó la vista cuando Kevin se acercó y se secó las lágrimas como si tuviera miedo de que pudieran usarse en su contra.

      —Estoy bien —dijo, antes de que Kevin pudiera preguntar si lo estaba—. Estoy bien.

      —Yo decía que estaba bien cuando la gente me preguntaba por mi enfermedad —dijo Kevin, avanzando hasta sentarse a su lado—. Pero generalmente quería decir que no lo estaba.

      —Solo que… a veces… me enfado —dijo Chloe, y Kevin supuso que había escogido con cuidado aquella palabra de entre todas las que se le habían ocurrido—. Hago cosas sin pensarlas bien. Es en parte por lo que la gente me decía que estaba loca.

      —Yo no pienso que estás loca —dijo Kevin.

      Chloe suspiró.

      —Todavía no me conoces. ¿Viniste hasta aquí solo para ver el lío que había montado?

      —No, claro que no —dijo Kevin—. Nosotros… yo… creo que tenemos que volver al instituto de investigación de la NASA. Con lo que vi, podría haber un mensaje y puede que sea importante.

      —¿Quieres meterte en medio de la ciudad, para ir a un lugar que podría estar lleno de ellos? —contestó Chloe—. Eso… eso no tiene ningún sentido. Podríamos ir a cualquier sitio. Hay Supervivientes en LA, o mi primo en el norte…

      —Tenemos que hacerlo —dijo Kevin—. Luna está recogiendo provisiones y pensaremos un plan para llegar allí a salvo. Pero tú puedes quedarte aquí si quieres. No hace falta que vengas con nosotros si piensas que no va a ser muy seguro.

      —¿No queréis que venga con vosotros? —dijo Chloe y ahora parecía igual de enfadada que antes.

      —Yo no he dicho eso —dijo Kevin.

      —Pero es lo que querías decir, ¿verdad? —replicó Chloe.

      —No —contestó Kevin—. Yo pensaba que eras tú la que no quería venir. Tú misma dijiste que podría ser peligroso.

      Chloe encogió los hombros.

      —Lo que tú digas.

      —Chloe


Скачать книгу
Яндекс.Метрика